26 de diciembre 2022
En una de las escenas el baile se desvanece, como si diera paso al duende, y en ese ritual de figuras difuminadas parece que se visualiza la esencia de un flamenco joven y poroso que desde los márgenes contagia al arte. Jordi Latorre ha aplicado su mirada creativa sobre este flamenco grabando a jóvenes artistas en La verdadera lucha es con el duende, un documental experimental que acaba de ver la luz.
Existe una escena barcelonesa de carácter underground que incluye a artistas del baile, la música o los visuales, creadores que caminan entre disciplinas, lenguajes y etiquetas solo guiados por su propia búsqueda. En el flamenco, impulsados por puntos de experimentación como el Laboratorio de Investigación desde el flamenco del Institut del Teatre, por lugares de acogida como el Centre Cívic Barceloneta, de fusión como el Foc, o de difícil catalogación como El solar de la Puri, Carmen Muñoz, Adrián Vega, Pol Jiménez, Raúl Lorenzo, Lara Munín y otros tantos van siguiendo una hoja de ruta propia, ajena a tendencias o mercados.
Eso es, precisamente, lo que más interesó a Jordi Latorre (Barcelona, 1998) cuando decidió que su proyecto de fin de grado seguiría la estela de un descubrimiento tan tardío como excitante, el del flamenco más heterodoxo. “Me empezó a interesar gracias al primer álbum de Rosalía. A partir de ella me acerqué a Morente, Camarón… y a través de ellos a La Niña de los Peines o Antonio Mairena” me cuenta, pocos días después de preestrenar su película de 28 minutos en una de las maxi pantallas de los cines Diagonal.
En 2019 acudió a su primer directo flamenco en Sevilla y, encarrilado por el interés creciente en un lenguaje que le emociona, decidió presentar un proyecto documental que recibió el apoyo para su desarrollo en la ESCAC (Escola Superior de Cine i Audivisuals de Catalunya) en la que estudiaba.
“Empecé a ir mucho por Robadors 23 [un local off del barrio del Raval con espacio para el flamenco]; me acerqué al trabajo de Israel Galván, Niño de Elche y otros artistas que aportan una visión más experimental a la creación, que es lo que me interesa en el audiovisual”, añade. La sesión de Filmoteca en Dansa de enero de 2021 le conectó con esa comunidad artística que desde el Laboratorio que lidera Juan Carlos Lérida va extendiendo su impronta por la escena local.
El documental, que ahora comienza su distribución en festivales y circuitos, ha costado dos años de trabajo, uno dedicado a la investigación, otro a la grabación y edición del material filmado. En todo ese proceso me cuenta Latorre que ha habido cambios sustanciales porque, como es habitual en los documentales, la propia tarea de búsqueda descarta ideas iniciales y suma hallazgos posteriores.
“Cuando empecé con todo esto tenía como bandera la teoría sobre el duende de Federico García Lorca. De ella saqué la conclusión de que los artistas flamencos pueden seguir más o menos los modelos tradicionales, pueden experimentar más o menos, pero lo que les une y les hace ser flamencos es su persecución del despertar del duende. Lorca dice: ‘El flamenco es un arte visceral que saca de dentro a fuera una llama interior, furiosa y abrasadora, dolorosa y sincera’. Esa razón de ser es la que me atrae de los artistas flamencos y en concreto de los que aparecen en el documental”, señala en sus notas de intenciones.
Barcelona y sus márgenes
En la película, hay planos grabados junto a las vías del tren o en zonas industriales, porque lejos del centro, donde se encuentran tablaos y teatros, el flamenco se desarrolla dinámico y palpitante. Bailarines, músicos, buscan su lugar, y en ese camino la resistencia es una forma de darle valor a un trabajo anticanónico, que busca la raíz desde otros lugares y con nuevos compañeros de viaje. La composición de Derek Van den Bulcke ‘Flamante’ contiene base electrónica y ritmos flamencos que acompañan a los bailarines en alguna escena catárquica, de trance colectivo.
En el montaje Latorre ha utilizado sintetizadores de imagen y efectos cromáticos para conseguir que las siluetas de bailarines y bailarinas produzcan un reflejo que evoca a un desdoblamiento. Visualizar el duende de esta forma ha permitido al director conectar con las ideas del cineasta José Val de Omar sobre los cuerpos flamencos.
En la catarsis, cuando entregados al trance de la música los cuerpos se transforman es espirales y figuras abstractas, se resume la búsqueda del director: “lo importante es generar sensaciones al espectador. Al contar una historia lo que quiero es que se mueva algo en ti, igual que cuando yo voy a ver flamenco. Soy solo un aficionado, pero cuando lo veo y lo escucho me emociono”, concluye.