Foto de portada: Daniel Olsson
19 de junio 2021
Aprendió a escribir con la mano izquierda cuando con ocho años cayó de la bicicleta y se rompió el brazo derecho. Mercedes L. Caballero (Córdoba, 1975) tuvo un romance temprano con las palabras, a través de la lectura pero también de la escritura. Convirtió esta pasión en oficio estudiando Periodismo, la diversificó gracias a su profesión y ahora la completa con la publicación de su primer poemario, Al final de las letras. Reconocida periodista especializada en danza, a la cual lleva dedicada veinte años, ejercita su mano experta en la materia en un blog personal que cumple ahora 10 años. Miembro de la Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras, la autora reconoce una obsesión constante por el lenguaje como vehículo de comunicación fundamental en la era de la imagen. Repasamos con ella algunas de las claves de su relación con la poesía y la danza.
¿A qué alude el título del poemario, Al final de las letras?
Tiene que ver con cierta obsesión que tengo con el lenguaje, con las palabras, la precisión, lo que se cuenta y lo que no. Al final de las letras no hay nada y a la vez existe todo ¿Por qué? Nada porque aquello que no cuento, aunque sea para mí misma, casi que no ha existido. Y todo porque el final de algo siempre es el principio de otra cosa. He de decir que me cuesta hablar de esto. Nosotras somos periodistas, nuestro trabajo es hablar de lo que hacen otras personas y no de lo que hacemos nosotras.
Además de como periodista te has formado en escritura y poesía en diferentes cursos y talleres profesionales. La publicación del poemario, ¿era una necesidad propia o fue una invitación de la editorial Ménades?
Mi necesidad con el lenguaje y en este caso con la poesía y con la literatura, es la de escribir, no la de publicar, no necesito compartirlo como un fin, necesito compartirlo conmigo sobre el papel. Por tanto, esa necesidad de publicar no existía pero tenía una recopilación de poemas que se convirtió en manuscrito. La escritora y poeta Sonia Aldama ha sido profesora mía en el taller avanzado de poesía. Fue ella quien me dijo que estaría bien que lo publicara, así que envié el manuscrito a Ménades porque es una editorial pequeña, independiente, se mueve en ese margen en el que me gusta moverme, es feminista, solo publica obra de mujeres (me preocupa nuestra invisibilidad en todas las áreas, también en la literatura), es una editorial joven que trabaja con afecto. Me he dejado llevar. Me pasó igual cuando empecé con el periodismo de danza, tampoco me lo propuse, simplemente surgió una necesidad de ponerle palabras a una disciplina corporal, poco a poco empecé y fue pasando.
Has coordinado y participado en diferentes trabajos editoriales como la publicación de los 40 años del Ballet Nacional de España. ¿Este poemario es un paso más en tu camino de escritura?
Sin duda. Escribo poesía (si es que podía llamarse así) desde que era adolescente. A los 18 años me inscribí en el grupo de poesía de la Universidad. Llegó el día de lectura de poemas y me animé. Recuerdo que llevaba una libreta A4 de papel reciclado. Leí un poema que recibió de mis compañeros las peores críticas. Aquello hizo que mi entusiasmo mermara, que siguiera escribiendo pero no le hiciera caso a esa necesidad que estaba dentro de mí. Hace cuatro años estaba inquieta, seguía escribiendo poesía y relatos, pero sentía que necesitaba herramientas. Conocí a Sonia Aldama y estuve tres años estudiando poesía avanzada con ella y relato con Eloy Tizón. Ahí se abrieron las compuertas.
Mercedes L. Caballero en la presentación del libro sobre los 40 años del Ballet Nacional de España
¿Qué cosas te inspiran a la hora de escribir un poema?
El mundo en general, temas que están ahí y de repente no entiendo. Con la poesía sufro, me comunico desde el dolor y entro en sitios oscuros a nivel temático o de lenguaje. Tengo una relación de dolor-placer con la palabra, sobre todo con la poesía, creo desde ahí, desde esa preocupación e inquietud. Me interesa lo que va mas allá de lo que me pase a mí, aquello que yo sufro pero creo que puede trascender. He aprendido a entender que las cosas que me interesan están en el margen y es ese margen no estoy sola. El tema principal de mi poesía es el lenguaje, la poesía me permite investigar en la palabra y trabajar los implícitos, lo que se cuenta con lo que no se dice, lo que me permite experimentar, investigar. Que la forma y el fondo vayan de la mano es mi objetivo.
En las notas de la editorial se menciona que el poemario se inspira en cierta insatisfacción permanente, ¿qué te provoca esa insatisfacción?
El ser humano, principalmente en comunidad, en la que me incluyo; el exhibicionismo en tiempos de redes sociales; las pocas ganas y tiempo de profundizar en las cosas; la falta de hondura, de principios, de ética; la mala educación; la maldad.
Al mismo tiempo percibo el brillo de cosas cotidianas, un hueco para lo mas íntimo.
