Fotos de Jose Jordán
12 de abril 2022
Repasamos algunas de las creaciones más peculiares de la 35 edición del festival valenciano recién concluido. El cuerpo como protagonista a través del que expresar emociones, transmitir ideas, deconstruir códigos o formular preguntas.
Son viejas conocidas. La practica desde los cuatro años, su cuerpo está entrenado en el giro, en el rebote y en el braceo folclórico. Lara Brown lleva más de dos años investigando sobre la forma de transitar por la madrileña Jota de la Pradera a través de su cuerpo presente. Durante su investigación ha recalado en centros de creación contemporánea y en agrupaciones folclóricas de otras provincias. Bailar o Lo Salvaje es el resultado de todo ese proceso de búsqueda de materiales y escucha del cuerpo. Una pieza breve, de apenas 25 minutos, pero de una gran intensidad. Con ella explora esos movimientos familiares, los lleva a extremos corporales para darles una nueva dimensión. Se identifican los gestos populares, pero están ejecutados con forma e intencionalidad. Para ello es necesario el acompañamiento de una composición sonora electrónica que filtra y tunea los compases musicales para darles una renovada textura. De la misma forma, deconstruye el atuendo típico de falda roja -transformada en culote-, camisa negra -hecha top, junto a un detalle jugoso de puntillas-, y tocado -reducido a su mínima expresión-. El resultado es un viaje a un folclore del futuro, a una discoteca rural o a una rave de la pradera. Durante el transcurso se instala en otra dimensión del folclore; al regresar seguirá los pasos marcados por la tradición, de la que es deudora, en un guiño amoroso hacia las raíces.
Animales de salón
El de Antes Collado es también un viaje peculiar. Otrora practicante de bailes de salón, parece haber culminado una venganza (artística) contra una disciplina tan exhibicionista como competitiva. Durante una primera parte exagera gestos y juega a la desaparición, aniquilando su yo bailarín de salón poco a poco, reduciéndolo a apenas una mancha oscura en la gran sala. De esa oscuridad irán surgiendo los ocupantes del Zoo, esa cárcel de seres vivos que da título a la obra, animales que, como los bailarines de salón, son exhibidos ante los que observan como comen, duermen, se aparean o interactúan. Su aire tenebroso se suma a los guiños de humor absurdo, características propias del cautiverio animal, tan caduco como innecesario.
Cuerpo propulsor
Al tocar las palmas recibe el guiño juguetón de los focos laterales; al arrastrar los pies por el suelo inicia el eco alargado de un sonido metálico. Creada al instante por Sandra Gómez, como cuerpo activador, Javi Vela como amplificador del sonido, y Carlos Molina como iluminador presente, Bailar al sonido ha sido una de las propuestas más interesantes del festival al permitir que aquello que venimos llamando artes vivas alcance su máximo sentido, pues lo que se produce en ese momento es gracias al baile de la performer y no se volverá a repetir nunca igual. Una creación que no se aprende y repite, sino que renace en cada pase como obra única.
Reflejo y pantalla
La pieza Where is Janet? de Janet Novas tuvo también algo especial por su forma y por el entorno en que se exhibió, la sala Refectorio del antiguo convento del Carmen, convertido ahora en centro de creación contemporánea (CCCC). La experimentada intérprete reflexiona en compañía del público sobre la continua exposición a la que se somete como creadora. Lo hace a través de un solo con el que queda al desnudo, tanto literal como anímicamente, para usar su cuerpo como extensión de sensaciones. A través de las proyecciones y otros efectos conseguidos con la luz y materiales diversos, la gallega propone este nuevo trabajo como un punto de inflexión a partir del cual abordar la creación de una forma renovada.
Complicidad compartida
En el foco de interés del bailarín y coreógrafo Javier J. Hedrosa se encuentran la memoria, el archivo y los temas de proximidad. Por eso en su nueva pieza, Fosc, se mete de lleno en los recuerdos de los espectadores. La performance va de danza, aunque esta no se manifieste como coreografía de autor sino como la suma de movimientos generados en el público. Este debe levantarse, mover brazos o girar cuando se le plantean ciertas preguntas relacionadas con sus propias experiencias como espectadores. Un curioso ejercicio colectivo que pasea por algunas piezas de teatro, de Concha Velasco al Pont Flotant, y otras de danza, de Sol Picó y Ananda a Rafael Amargo o Ivo Dimchev.
Hemos seleccionado estas propuestas de entre la treintena que han formado el cartel de esta edición, celebrada un diferentes espacios y teatros de Valencia entre el 2 al 10 de abril. El nuevo rumbo dado al veterano festival por María José Mora ha convertido la ciudad en un punto caliente de las artes del movimiento a nivel nacional. Junto a la exhibición se han desplegado diferentes actividades especializadas en el apartado de feria que ahora posee el evento. Más de un centenar de profesionales del sector han seguido una cita comprometida con creadoras y gestores, pero también con el público, protagonista destacado durante su desarrollo.