Fotogramas del documental La Singla de Paloma Zapata/La Fábrica Naranja

8 de mayo de 2023

Artículo publicado en Susy Q

Unos ojos negros repletos de fuerza y misterio han llevado a la cineasta Paloma Zapata a excavar en la historia de La Singla, la bailaora que pese a su sordera se convirtió entre los años 60 y 70 del pasado siglo en icono de un flamenco salvaje y profundo, antes de desaparecer para siempre.

En las icónicas fotos de Colita sobre Los Tarantos se encuentra una niña de pelo azabache, gesto espontáneo y misteriosa mirada. En la película representó el papel de la hija de Sole, interpretado por Carmen Amaya. En aquella época aún era Antoñita, vecina del Somorrostro, artista en ciernes. Con el tiempo la llegaron a nombrar sucesora de la propia Amaya y pasó a ser La Singla, con todas las mayúsculas que el éxito concede. Una meningitis temprana le provocó la sordera, una condición que le aisló, pero a la vez fue el catalizador que le puso frente al espejo repitiendo pasos de baile con los que espantar el ‘coraje’ que sentía.

El documental recién estrenado de la cineasta Paloma Zapata (se puede ver en Docs Valencia, el próximo jueves 11 de mayo a las 20 horas en el Octubre CC) viene a aportar luz sobre una de las figuras más desconocidas del flamenco, una artista para la que tocaron y cantaron Paco de Lucía, Camarón, El Lebrijano o un jovencísimo Peret sin que ello haya trascendido prácticamente hasta ahora.

Fue en el rodaje de su anterior documental sobre el rumbero catalán (Peret, yo soy la rumba) cuando Zapata descubrió a La Singla en unas fotografías. Intrigada por el misterio de aquellos ojos negros, empezó a tirar del hilo. “Hablé con Colita, con gente que me llevó hasta un material de archivo increíble, como la cinta alemana ‘La historia de Antoñita Singla’, que cuenta su trayectoria”. Con esta película, Zapata quiere hacer justicia, rescatar del olvido a una mujer injustamente borrada de la historia del flamenco, ‘una pionera en una cultura que reservaba el pedestal de los grandes nombres a los hombres’.

En el exhaustivo proceso de documentación que Zapata y su equipo han llevado a cabo, deviene fundamental el archivo de Francisco Banegas, quien fuera representante de La Singla en Madrid (junto a un padre ausente que regresó a escena alertado por el sonido del dinero).

Europa a sus pies

La película de Zapata relata la búsqueda de La Singla por parte de Helena, una joven fascinada por el descubrimiento de su figura, pero sobre todo intrigada por la posterior desaparición de la bailaora, de la que desea saber más. En el camino va reconstruyendo una vida excepcional. Acogida en su adolescencia barcelonesa por bohemios e intelectuales, se relacionó con Dalí, Duchamp o Gades, con pintores, cantantes o con un ya maduro Vicente Escudero, quien alabó su arte y dijo de ella que era la viva imagen de Carmen Amaya. Los registros de la época la recogen bailando ante una comunidad de admiradores que acuden absortos a la explosión de ritmo, al zapateado frenético y el braceo sentido de la jovencísima bailaora. En el tablao Los Califas de Madrid continuó su andadura antes de que llegara el éxito internacional.

A los 17 años la ficharon los promotores alemanes Horst Lippman y Frizt Rau, dos de los empresarios musicales más importantes de Europa, quienes organizaban giras de artistas estadounidenses de jazz y blues como B.B King o Billie Holiday. Fueron ellos quienes organizaron en 1965 el primer Festival Flamenco Gitano de Alemania, en el que La Singla fue protagonista absoluta del cartel. Posteriormente hicieron gira en los principales teatros europeos, como el Olympia de París, consiguiendo que los artistas gitanos entraran por primera vez en estos grandes auditorios. Las grabaciones musicales que bajo esa marca se llevaron a cabo los siguientes años tuvieron en la imagen de La Singla un reclamo esencial. La permanencia durante una década de esas citas y giras dan fe del calado de su figura, al igual que haber sido nombrada por la crítica extranjera la digna sucesora de Carmen Amaya.

Para la directora, la manera tan especial en que La Singla bailaba tenía que ver con sus experiencias de pobreza, de soledad, con los abusos de los que fue objeto por su éxito. “La danza la conectaba con el mundo porque estaba aislada, era su terapia; lo que transmite su forma de bailar es algo fuera de lo común”, añade. Pese a su sordera, aprendió a bailar al ritmo observando las manos de su madre, que chasqueaba los dedos marcando la seguiriya para luego ella contar marcando el compás para sí.

El documental sobre La Singla mantiene ciertas líneas comunes con el que sobre La Chana realizó en 2017 Lucija Stojevic. Ambos dan a conocer al gran público a grandes artistas, mujeres, que desaparecieron de la escena sin dejar rastro. Si en el caso de La Chana fueron los malos tratos de un marido enfermo los que la apearon de una carrera fulgurante, en el de La Singla Zapata nos resuelve el misterio con un tacto exquisito.

Para concluir, la directora aporta una observación: “en ella se da una diferencia abismal entre su baile sentido, arrebatado, y su dulzura y timidez personal”. A esto se añade una frase que en día pronunciara la misma bailaora: “nunca he sido feliz, pero siempre he tenido una sonrisa”.

Docs Valencia

La Fábrica Naranja