Imagen de portada Aina Lanas, foto de Claudia Herran

30 de julio 2021

El suelo está desgastado del uso, de tanto bailar, zapatear, ensayar. Resuena ahora en la tarima experta el ritmo de algo nuevo que se está gestando en ese espacio de danza y repetición. La sede de la Asociación Cultural Andaluza Marismas acoge la creación especial de Preludio, suma del trabajo de la bailaora y coreógrafa Carmen Muñoz y los miembros de Zyryab, la formación de baile andaluz y flamenco del colectivo. El resultado se verá en septiembre en L’Herència, nueva cita cultural que une flamenco y patrimonio.

L’Hospitalet de Llobregat es una de las ciudades más grandes y densamente pobladas del país. También es una de las más flamencas. La numerosa inmigración andaluza de los años 60 y 70 arraigó con su cultura, por eso abundan peñas, cantaores, asociaciones con sus respectivos cuadros de baile y otro tipo de agrupaciones que mantienen vivo el espíritu flamenco. A ello se suma la amplia cantera catalana, formada por artistas cruzados de influencias, que han convertido el territorio en un lugar muy fértil y activo. En ese caldo de cultivo nace L’Herència, ciclo que une danza y música flamenca con el patrimonio arquitectónico de la ciudad. Entre el 11 y el 19 de septiembre próximos, edificios tan emblemáticos como la ermita románica de Bellvitge, la antigua fábrica textil Tecla Sala o las centenarias casas señoriales de Can Colom o Torre Barrina acogerán hasta 10 espectáculos con Pere Martínez, La Venidera, Karen Lugo junto a Chicuelo o José Maldonado en el cartel. 

Cuenta Marta Piñol, impulsora de este ciclo a través de la productora Flamenco Projects, que estarán presentes en cinco distritos de la ciudad con propuestas de jóvenes talentos, de trayectorias más cortas, junto a las de otros nombres más consolidados. “Contamos con el apoyo de la Regiduria de Cultura de L’Hospitalet, que ha acogido la propuesta con los brazos abiertos”, añade. «Con L’Herència generamos un recorrido de interés uniendo el valor del flamenco actual con el del patrimonio local», puntualiza Piñol, quien a la hora de elaborar el programa ha querido unir, mezclar, proponer diálogos. Así, si en la ermita más antigua de la ciudad se podrá ver al combo de flamenco y música cubana Akeré, las enormes naves de Cant Trinxet acogerán las heterodoxas improvisaciones de Aina Lanas, Ana Morales y Cristina López. 

Karen Lugo presentará Golpe de tierra, foto de Paula Jane

ACA Marismas se sale del patrón 

Otra de las apuestas de L’Herència es poner a trabajar juntas dos vertientes en apariencia contrapuestas del baile. La coreógrafa y bailaora Carmen Muñoz (Granada 1988) ha demostrado su interés en un flamenco con diferentes expresividades, más libre, como demuestra su último trabajo Bailes de histéricas, una investigación a partir de la danza de artistas como La Chana o Manuela Vargas. Por el contrario, las hermanas Sandra y Sara Bejerano, fundadoras de ACA Marismas del Guadalquivir han mantenido en sus 12 años de vida una línea de apego a la tradición sin fisuras. A través de talleres, clases y muestras han expandido las sevillanas y el flamenco de siempre. Hasta ahora. Desde finales de junio Muñoz y la docena de miembros de Zyryab (nombre de un famoso tema de Paco de Lucía) están trabajando juntos para llevar adelante una creación especifica para L’Herència que se verá el día 12 en el patio de la antigua casa señorial de Pubilla Casas.

En el local donde ensayan una calurosa tarde de julio, los espejos agrandan el espacio. Trofeos, placas y fotografías rodean la estancia, recuerdos del paso por certámenes, ferias y encuentros. Varias imágenes de la Virgen del Rocío decoran las paredes. La gastada tarima da fe de las horas de baile vividas en algo más de una década. Carmen Muñoz viste camiseta negra, leggins deportivos y zapatos flamencos; las hermanas Bejerano, top, falda larga y botines. Con ellas ensayan Cristian y Toni, dos de los hombres del grupo. Muñoz mantiene dos líneas de trabajo para esta pieza, una coreografía pautada convive con un espacio abierto para entrar y posicionarse a través de la improvisación. «Ellas están acostumbradas a la codificación y les cuesta salir de eso porque yo les pido, por ejemplo, entrar en la forma del movimiento desde la piel. Pero su actitud y predisposición es muy buena, confían en mí y si les doy las herramientas y las pautas encuentran el movimiento que les pido”, cuenta Muñoz, «aunque para ello tengo que ser muy clara, por eso llego con todo trabajado antes”, destaca.

