Las pésimas condiciones salariales y laborales que afectan a las creadoras escénicas de este país son tan endémicas como lamentables. Se toman por normales prácticas que harían sonrojar a profesionales de otros sectores. Falta de recursos técnicos, regateo en los cachés o pagos en sobres. Así están las cosas y así lo denuncia Precaria, alter ego reivindicativo de Irene García, la coreógrafa y bailarina que lleva meses investigando y denunciando la normalización de las malas praxis en el sector.
En la feria más central del mapa escénico, García realizó la, hasta ahora, última de sus intervenciones “precarias”. MADferia, el mercado de las artes escénicas nacionales en Madrid, la vio pasearse durante los tres días de su última edición como una especie de mujer anuncio. En su atuendo negro incrustó los gastos que le suponían acudir al encuentro, avanzó su próximo estreno y colocó un estratégico QR en la zona de su coxis con el que acceder al Manifiesto Precario, auténtico vademécum de todo aquello que, existiendo hace tiempo, ella coloca negro sobre blanco para dejar de disfrazar los hechos con eufemismos.
Programadores, distribuidores y artistas que acudían a vender o comprar sus obras la vieron paseando por el recinto, acaparando las miradas de unos y otras. Con una acción tan sencilla como atrevida, consiguió la atención que no hubiera conseguido por los canales habituales.
Anverso y reverso del modelo usado en MADferia
Es el momento de hablar con ella sobre la investigación que tiene en marcha en torno a la precarización en el mundo escénico. Un trabajo que inició como consecuencia de las dificultades que la pandemia añadió al frágil ecosistema artístico. “El confinamiento me dejó con una mano delante y otra detrás. Los primeros trabajos que salieron ya en junio eran bastante mierda, pero los tenía que hacer, así que empecé a recoger todos esos acontecimientos. La gente no era consciente de qué estaba pasando a todos los niveles: técnico, económico o personal. Montajes sin tener tiempo para hacer las cosas bien, fichas técnicas muy alejadas de las necesidades reales de las obras… En uno de los bolos tuve que actuar sin haber tenido tiempo de ensayo e hice de regidora dentro del escenario a viva voz; así me di cuenta de que podía ser parte de la solución a mi problema. En otra ocasión quería grabar la función pero no podía porque estaba yo sola, así que pedí ayuda al público, que la fue grabando. A partir de esas prácticas empecé a introducir al público, a meterlo de técnico de sonido a cambio de visibilidad”. Con esto, la creadora murciana afincada en Barcelona con su propio proyecto, La Quebrá (todos los detalles en este artículo) pone el dedo en la llaga en la costumbre todavía real de ofrecer a los artistas participar en alguna programación o acto a cambio de cachés por debajo de los costes y “visibilidad”. Así, mostrando lo ridículo e indigno de muchas de las propuestas que reciben los artistas, Irene García deja en evidencia un sistema que todavía acoge con demasiada frecuencia propuestas poco profesionales.
Una de las cápsulas precarias en LASALA de Murcia
Mujer orquesta
Además de bailarina, coreógrafa y directora, García es la productora, distribuidora y gestora de sus propias piezas de danza. ¿Hasta dónde puedo llegar a precarizarme? se pregunta en la investigación que desarrolla, para la que cuenta con una ayuda económica de la Oficina de Suport a la Iniciativa Cultural (OSIC) del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya. Durante su recopilación de información ha recibido testimonios de compañeros que le han contado sus propias experiencias.
“Me di cuenta de que en el sector había necesidad de hablar de cosas que nos pasan a todos, pero se nombran solo desde la queja o el enfado. Yo le he puesto mi enfoque, he sacado mi vis cómica para poner palabras a mi sufrimiento y transformar esa violencia que sufrimos en material de creación”. De esa pulsión de denunciar y transformar surgió la acción en MADFeria. “Fue un acto de desesperación y necesidad. No me puedo permitir ir a una feria a pasearme, así que se puso a trabajar mi parte creativa”, me cuenta.
Con pequeñas acciones compartidas en redes sociales y en su propia web “Precaria” ha ido haciendo públicos sus hallazgos y reflexiones. En los “cafés precarios” ha invitado a otros artistas a una conversación por Instagram Life sobre vivencias similares; ha dinamizado encuentros para explicar a la gente qué es un artista, cuáles son sus motivaciones y en qué condiciones se trabaja; ha publicado decenas de posts, micro videos y otros materiales creativos y punzantes sobre todas esas cuestiones. Hilarante es el tratamiento que le ha dado a la famosa “carta de motivación” que muchos centros o festivales piden a los artistas cuando postulan para obtener algún tipo de apoyo .
“La danza siempre está en la primera línea de la precariedad”, confirma García, y dentro del entramado profesional del sector, el artista es el más frágil y desgraciado, señala. “Haz un montaje sencillo. Ten en cuenta que no habrá tiempo de ensayo, ni de montaje ni de nada. Haz una lista de pros y contras de usar escenografía. Finalmente, descarta la escenografía. Si no cabe en la maleta es un marrón. Te arrepentirás y lo sabes”, reza uno de los puntos de su manifiesto. Su reciente formación y fogueo en la escena de la stand up comedy le ha permitido ampliar sus dotes de comunicadora con desparpajo para afrontar las «cápsulas precarias» (como la realizada en LASALA de Murcia), o las intervenciones hechas en el contexto de la última edición de Dansa Metropolitana de Barcelona. Encuentros directos con el público en los que visibiliza su condición de artista con escasos recursos económicos, denunciando las subidas de cuotas de autónomos, las malas condiciones de trabajo o la existencia de convocatorias artísticas que nunca llegan a tener unos beneficiarios.
En 2023 verá la luz una obra escénica fruto de todo este trabajo de excavación, recopilación, acciones, recogida de materiales… aunque todavía no sabe qué forma adoptará. La artista aprovechará su próxima baja por maternidad para hablar también de qué sucede en profesiones como la suya cuando se es madre y no hay suficiente cobertura social y laboral. De todo ello estará investigando junto a sus colaboradores en Espacio Inestable de Valencia a partir de noviembre.
Que muchos creadores tiene serias dificultades para llegar a fin de mes es algo sabido (este artículo reciente ahonda en ello); que desde el sector privado y, en ocasiones, desde la propias administraciones (locales o autonómicas) se permitan y amparen prácticas que arraigan modelos poco respetuosos con el trabajo de los artistas es un problema de dimensiones colosales que se sufre mucho y del que se habla poco. Una vez más, artistas como Irene García van por delante para conseguir a través de la denuncia condiciones dignas para todas.