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26 de enero 2022

Espiritualidad, física y danza confluyen en Humanhood. En su visión de la vida, un vértice es el conocimiento interior, otro la proyección hacia el futuro y un tercero el movimiento que todo ello genera. Como compañía asociada al Mercat de les Flors, regresan ahora con Zero, el dúo que les abrió las puertas de los grandes teatros.

Las del 28 y 29 de enero serán las últimas funciones que Júlia Robert y Rudi Cole ofrezcan de su conocido dueto. Estrenado en 2016 en Inglaterra, con su parte final obtuvieron el primer premio del Certamen Coreográfico de Madrid en 2017. Un año después, tres de los más comprometidos centros de danza británicos, -The Lowry en Manchester, Sadler`s Wells en Londres y el Birmingham Hippodrome-, les brindaban apoyo para redimensionarla y que pudiera llegar a teatros más grandes. Fue su manera de apoyar a dos jóvenes bailarines (tenían 28 años) e incipientes coreógrafos que comenzaban a despuntar en la creación. Todo lo acontecido desde entonces demuestra el acierto de esa apuesta.

Establecidos entre Birmingham y Barcelona, Robert y Cole han seguido creando y creciendo. Varias obras han seguido a Zero. Con ellas han llevado su propuesta a la calle, a espacios singulares y festivales como el Grec o el Sismògraf, que coprodujo su primera pieza de gran formato, Torus, estrenada en 2019.

Durante la conversación, los artistas se muestran contentos sobre la marcha de Humanhood, muy centrados en su siguiente producción grande (Infinito, se estrenará en abril) y en seguir haciendo crecer una comunidad de artistas y bailarines interesados en su particular universo.

Como pareja vital y artística, ambos comenzaron a investigar en piezas propias mientras eran bailarines profesionales. Ella lo había sido en compañías como la de Jasmin Vardimon; él, en la de Akram Khan, entre otras. Pudieron coincidir en el Ballet de Birmingham hasta que la dirección determinó que las relaciones personales eran incompatibles con las profesionales. Al no renovar el contrato a Rudi, Júlia salió también de la compañía, lo que fue, sin querer, el impulso definitivo para poner en pie Humanhood. “Para remontar esa temporada de incertidumbre quisimos interpelar a las relaciones humanas, a la conexión entre personas, a esa humanidad que da nombre a la compañía”, cuenta Robert, quien añade “queremos generar un lugar de encuentro, la gente es bienvenida como persona, no solo por cómo baila”, añade.

La física y el infinito

Vivimos tiempos de mirar hacia dentro, de buscar en nuestro interior aquello que nos permita lidiar de alguna forma con el desasosiego exterior. La propuesta de Humanhood reclama atención hacia la parte espiritual de cada uno. Vinculados con el misticismo a través de la práctica de técnicas que conocieron en lugares como la India, es esta una de las patas que sustenta su proyecto.

La otra es la física, uno de los grandes intereses de Júlia Robert, quien inició estudios universitarios de esta materia. “Yo quería ser bailarina y física, las dos cosas, pero cuando empecé me di cuenta de que la carrera no era tan romántica, que una parte importante consistía en procesar datos en un ordenador. Cuando dejé la física por la danza dije que pasaba de la teoría a la práctica. Con la danza he podido recuperar la parte creativa que para mí significa la astrofísica, por ejemplo”, añade. En 2017 crearon Orbis, inspirado en la luna, al igual que su pieza Sphera, de 2020. En Zero dos personas se embarcan en una experiencia cuántica. “El punto de partida son las partículas y el punto de llegada la onda”, reza su descripción.

También en este sentido, los dos se complementan; mientras que Cole se encarga de la parte más investigativa del movimiento, o de la traslación a este del taichí, Robert suma su visión científica de la creación. Cuando le pido a Rudi más detalles sobre esta combinación me explica: “Existe un triángulo, en el cual el conocimiento es el pasado, la física moderna es el futuro y el cuerpo es el presente. Esto nos lleva a la conexión”. Todo ello se materializa en espectáculos de belleza formal, en los que la danza toma una forma orgánica y natural no exenta de riesgo, virtuosismo y sorpresa.

Humanhood ha encontrado en Cataluña un público entusiasta. En abril presentan espectáculo nuevo, Infinito, que unirá danza, teatro y meditación, en la que se implicará al público. “Creemos que la danza es más que entretenimiento, puede ayudarnos a descubrir nuestro yo interno, o la capacidad que tenemos para crear. Todos somos creadores”, afirman.

Sobre el ecosistema artístico que tan buena acogida les ha profesado comentan que sería interesante que hubiera más conexión entre generaciones: “Puede ser la oportunidad para que gente de diferentes edades se encuentre y charle, algo siempre enriquecedor. Necesitamos conectarnos, desde los más jóvenes hasta los más mayores”.

En Zero, los dos intérpretes se enredan a través de un viaje ritual que lleva de regreso a los orígenes, un lugar sin recuerdos para volver a empezar a través de movimientos hipnóticos y bellos. “Nos gusta la idea de infinito, no existe un principio ni un fin, por eso, aunque después de las representaciones en el Mercat guardemos Zero, la pieza entra ahora en otra dimensión, quien sabe qué será de ella en el futuro”, concluyen.

Mercat Flors

Humanhood