Foto de Toni Martín
19 de noviembre 2021
Vicent Gisbert ha buscado la compañía de artistas y profesionales de diferentes ámbitos para su nueva creación escénica. Las ganas de bailar han sido también un resorte en Panoràmica, la pieza que durante dos fines de semana consecutivos se puede ver en Carme Teatre. Una obra de danza en la que se abre un universo sonoro que juega con las corporeidades de los cuatro intérpretes y de distintos objetos. Hablamos con el creador valenciano.
La crisis de la década pasada llevó a Gisbert a Berlín, cuidad en la que residió durante ocho años y donde sus proyectos artísticos encontraron diferentes complicidades. Dedicado a la creación visual y escénica, la robusta escena cultural de aquella ciudad le permitió seguir creciendo profesionalmente mientras en España languidecían o desaparecían salas, festivales y circuitos. Choices, 1,2,3,4,6…, Samsara o Fenster son algunas de las creaciones que firmó durante ese período, años en los que no dejó de estar vinculado con la escena nacional gracias a redes profesionales y afectivas.
Artista multidisciplinar, Gisbert llegó a la danza desde la Educación Física en la que se formó y las artes marciales que practicó durante años. La participación casual en una clase de danza le despertó una curiosidad por la creación desde el movimiento, algo que comenzó a realizar a través de piezas de video y posteriormente de obras escénicas. En solitario, con el acompañamiento de Marc Martínez o en colaboraciones diversas, ha ido ampliando su catálogo de obras, una combinación de pantalla y escenario con la danza como protagonista.
Desde su regreso a Valencia en 2019, Gisbert se ha visto involucrado en proyectos artísticos de calado social. Si yo fuera le permitió hace dos años trabajar con un grupo de usuarios del Centro Ocupacional El Renàixer de Godella, con los que creó una pieza de video danza. En los últimos meses ha colaborado junto a arquitectos, urbanistas y vecinos del barrio de Nazaret gracias a EnDansa, un extenso trabajo de campo sobre las posibles mejoras que la ciudad puede ofrecer a la movilidad y confort de sus vecinos. Una investigación en la que la danza ha tenido un papel crucial.
Foto de la pieza Arriba huele a campo
Todo ello sirve para explicar por qué después de numerosos trabajos en solitario o con equipos reducidos sintiera la necesidad de rodearse de gente en su siguiente proyecto. También quería que la danza estuviera muy presente, «ha habido muchos prejuicios hacia ella, parecía que algo era más interesante si se bailaba poco, si había más pensamiento y menos cuerpo», cuenta.
La evolución de una idea
El proceso de Panoràmica se inició en 2020 con un formato claro que ha mutado con el tiempo. El laboratorio de investigación inicial, una asamblea de profesionales de la escritura, la danza o la música, se proponía indagar a partir de un lienzo, mental, en blanco. Querían ver hasta dónde podían llegar desprovistos de imaginario alguno, qué caminos les marcaban las derivas provocadas por los mismos encuentros desde la heterogeneidad de sus participantes. El intercambio de las metodologías propias del movimiento o la composición musical fue creando una serie de materiales que pedían algo más que ser objeto de reflexión. De ahí que Gisbert, como impulsor del encuentro, asumiera que una obra escénica se abría paso. Iniciado el proceso de producción, el proyecto consiguió ayuda de diferentes instituciones y centros como L’Animal a l’Esquena, cuyos directores, los coreógrafos y bailarines Pep Ramis y María Muñoz, tan inspiradores resultan a Gisbert. También consiguió la beca de residencia en Carme Teatre, espacio comprometido con la creación contemporánea.
«Apareció el tema del ritual como lugar desde el que acercarnos a la danza; también surgió la idea de moverse desde el presente, de no anticiparse o la de ser conscientes de la tensión de la manipulación», comenta. La composición en tiempo real marca el ritmo, al igual que los objetos -palos, cuerdas o telas- construyen un campo sonoro que se nutre de la interpretación musical en directo de Paco Morcillo. Paula Romero, Irene Ballester, Lucía Jaén y el mismo Gisbert completan el elenco en escena, Rocío Pérez y Adán Hernández colaboran en la dirección y dramaturgia, Mariví Martín en el proceso de escritura, Cora Mateu, Pere Bodí y Elena Álvarez-Ossorio figuran en el acompañamiento artístico. La dirección ha sido una pero la toma de decisiones ha estado consensuada.
El resultado es «una pieza de danza que también puede ser un concierto». Para verlo y valorarlo por una misma, nada mejor que acercarse al teatro hasta el próximo día 28.