Fotos de Gema Iglesias
29 de octubre de 2025
Hay algo gozoso, juguetón y ultra energético en las obras de la coreógrafa y bailarina Cristina Gómez (Albacete, 1979). Recogen acentos de un carácter curioso y extrovertido, a los que suma el tema que en ese momento le interpele y otras derivas que se encuentra por el camino. Del proceso de creación, el paso del tiempo y la danza como asidero vital va su nueva pieza, Bailar o morir, que estrena mañana jueves en la Carme Teatre de Valencia.
En Dance is my heroine (2020) hacía un homenaje a sus referentes de la danza, coreógrafas como Pina Bausch o Yvonne Reiner, a quienes tomó como eje para desarrollar una pieza auto referencial (explica divertidas conversaciones con su madre sobre el trabajo creativo; puedes leer un artículo sobre ello aquí). Después de Anhel (2022, que obtuvo tres galardones de los Premios del Institut Valencià de Cultura y dos de la Asociación de Profesionales de la Danza valenciana) y Nana (2023), creaciones exploratorias en torno a la animalidad corporal, toma ahora de nuevo la danza como tema y lema para seguir aportando reflexiones sobre la alegría del baile y la necesidad del movimiento.
‘Es cierto que esta nueva obra conecta con el universo de Dance is my heroine, utilizo de nuevo texto y video junto al movimiento, y vuelvo a la idea de celebrar el cuerpo y la danza, pero no es una continuación sino el resultado de un proceso que empezó el mes de enero y que tras pasar por diferentes estadios y lugares (Espai LaGranja, Sala Carme Teatre, Theatherhaus Berlín, Mutis Espazioa y Refugi) me ha llevado hasta aquí’, cuenta.
Cristina Gómez reivindica la danza como una forma de expresión y un camino, un estilo de vida, y su manera contagiosa de contarlo es un lenguaje voluntariamente contaminado por su propio bagaje vital. Ahí es donde aparece el twerk, presente en una pieza que tuvo como título provisional Culo-montaña.
‘Hay mezcolanza de lenguajes. La primera parte es más lenta, con un movimiento entre abstracto y robótico, que tiene que ver con el recuerdo, con el residuo que me queda y llevo al terreno de la, llamemos, ‘reencarnación’. Luego hay otras partes en que bailo códigos del presente como es el twerk’, desvela.
‘Nunca me había interesado por los estilos de baile ‘sexys’, me parecía que cosificaban a la mujer en exceso, pero mi contacto con la gente más joven me ha llevado a entrenar con ello y ha cambiado mi percepción, por eso, y porque estoy algo aburrida de repetir códigos de lo que se entiende como danza contemporánea, lo incorporo’, cuenta sobre las diferentes partes de la obra.

En la pieza late una actitud, una forma de llevar al público hacia ese mensaje de que la danza es una forma de electricidad que enciende e ilumina la vida. En su cuerpo de bailarina viven las formas del pasado, pero se filtran las de presente, creando un mix nutritivo que se contagia fácilmente.
‘Entiendo la danza como algo híbrido de todo aquello que pasa por mi cuerpo. Existe una idea de lo que es y no es danza contemporánea, pero para mí esto también es danza y por eso lo he incluido, además es muy difícil y requiere mucho entrenamiento’ apostilla.
El tiempo pasa
De nuevo sola en escena, Gómez, que estudió periodismo después de danza, tiene en la palabra una gran aliada. Textos que acompañan, que inquieren o añaden al discurso coreográfico. Entre frases, videos y danza va discurriendo una pieza que según su creadora transita entre ‘un inicio sideral y un gran fin de fiesta’ Por el camino han aparecido los fantasmas, los suyos propios, esas formas del pasado que habitan en su cuerpo a las que ha llegado acompañada por la hauntologia de Jacques Derrida. La espectral y lo fantasmagórico están presentes gracias al video.
Ella imagina un universo intergaláctico para viajar a través del tiempo y perderlo de la mejor manera posible: bailando. ‘Sideral, eléctrica y llena de fuego, ritmo y color, esta obra reflexiona sobre la nostalgia y la posibilidad de un futuro infinito encarnado en un cuerpo que baila, escucha y reverbera’ resume.
En época de madurez vital, Cristina Gómez también asume los cambios que necesariamente suceden en su cuerpo de intérprete, ‘que ya no es el mismo, no es mejor ni peor, es diferente. Hay más cansancio físico, también mental, de ahí que necesite salirme de la rutina, bailar nuevas coreografías, y cantar, como hago en la pieza’.
Clip con la lista de colaboradores de la pieza
Creada en diferentes lugares y momentos, en la obra conviven lenguajes y confluyen varias ideas con una misma intención, ‘por un lado quiero divertir al público, pero también planteo una reflexión sobre la fugacidad de la vida, el paso del tiempo; quiero destacar la importancia de apreciar el presente, el aquí y ahora’, concluye.
Ballar o morir, una quëstió de temps, del 30 de octubre al 2 de noviembre en Carme Teatre, entradas aquí
Web de Cristina Gómez
