Foto de portada: Horacio Cabilla
14 de marzo 2022
Existe una escena doblemente off en Barcelona en la que la abundancia de ideas y el arrojo creativo es inversamente proporcional a la falta de recursos. En ella se da pábulo a ese estado físico y mental que propicia la improvisación. Crear en el presente, sin guion previo ni ensayos, es su esencia, la fórmula óptima para canalizar conocimiento y experiencia. Si los Martes Fueran Viernes-SLMFV trabaja por y para ella con la itinerancia y la comunidad como aliadas.
Tres años después de iniciar casi accidentalmente su andadura, SLMFV sigue su camino dentro del panorama barcelonés más alternativo. Valentina Azzati y Milagros Mili García son las impulsoras de este proyecto que ha abierto nuevas vías para la creación instantánea. Provenientes de Argentina y sin llegar a la treintena, ambas son bailarinas y llegaron a Cataluña hace seis años. La invitación de la sala Oracles de Poble Sec de hacer un programa escénico los martes fue el origen de todo lo que ha venido después. Casi una treintena de sesiones de improvisación diseminadas por salas metropolitanas y una jornada festivalera, Enemigos íntimos, que ha llegado para quedarse, son algunos de sus logros.
Hablo con ellas mientras se encuentran en Buenos Aires preparando una nueva incursión improvisatoria. Antes de que acabe el mundo, es la propuesta para nueve intérpretes que se ha podido desarrollar en cuatro espacios diferentes de la capital. Entusiasmadas por todo lo que allí está pasando, descansan un momento para hablarme del recorrido de SLMFV aquí, en Barcelona. Nau Bostik, Akhasa, Nunart, La Caldera, Graner, Lleialtat Santsenca o Pla Roig son algunos de los espacios que han acogido sus sesiones.
En su primera invitación, en octubre de 2018, plantearon instrucciones claras, bailar un disco entero de los Beatles. Tras una breve preparación y previa elección de un vestuario sencillo y de una iluminación básica, comenzaba el baile. Recuerdan aquel primer día como algo épico, “vinieron 65 personas”, me cuentan. “Aunque el espacio era pequeño la energía era increíble. Fue entonces cuando vimos que había una brecha que cubrir en la escena local”.
La pauta se repitió en siguientes convocatorias con discos de Depeche Mode, Camarón o Patty Smith. El “boca-oreja” se encargó de convertir cada cita en un éxito. “La gente que venía no se conocía entre si. Trabajaban durante una hora a puerta cerrada, luego abríamos y entraba el público”, explican sobre su modus operandi. Mientras que Valentina se ha encargado de crear una iluminación site specific para cada momento, Milagros es la responsable de la parte sonora de las sesiones, generando soundtracks o ambientes sonoros en función de cómo se desarrollan las acciones en escena. Lo suyo no se centra en la danza y la música, un punto de encuentro común en el mundo de la improvisación, “hay mucha gente muy buena que ya se dedica a ello, lo nuestro es diferente”, aclaran.

Voluntarioso y alternativo
El discurso de las promotoras de la “Casa de la Improvisación”, a cuyo equipo creativo se sumaron posteriormente Aina Lanas y Cuque Cao, incide en dos aspectos. El primero de ellos es la continua adaptación que realizan en los locales que las acogen, “hablamos de improvisación escénica en sentido amplio. Lo hacemos no solo con el movimiento, sino también con el resto de elementos, como vestuario, luces y sonido”. Lo segundo que subrayan es la gratitud hacia todos aquellos artistas que durante estos años se han implicado y han colaborado en el proyecto. Con apenas unos euros recaudados por sesión, el lucro no ha sido, sin duda, la motivación. Lo que ha movido a tanta gente a participar en alguna de las sesiones ha sido las posibilidades expresivas que comportaban. “La investigación previa que hacemos para orientar ciertas premisas no es cualquier cosa. Al entrar en la sala, el set que tenemos montado es dinámico y el ritual de trabajo es muy divertido. Le damos valor a la composición desde la improvisación, a nivel estético las piezas son elaboradas y el resultado final es de calidad. Ese viaje es el que interesa a los participantes” explican. En su web enumeran a cada uno de los bailarines, fotógrafos, performers o realizadores que han desfilado durante las jornadas. Más de un centenar de personas que han ampliado la base colaborativa que Azzati y García plantaron en 2018. Al amparo de esa red generaron su primer festival, Enemigos íntimos, que unió a parejas de improvisadores durante una intensa jornada el pasado 27 de noviembre.
“Fue una bomba. Participaron 20 intérpretes (Cecilia Colacrai, Jorge Albuerne, Charo Di Stefano, Clementine Télesfort, Eduard Tamayo, Nelson Martínez, Santiago Ruiz,…). El público era ecléctico, muy abierto. Montamos bloques performativos por diferentes espacios de la nave. Fue una cocina abierta en la que se veía lo que íbamos preparando con la iluminación o con la música en cada momento”.
Todo lo sucedido desde aquella primera sesión está generando sus frutos, como su participación en un próximo ciclo de danza e improvisación que el Mercat de les Flors ofrecerá a finales de este 2022. Una segunda edición del festival ocupará parte de sus esfuerzos, así como las clases en distintos centros de la ciudad.