Fotos: Jorge López. Shakira Giménez Heredia en portada

3 de diciembre 2022

Los proyectos transformadores se van colando en la sociedad pese a las dificultades y la falta de recursos. Eva Moreno, la bailarina, coreógrafa y docente que está al frente de ¡A Quelar! lo sabe bien. Tras diez años de andadura, acaban de conseguir el reconocimiento de sector de las artes escénicas gracias al premio concedido por la AVETID, Asociación Valenciana de Empresas de Teatro y Danza. De todo este trayecto me habla Moreno.

La comunidad gitana de los barrios marítimos de Valencia conoce de primera mano lo que ese grupo de bailaores, pedagogos y músicos está haciendo para extraer el máximo potencial artístico de sus hijos. Tuvieron ocasión de verlos actuar en el Teatro el Musical en diciembre de 2018. Percusión, guitarras, cante, coro y baile en un espectáculo hecho a medida por y para ellos, los 15 niños, niñas y adolescentes que pasaron horas y horas ensayando desde enero de ese mismo año para preparar un espectáculo profesional en el que estuvieron acompañados por artistas en activo como Silvia Reyes, Rosa Sanz o Sergio Martínez. ‘Som Cabanyal’, respaldado por el programa Art for Change de la Fundación Caixabank, fue la culminación de muchos días de encuentro, de transmisión de pruebas, errores y, sobre todo, de muchos nervios. Con un teatro a rebosar, los chavales actuaron al lado de casa y ante sus vecinos, la mejor manera de hacerse oir y de visibilizar la importancia de un proyecto como ¡A Quelar!, que también quiere romper clichés.

El enfoque social que Eva Moreno aplica a su herramienta de trabajo, la danza flamenca, se había manifestado en proyectos anteriores, pero es este con el que ha conseguido rodearse de profesionales comprometidos con los que ha ido construyendo un hogar para los talentos que normalmente permanecen ocultos durante la infancia y en contextos poco favorables. “¡A Quelar! (¡A bailar! en caló) es un proyecto artístico y socio educativo a través del flamenco, un camino de inclusión e intervención comunitaria”, me cuenta pocos días de después recoger el premio concedido por AVETID. “Seguimos necesitando visibilidad porque faltan recursos. De hecho, este año hemos tenido que reducir las actividades por falta de presupuesto y por la incertidumbre en la concesión de las ayudas solicitadas”, confirma.

Una década en marcha

Con una larga trayectoria como bailarina en compañías como la de Antonio Gades, en la que permaneció diez años, Eva Moreno fundó Extremus Danza cuando regresó a Valencia. En Ribarroja plantó la semilla del proyecto en el que más energía y dedicación invierte, ese laboratorio con el que pretenden potenciar la creatividad y la expresión artística desde la infancia. «No está destinado solo a la comunidad gitana, pero es cierto que, por su cultura, la música y el baile lo viven de forma cotidiana, lo que hace de ellos unos alumnos constantes y muy atentos”, añade.

Remedios Giménez Cortés, María Giménez Vargas, Shakira Giménez Heredia, Juana Giménez Giménez

Desde la Asociación La Calle Baila, Moreno, acompañada por profesionales como Juan de Pilar, Sergio Martínez, Juanma Maya, Alberto Marqués, Sandra Ruiz, Silvia Reyes, Ana Lloris, Rosa Sanz y muchos otros, ha ido tejiendo una red relaciones vecinales y escolares desde lo que ha ido diseminando el aprendizaje y la práctica fluida.

“¡A Quelar! es un proyecto integral del flamenco, a través del cual ofrecemos clases de baile, cajón, guitarra, cante o acompañamiento al cante. La formación es a través de talleres regulares, normalmente semanales, a los que acuden los chicos y chicas. Además, ofrecemos actividades de inmersión artística como fue ‘Som Cabanyal’ o la participación en la celebración del Día del Pueblo Gitano en 2019”.

Con ramificaciones en Ribarroja, Burjassot y en los Poblados Marítimos de Valencia, para su implementación ha sido muy importante la participación de centros educativos como El Grao, Santiago Apóstol, Les Arenes o Fernando de los Ríos. En este último, las clases de flamenco forman parte del programa escolar durante todo el curso, con lo que visita una vez a la semana a dos de sus grupos de primaria.

Mariano Giménez Avidat, Joaquín Jiménez Jiménez y Julio Jiménez Giménez en La Fábrica de Hielo

Sobre el desarrollo de un proyecto en constante evolución, que ha tenido momentos de incertidumbre, Moreno explica: “Todas las personas que estamos en el proyecto hemos aprendido muchísimo. No teníamos formación para esto, pero vimos que era una actividad fundamental para el colectivo porque al ser de su interés se desarrollan rápido, incluso amplían otras competencias. Además, se refuerzan en su identidad”. El acompañamiento que reciben de educadores sociales es para la directora “fundamental”, porque además de artístico este es un proyecto social, de relaciones, de apertura.

Moreno está tomando nota para valorar objetivamente el impacto que todo ello produce en los chavales, desde niños de primaria hasta adolescentes, e incluso algo más mayores, que continúan porque son parte del proyecto desde 2018.

Aulas y recursos

La formación que ofrece ¡A Quelar! se da en los centros educativos mencionados, o a través de ellos como difusores de la actividad y facilitadores de espacio, pero los grupos han mantenido las clases y ensayos en ateneos, asociaciones, academias y hasta en la playa. Decenas de usuarios han ido adquiriendo y desarrollando aptitudes musicales o expresivas, encontrando en ello una posible forma de ganarse la vida. “Aunque no todos quieren dedicarse a ello, si les planteamos la opción, poniendo en valor sus capacidades”, señala Moreno. Por ello les ponen en contacto con artistas profesionales y buscan su participación en conciertos y eventos donde puedan actuar ante el público.

Sobre las condiciones en que se desarrolla el proyecto, Moreno cuenta: “Hemos tenido que ir aprendiendo conforme ha ido creciendo, intentando mantenernos pese a que han aumentado las necesidades económicas y de infraestructura. Además de más ingresos, necesitamos espacios en condiciones, con espejos, con suelo adecuado… Lo ideal sería tener una sede propia” añade Moreno.

Paco, serviría para ejemplificar el alcance de ¡A Quelar! «Es un chico muy tímido que empezó con 12 años. Cantaba muy bien y yo le decía que eso podía ser su pan, pero él era muy reservado y estaba siempre a la sombra de los demás. Con el tiempo, ha seguido, se lo ha creído, y ahora ve en su voz un posible futuro profesional”, concluye.

www.extremusdanza.es