En la foto de portada, Laura Saula

13 de mayo 2021

Tienen en común el amor por la tierra y sus frutos, por los animales que en ella se crían, por las campos abiertos y fértiles que dan forma al mundo rural. La periodista Laura Saula retrata en el libro Terra de dones a ocho mujeres que se dedican profesionalmente a la agricultura y a la ganadería en Cataluña. Comparten tanto el oficio como los problemas que afectan a un colectivo muy poco conocido. 

Sorprende el caso de Carla Albareda, quien con 25 años lleva ya cuatro al frente de una granja de engorde de 360 terneros en Montmaneu. Una joven que tuvo claro desde muy temprano que quería ganarse la vida en unas tierras que pertenecían a su familia. Con el Grado en Producción Animal y Veterinaria enfocó su sueño. La dedicación a un trabajo tan intenso no resta un ápice de ilusión a su vida, pese a que reconoce que su doble condición de mujer y joven le ha complicado el encaje en un entorno masculinizado y a veces hostil. Judit Sogas lo ha apostado todo a la producción de vino ecológico en sus viñas de Rubió de Baix. Su trayectoria profesional había tenido bifurcaciones, pero desde que en 2009 tomó la decisión de recuperar y producir uvas xarel·lo en la finca que compró, la apuesta es clara. Maria Àngels Prat lleva toda su vida adulta dedicada a la granja de vacas. En Franciac las cría junto a su marido y su hijo, un trabajo que no cambiaría por nada del mundo pese a los intempestivos horarios y la dedicación total a la producción lechera. Tres veces al día debe ordeñarlas, pero su amor por sus vacas frisonas le mueve los 365 días del año.

Ester Gomis cultiva almendros, avellanos y olivos en Vilallonga del Camp. Foto de Jordi Borràs Abelló

Laura Saula (Barcelona, 1986) continúa esta semana la ronda de presentaciones de Terra de Dones. Pageses de Catalunya, el libro recién publicado por la editorial Fonoll. Fueron los responsables de la editorial y los del magazin digital LA MIRA quienes encargaron esta publicación singular a Saula. El objetivo era “dar voz a un colectivo invisibilizado”, el de las mujeres, que permanece dentro de otro ámbito, el rural, del que también conocemos muy poco. “Son mujeres de diferentes zonas de Cataluña”, nos cuenta la periodista, “quise que estuvieran muy repartidas, desde las Terras de l’Ebre hasta el Pirineu, respetando la división en ocho veguerías [antiguas jurisdicciones administrativas] del territorio”. 

Distintos son los puntos geográficos, edades y actividades de estas agricultoras y ganaderas, pero similares los problemas que abordan en el relato de sus historias: machismo (todavía algunas agilizan sus gestiones si van acompañadas de sus parejas); problemas burocráticos; falta de sensibilidad de las administraciones; patrones estancados sobre cómo se tienen que hacer las cosas y una lucha continúa por sacar un rendimiento justo a su trabajo.

“Lo que me interesaba no era tanto hablar sobre sus tareas concretas, sino conocerlas a ellas como mujeres, su historia, cómo ven el mundo y cómo viven su vida. Las nuevas generaciones están muy preparadas, tienen estudios, y eso está permitiendo un cambio en el mundo rural”, añade la periodista. Para encontrar esas voces y trasladarlas a las páginas del libro, Saula ha dedicado seis meses de trabajo. Primero, determinando la mejor forma de enfocarlo, después, seleccionando a las mujeres, conociendo su entorno y hablando con ellas y, finalmente, sentándose a escribir. El resultado es un libro repleto de historias, muy evocador, cuya lectura provoca la sensación de estar allí donde se han producido los encuentros y charlas, en las masías, en los viñedos y establos, bajo las sombras de los manzanos o junto a las tierras que pastorean las vacas.

