Unaiuna en el festival Sismògraf 2021, foto de Martí Albesa

17 de marzo 2022

Uno a uno, cara a cara. Así se plantean las entidades culturales el encuentro con su público. Después de más de una década batallando por cambiar la tendencia y conseguir que la audiencia aumente, la realidad se obstina en mantener más simas que picos. Recogemos algunas experiencias alentadoras y opiniones afinadas sobre el tema.

De las reflexiones en torno al papel del espectador activo en las artes vivas (encuentro Mov-s, Madrid, 2010) a la búsqueda del espectador perdido, aquel que no va hace tiempo o el que nunca ha llegado a ir a una sala. El último informe estadístico de la Sgae, publicado en octubre, ponía números a la evidencia: que la pandemia ha supuesto un golpe en las cifras de asistencia de público a espectáculos de danza, cifras que, por otra parte, nunca han sido muy boyantes.

Todavía no recuperados de los efectos de la crisis financiera de 2008 (en 2019, la danza, cuyo peso relativo es ligero en comparación con el teatro y la lírica, solo se había recuperado un 46% de la oferta, un 57% de los espectadores y un 47% de la recaudación de 2008), los datos del informe muestran que en 2020 hubo un 50% menos de funciones y un 75% menos de espectadores.

Así, como Sísifos subiendo con su piedra una y otra vez el mismo camino, los profesionales del sector abordan, una vez más, el pulso con la situación. Clubs de espectadores como el de La Perla 29, proyectos comunitarios de cercanía o institucionales de largo recorrido, tareas constantes de mediación, difusión o seducción son las herramientas que ayudan en esta travesía que busca tanto democratizar el acceso a la cultura como enlazar a los creadores con las comunidades de espectadores. Repasamos algunas de ellas.

City Horses de B. Källblad, pieza participativa que estará en Sismògraf 2022, foto de Tina Axelsson

Actividad sísmica

En la capital de la comarca catalana de La Garrotxa saben mucho sobre los gustos culturales de sus vecinos. El Departamento de Cultura de Olot (35.000 habitantes) lleva años trabajando las relaciones de proximidad con los ciudadanos. Tena Busquets, la directora de artes escénicas, es una reconocida gestora cultural que, además de planificar y programar, está en constante proceso de búsqueda de nuevos enfoques que conecten a los ciudadanos con la creación contemporánea.

El festival Sismògraf, dedicado a la danza en su sentido más amplio alcanza en 2022 su XII edición (del 2 al 20 de abril). En tránsito hacia un nuevo modelo de festival (ya no como mercado estratégico, sino como encuentro centrado en la responsabilidad social y la sostenibilidad), la cita anual es un ejemplo de buenas prácticas en la gestión de públicos.

“Hemos tenido varias líneas de trabajo: ofrecer programación gratuita en la calle para que la gente se encuentre la danza y conecte con ella, llevarla a sitios como mercados o parques, haciéndola presente en la vida de la ciudadanía. Se han desarrollado también programas específicos como “Millor públic”, de Explica Dansa, en el que cada año han participado unas 15 personas a las que se acompañaba en el descubrimiento de espectáculos y artistas. Más allá de memorias y estadísticas te puedo hablar de la satisfacción de encontrarme en el teatro con gente a la que antes no le interesaba nada la danza” resume Busquets.

Su labor se ha centrado igualmente en formar a los encargados de alimentar la dieta cultural de los vecinos, es decir, a los programadores, sobre todo de municipios medianos o pequeños, tradicionalmente reacios a contratar artistas desvinculados de formatos tradicionales.

Con más de 30 años de trayectoria, el valor de su visión sobre el tema es mucho. “Después de toda la eclosión de los 2000 llegó el frenazo de la crisis en 2010, una vuelta a formatos pequeños, a presupuestos bajos y condiciones difíciles. Cuando pensábamos que estábamos remontando llegó la pandemia, y ahora de nuevo hemos de volver a superar el bache” admite. “Hemos hecho trabajo de hormiguitas y ahora existe un caldo de cultivo, pero si no se destinan recursos y dinero no habrá continuidad. El público se ha ido adaptando, ahora ya no es tan necesario poner etiquetas a todo, pero hay que seguir trabajando para que los creadores puedan arriesgar más y aportar su visión innovadora”, concluye.

Dinero público para el público

El gobierno catalán ha sido pionero en la creación de una unidad especifica destinada a la creación y atención a los públicos de la cultura. Así, el Institut Català de les Empreses Culturals puso en 2013 al frente de esa nueva área a Silvia Durán. Su tarea ha sido articular acciones y ayudas económicas directas e indirectas para que todas las ramas de la creación catalana aumenten o consoliden el número de personas al que llegan.

En 2022 aportarán casi medio millón de euros a proyectos de entidades para este fin. Subvenciones que igual respaldan proyectos de danza en centros de secundaria, ciclos de encuentros con espectadores, o actividades con colectivos minoritarios. El apoyo a la formación para los que trabajan con las audiencias, el respaldo a premios y concursos por la difusión que aportan de los creadores, los talleres para la implementación de herramientas de ticketing, mailing o CRM o, más recientemente, los podcasts son algunas de sus líneas de acción.