El calentamiento por parejas abre el camino. “Me comprometo con la forma sin dejar de vigilar el peso; vamos a ver qué relación tenemos con el suelo”, les dice. Mientras dos de ellos repiten los pasos, escuchan nuevas consignas y frases  que remiten a conceptos y dinámicas no tratados antes, “veo una energía densa, contenida; si hacemos una cosa se debe ver muy definida”. Al fin y al cabo es como si a un cantaor clásico le das una guitarra eléctrica, debe recibir instrucciones de cómo usar el instrumento y pueden pasar muchas cosas hasta que lo controle.

A mitad de los prolegómenos Muñoz pregunta al grupo por sus sensaciones. “Lo he notado todo lento, como si estuviera buceando y pasaran las cosas muy despacio” dice Sandra. “Yo me he soltado, he ido a mi aire”, dice Sara.

Carmen Muñoz a veces baila del revés. Aquí en Bailes de histéricas, foto de Kazumasa Horiuchi

Puestas ya en materia, las cuatro personas que ahora ensayan se concentran en las instrucciones de la coreógrafa. Llegan los pasos, primero en dúos, luego todos juntos. La música pasa de un bolero aflamencado a La niña de fuego, el tema de Manolo Caracol de 1947 versionado por el grupo indie sevillano Pony Bravo. Es este el tema que marca la parte central del ensayo, las entradas y salidas de los dúos, la interacción del cuarteto, las formas del movimiento, una cadencia sinuosa pero constante, un compás que permite que los botines caigan rotundos sobre la madera. Preludio contará con doce intérpretes, aunque hoy, ya casi agosto, solo ensayen los adultos. El resto, un grupo de entre 15 y 25 años, ha empezado ya sus vacaciones a la espera de retomar en septiembre los ensayos intensivos.

Carmen Muñoz utiliza metáforas para hacerse entender, como cuando le dice a uno de los bailarines “ahora levanta el brazo y extiende la mano como si fueras spiderman”. Toman la escena, repiten, escuchan, afinan los pasos, vuelven a hacer, entran en la dinámica, vuelven a repetir, definen lo que ya saben. La frase toma ya cuerpo, se aprecia un cambio de textura, la actitud de los bailarines es más sólida, centrada. Dos repeticiones más para afianzar el trabajo. La niña de fuego suena de nuevo, el chocar de las manos suena más fuerte, parece que el suelo vaya a quebrarse. Al final hay aplausos bidireccionales, de Muñoz al grupo y a la inversa. El entusiasmo de Sara estalla: “nos estás haciendo ver la danza de otra forma, nada es correcto o incorrecto”; “mi hermana es muy open mind” dice Sandra, entre risas, antes de añadir “hace un mes y medio era impensable salir a bailar algo que no fuera el abcd, pero ella nos ha dicho, ‘si vosotras os lo creeis el público se lo creerá’ y aquí estamos” añade la pequeña de las hermanas. 

Yoel Vargas visto por Noelia Iniesta

Joven y con talento

A media hora en metro de la Avenida del Bosque otro artista se prepara para L’Herència. Yoel Vargas es un jovencísimo bailaor que con 17 años ya ha conseguido una docena de premios, medallas y reconocimientos nacionales e internacionales, como el Premio AISGE al Bailarín Sobresaliente o el Premio Ballet Nacional de España en el Certamen Coreográfico de Madrid, ambos en 2020. Gracias a su formación en danza contemporánea, escuela bolera, danza española, estilizada, folclore y flamenco ha ido añadiendo a su entrenado cuerpo capas de conocimiento que ha ido puliendo a base de mucha práctica. En su ámbito se le reconocen aptitud y talento a partes iguales. Simpatía también derrocha cuando nos encontramos en el Centro Cívico Barceloneta donde prepara la pieza que mostrará el día 12 de septiembre en Can Colon, masía del XVIII convertida en residencia de una familia burguesa en el XIX.

El mes intensivo que ha pasado en la sala le ha permitido avanzar con Periplo, pieza de media hora que estrenará en L’Herència. «La idea viene de una necesidad de crear y de hablar de algo universal. En este caso sobre el personaje principal que toda historia tiene, bien sea Don Quijote, Matrix o Harry Potter, ese personaje que evoluciona y cambia para, finalmente, regresar a casa con la aprendido. Periplo es un recorrido por las fases del viaje del héroe y en L’Hospitalet presento la primera parte, de una media hora, junto a Miguel de la Tolea, uno de los mejores cantaores que tenemos», añade.

Después de este estreno, la obra seguirá su camino de creación por fases, un proceso que será largo pero para el que Vargas está preparado. «He hecho piezas para otros y coreografías más cortas para mí, pero ahora siento que es el momento de trabajar en algo más grande» me cuenta tras el ensayo. El talentoso bailarín participará en otras de las sesiones que el ciclo dedica a la improvisación. De ello y de todos los detalles del indisciplinado cartel daremos cuenta en próximas entregas.

Ana Morales actúa en el Teatre Joventut de L’Hospitalet coincidiendo con el nuevo ciclo en la ciudad

 

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