Sí, porque al final todo pasa por una misma. Aunque la poesía no sirve para nada, ese es su gran logro. Soy yo quien coge el lápiz para escribir el poema, luego lo paso a máquina, después a ordenador. No dejo de ser yo, pero a la vez no es un yo en primera persona, no es poesía del yo. Estoy un poco harta del yo y de la autoficción pero es del yo porque no hay poema que no pase por él aunque intente ir más allá.
Métrica, caligrafía, gramática son algunos de los nombres de los poemas, como un ejercicio de nomenclatura que alude a tus pasiones ¿Cómo relacionas estas palabras con tu propia vida?
Están muy, muy relacionadas. Aunque con el tiempo he aprendido a no dejarme llevar tanto por el uso del lenguaje en diferentes contextos, sí es muy importante.
Aparecen palabras como esdrújula, libretas, fonemas…. ¿Es casualidad o hay un hilo conductor en todo el poemario?
Yo no me senté y dije «voy a hacer un poemario en el que el lenguaje lo conduzca todo y estas palabras van a estar», no. He tardado casi tres años en tenerlo. Iba escribiendo y cuando puse juntos los poemas me di cuenta que mi interés por el lenguaje es de diván, forma parte de mí. No soy solo eso, pero es una parte de mí muy importante que por primera vez comparto. Fue clave una frase de Eloy Tizón sobre esa parte de escribir que es compartir, porque a veces hay que abrir cajones y sacudirlos para volver a llenarlos. Yo necesitaba soltar, podía haber sido de otra forma, pero en el fondo sí hay cierta necesidad de saber si esto que es tan importante para mí y me lleva tanto tiempo y obsesiones va a algún sitio, si puede significar o servir a alguien.
Dime una de tus palabras favoritas.
Pertinencia.
Un momento de la presentación de Al final de las letras, foto de Iñigo Rotaetxe
¿Cual es tu opinión sobre el papel que en la educación se le da a la escritura y a la expresión?
No tengo tanto conocimiento como para hacer una diagnosis, pero sí tengo una preocupación porque el lenguaje y la expresión sean algo prioritario en cualquier asignatura, a la hora de enseñar, formar y evaluar. Para mí fueron clave los profesores que tuve en el colegio y en el instituto. Es importante que las palabras se vean como amigas, enseñar para que no sea una pesadilla. La palabra es la primera carta de presentación, lo que usamos para comunicarnos con los demás. Puede ser aliada o enemiga, su poder es tan grande en cualquier contexto que debe ser prioritaria, y creo que no lo es.
Sobre la escritura de danza, ¿cuál es tu análisis sobre la difusión periodística del tema?
El tratamiento es muy pobre, deficiente, es algo que me preocupa desde siempre. Me refiero a los medios de difusión general.
¿La danza tiene quien la lea?
Si, igual que tiene público, pero necesita presencia. Si ves que en un medio de tirada nacional no existe la danza piensas que no es importante, porque si el periodismo recoge lo que pasa en el mundo y la danza no está tal vez sea porque es minoritario. Pero luego se abren los teatros y están llenos, hay público, aunque el periodismo de danza se mueve en los márgenes.
Mañana mismo, 20 de junio, Unblogdedanza cumple 10 años de existencia, ¿Qué balance haces de esta década?
En el blog es clave la independencia, la libertad y el intento de rigor. Las dos primeras son imprescindibles en mi vida profesional, en la personal y en la literaria. Eso lo consigo porque no hay publicidad ni habrá nunca. Yo tengo una relación complicada con la publicidad y el periodismo, creo que es una relación oscura, corrupta, que acaba con el fin último del periodismo que es la verosimilitud. Esa libertad me ha permitido hacer lo que quiero y lo que pienso que debo hacer, un periodismo relacionado con la danza para difundirla desde la imparciadlidad. Unblogdedanza es un medio de comunicación que cumple una función, es unipersonal, modesto, pero intenta dar voz a las creadoras de danza de este país desde diferentes ángulos y géneros.
¿Puedes establecer alguna similitud entre la poesia y la danza?
Yo no, ninguna, pero el otro día, en la presentación del libro, Sonia Aldama sí que la encontró y la explicó. Ella sí que siente la danza en la musicalidad de mi poesía, piensa que tiene que ver con mi mirada de espectadora de danza. Pero si me preguntas a mí no me vienen imágenes de danza, ni palabras. Yo diría que danza y poesía están en departamentos estancos, pero una persona la conforman muchas cosas que se contagian y alimentan.
¿Podrías definir el placer de escribir?
Escribir es placer y sufirimiento. Lo placentero es cuando surge el poema o el relato, cuando lo dejas reposar y luego está ahí. Porque una parte muy importante de la escritura es la reescritura, yo reescribo y reescribo, hasta tengo el peligro de no acabar el poema. Por eso el placer llega cuando pienso “ya está, no lo toco más». Me he sentado a escribir con dolor, confusa o con ansiedad. He cogido el lápiz, he escrito y cuando al pasar unos días lo he leído he pensado que no quería volver a verlo en mi vida, lo he dejado en un cajón o, al contrario, he dicho, «no está mal». El sufrimiento y el placer empiezan y acaban conmigo misma.