Imagen de uno de los rodajes de la serie de Canal 33 Anticossos

En su despacho se han gestado alianzas como la conseguida con la Corporació Catalana de Mitjans Audiviosuals que, entre otras cosas, ha sacado adelante la miniserie de danza de cinco capítulos Anticossos, recientemente emitida en Canal 33

“Se han de crear y consolidar hábitos en torno a la cultura porque esta aporta más que disfrute, es un derecho de la sociedad, como la salud o la educación. Ahora mismo llegamos al 30% de la población, falta un 70% de inclusión. Tareas como la mediación cultural sirven para mucho, pero siempre que haya dinero con que acompañarla”, concluye Durán.

Barcelona y aliados

El festival Dansa Metropolitana acoge durante sus 17 días de programa (hasta el 27 de marzo) casi trescientas actividades, un tercio de las cuales son gratuitas. La capital catalana y once localidades vecinas han diseñado diferentes itinerarios para atender los gustos más variados. Ofrecen charlas, encuentros con creadores y otras acciones de proximidad para acercar las artes del movimiento a un público potencial de miles de personas.

En su tarea de cuidar, afianzar y hacer crecer al público de danza, el equipo del festival ha trabajado varias líneas: desde la diversidad de propuestas, la escucha a los gestores locales, los encuentros con los artistas, las actividades educativas o las acciones participativas. De esta últimas se ha encargado Eva García, quien desde ComuArt lleva años trabajando para que la cultura y las artes escénicas lleguen a todo tipo de ciudadanos (colectivos vulnerables, personas sin recursos, gente mayor…).

El Rumbòdrom es la propuesta de Flamenco Projects que este año ha servido para trabajar con grupos de mujeres en tres de las ciudades participantes, L’Hospitalet, Badalona y Sant Cugat. “La creación comunitaria se dirige a esas personas no vinculadas con lo artístico, para que accedan a la cultura de forma directa”, señala García. El perfil de las participantes es el de amas de casa, sin estudios y mayores, “Hemos hecho cuatro sesiones de taller de rumba con las bailarinas para que se lleven el movimiento a su cuerpo. Al final se exhibe en un espacio público, la experiencia es muy rica porque hay un contagio, se genera una tribu afín que lo da todo al proyecto”, cuenta.

De la articulación de los encuentros con público del festival se ha encargado la Asociación Cultural Recomana, un colectivo de críticos y especialistas que desde hace diez años están al servicio de los espectadores de festivales, teatros y ciclos de toda Cataluña. Jordi Bordes es el impulsor de esta plataforma que en 2019 llegó al centenar de acciones, cifra que bajó por la pandemia y que ahora parece remontar hasta la sesentena. «Intentamos responder a las preguntas de los espectadores para que entiendan la obra y puedan conectar con lo que han visto», explica, sobre los encuentros posteriores a las representaciones en las que coreógrafos, intérpretes y públicos dialogan con la intermediación de uno de sus expertos invitados. “Además, hemos hecho de todo, desde trivials con preguntas sobre las funciones, hasta radio, charlas pre función para contextualizar antes de la obra, ensayos abiertos con coreógrafos y ahora podcasts”, cuenta Bordes, quien ultima los preparativos de los Premis de la Crítica que se entregan el próximo día 21 de marzo en el teatro Romea de Barcelona.

 

En Valencia miman al público

El director del Institut Valencià de Cultura desde 2016, Abel Guarinos, ganó el puesto con el proyecto El públic és el protagonista, de manera que la principal institución cultural de esta Comunidad (encargada de las ramas de música, cine y artes escénicas) ha tomado buena nota de todas aquellas acciones en pos de la ampliación de las comunidades de espectadores.

En el centro dedicado a la danza de esta institución, Espai La Granja, dirigido desde hace un año por Guillermo Arazo, trabajan para satisfacer necesidades formativas y de apoyo al sector, pero también tienen claro su papel de mediación entre los creadores, sus obras y la sociedad, una forma de enfocar en la parte más democrática de la cultura y en la atención al público más diverso posible.

También desde el festival Dansa València su directora, María José Mora, tiene claro el acompañamiento que puede necesitar el público no experto a la hora de acercarse a la creación menos ortodoxa. En la próxima edición (del 2 al 10 de abril) se ofrecen tres itinerarios de espectáculos guiados para dar a los no iniciados herramientas de conocimiento y comprensión. El flamenco actual, la creación local y las propuestas más singulares del festival marcan las rutas.

Abril en Danza, el festival alicantino que este año celebra su XI aniversario (del 3 de abril al 1 de mayo), nació precisamente de la inquietud de Asun Noales y su compañía Otra Danza por «visibilizar y potenciar la danza». En esta década, su crecimiento en días, variedad de contenidos, entidades implicadas, en presupuesto pero, sobre todo, en seguidores, demuestra que los ciudadanos pueden ser tan receptivos a la danza como a cualquier arte.

Público, espectadores, comunidad, audiencia, cualquiera de las palabras sirve para definir a los destinatarios de la creación contemporánea. Solo una nombra el marco que define la necesidad de trabajar con ello: futuro. Desde el mundo del teatro, Bacelona acogerá del 24 al 26 de octubre de este año el I Congreso Internacional de Espectadores de Teatro, una convocatoria que da pistas sobre lo mucho que todavía queda por hacer para estrechar lazos con el público.