Contó con la ayuda de la asociación Dones del Món Rural y de la Unió de Pagesos de Cataluña para acceder a los perfiles y contactos de un buen grupo de profesionales rurales. Una vez tuvo seleccionadas a las participantes, comenzó su trabajo de campo. “Aunque al principio no sabía bien lo que buscaba, el conocerlas me dio la clave sobre cómo contar sus historias. Ellas no tenían claro lo que yo quería, me veían como una especie de supervisora, por eso intenté que me aceptaran como una invitada con la que iban a tener una conversación en su casa. Cuando la gente está cómoda y no hay prisa, se relaja y habla. Así es como me fueron contando. Lo que pretendo es que la gente empatice con estas mujeres”. 

Problemas universales

Según datos de 2020 del Departament d’Agricultura del gobierno autonómico, un millón de mujeres viven en la Cataluña rural. De las 56.000 explotaciones agropecuarias registradas, un tercio está a nombre de mujeres. La ocupación femenina en el sector agrario es del 20%, frente al 80% de hombres. Hasta aquí llegan los datos oficiales. Una sencilla observación permite deducir que existen muchas otras mujeres dedicadas exclusivamente al campo como esposas de campesinos o ganaderos, aunque ellas no forman parte de estadística alguna porque su actividad, circunscrita al ámbito familiar, no se considera profesional.

Maité Pallarés tiene huerta ecológica y produce aceite en sus tierras de El Perelló. Foto de Jordi Borràs Abelló

Los temas que el libro trata son muchos: sostenibilidad, feminismo, calentamiento global, diversidad, proximidad, perspectivas de futuro, tradición frente a innovación, … El viaje por las historias personales que procuran sus páginas deja ver las líneas de unión entre mundos tan distantes como el rural y el urbano. Ambos permanecen conectados por la dependencia que en las ciudades se tiene de todo lo que se produce en el campo. La agricultura y la ganadería nos dan de comer a todos. Pero la tendencia de las formas de producción alimentaria se corresponde con el tiempo que vivimos, hiperproductivo, ajeno a los ciclos naturales, en definitiva, extenuante. Las trabas que la gente del campo encuentra a la hora de producir, de acuerdo con los ciclos de la tierra y de los animales, son un reflejo de un sistema peligrosamente tentacular. Nada permanece ajeno a la voracidad del rendimiento. No se contemplan ayudas específicas para herramientas de picar hierbas en un campo ecológico, pero si se subvenciona la compra de máquinas para sulfatar. Esto lo cuenta María Casoliva, dedicada a la producción de manzanas ecológicas y a la cría de conejos en Sanaüja. Desde 2016, esta Licenciada en Ciencias Ambientales, Máster en Ecología Aplicada, ha plantado 8.000 manzanos de la variedad mandy. La satisfacción de los frutos conseguidos, la camaradería que vive entre sus iguales, contrasta con el volumen de exigencias y normativas del día a día, algunas rocambolescas. 

Maria Casoliva en su campo de manzanos

Cuenta una de las ganaderas que participa en el libro, que mientras que en su granja se preocupan de que todo sea próximo y sostenible, de llevar sus vacas al matadero más cercano, de utilizar mano de obra local, se encuentra con que la carne se exporta a los Emiratos Árabes, mientras que aquí consumimos piezas que vienen de Polonia. Globalización que vacía de sentido las propias campañas institucionales para incentivar el consumo de productos de proximidad. Mientras las leyes no obliguen a las grandes superficies y cadenas de distribución al cambio hacia un consumo sensato y responsable, la tarea de estas mujeres sensibilizadas no avanzará.

Como destaca su autora, “Terra de Dones permite conocer los problemas que hay en el campo. Sus gentes nos dan de comer, son importantes, pero hemos perdido las raíces, por eso intento que se vea que aunque hay problemas, estas mujeres hacen cosas valiosas e intentan introducir cambios”.

www.laurasaula.com

Próxima presentación del libro: día 15 de mayo a las 17:30 horas en el celler Herència Altés, Gandesa