Foto de El festín de los cuerpos de Danza Mobile, Raquel Álvarez

6 de mayo 2021

Hoy comienza en Sevilla la XIV edición de Escena Mobile, festival que hasta el día 9 mostrará creaciones andaluzas inclusivas. Una docena de obras en las que participan intérpretes de diferentes capacidades. Otras citas de esta primavera permiten que los escenarios nacionales sigan creciendo en diversidad y accesibilidad.

Esmeralda Valderrama es la directora de Danza Mobile, un proyecto artístico amplio que ahora alcanza los 25 años y que en 2018 recibió el Premio Max de Carácter Social. Todo comenzó con una escuela de danza, a la que se sumaron después un centro de formación y creación, el festival y otras citas de artes plásticas y audiovisuales que aportan el valor artístico y el trabajo de personas con distintas capacidades intelectuales o funcionales. La compañía de danza, formada por 16 profesionales, supera ya la treintena de creaciones, ha girado por festivales nacionales e internacionales, especializados o no, y ha actuado en teatros de todo el país. Haber alcanzado la igualdad de condiciones en la exhibición de sus obras es uno de los objetivos conseguidos. Son profesionales, pero Valderrama confiesa que, aunque preferiría no poner las etiquetas de “integrada o inclusiva», habrá que seguir haciéndolo hasta que  se programen con mayor asiduidad este tipo de espectáculos.

Helliot Baeza en Helliot, foto de Raquel Álvarez

Helliot Baeza es miembro de la compañía desde 2006. En 2018 consiguió el premio Escenarios de Sevilla al Mejor Bailarín, sin más añadidos ni explicaciones. En Helliot, el bailarín de 34 años interpreta un solo creado por Antonio Quiles. Este sería un ejemplo de la anhelada normalización de la que habla Valderrama. Junto a su directora, coreógrafos de la casa como Arturo Parrilla, Manuel Cañadas, Manuela Calleja o Raúl Márquez han ido creando un repertorio de piezas a las que se suman otras de artistas invitados, como Vanesa Aibar o Patricia Ruz. A su vez, varios de los intérpretes de Danza Mobile han participado en creaciones para artistas como José Galán. “El arte es una poderosa herramienta de cambio social, pero nuestros objetivos son artísticos, sólo seis alumnos del centro de creación tienen la preparación suficiente para estar en la compañía”, añade Valderrama.

Como pionera y referente de la creación inclusiva, la coreógrafa y directora recuerda que Escena Mobile tuvo una primera edición en 2000. “Fue un éxito, por la respuesta del público y por la calidad de las propuestas, pero perdimos dinero y dejamos de hacerlo hasta que en 2007 Antonio Álamo, quien entonces dirigía el Lope de Vega, quiso abrir el teatro a compañías como la nuestra; así nació el festival”, comenta. Tras el obligado paréntesis de 2020, la edición actual deja de lado temporalmente la vertiente internacional de la cita. Ha hecho de la necesidad virtud al capear las restricciones de movilidad haciendo una llamada a creadores andaluces. El teatro Alameda es la sede del festival, allí se podrá ver desde hoy mismo a La Irreverente, Teatro Mute, Margarita Reina, Incubo Danza Teatro o La Niña del Silencio. El día 9 es cuando se estrenan las cuatro piezas que consiguieron el apoyo del festival: Parto al agua, de Cromo 21, El Loco, de Alberto José Lucena, Soy todo el mundo, de Laura Morales y Trinus de Natalia Jiménez. En octubre continuará la muestra de danza inclusiva.

Conexiones necesarias

La V edición del Simbiòtic arrancó el 23 de abril con La meva violència en la sala Tantarantana de Barcelona. El festival ondea la bandera de la accesibilidad, un toque de atención de que esta tendría que ser la norma y no la excepción. En los tres espectáculos que forman parte de su programa (más un circuito de obras accesibles que un festival tal y como lo entendemos habitualmente) se programan sesiones específicas que cuentan con audiodescripción, interpretación en lengua de signos, subtitulación, bucle magnético, sonido amplificado, lectura fácil o vista previa táctil. Esta consiste en que el público con discapacidad visual puede acceder antes de la representación al escenario y, de forma guiada, tocar el decorado, el atrezo o el vestuario; incluso pueden conocer a los personajes. El objetivo es claro, acercarles la experiencia teatral para que la puedan vivir al máximo. Personas con diferentes grados de sordera o ceguera, colectivos neurodiversos, usuarios de silla de ruedas, todos ellos pueden acceder según sus necesidades. Las funciones relajadas permiten asistir a las representaciones desde el vestíbulo de una sala, por ejemplo, y habilitan espacios para moverse durante la función.

Como explica Ana Candela, codirectora del festival, “no nos gusta definirnos como inclusivos porque entendemos que la gente tiene diferentes capacidades. Hablar de accesibilidad es hablar de participación. Los colectivos tienen el derecho de participar, bien como público, como creadores o técnicos. Somos el altavoz de todo un colectivo que reclama acceder en igualdad de condiciones a una cultura que nos pertenece a todos. Defendemos el acceso, no tanto la inclusión, que está es la misma esencia del teatro”, añade.

Imagen del cartel de Mare de Sucre, de White Horse

El próximo 13 mayo se estrena Mare de Sucre en el Teatre Nacional de Cataluña (TNC). Clàudia Cedó firma la autoría de esta obra que cuenta la historia de una mujer con diversidad intelectual que quiere ser madre. Esta pieza y Classe, de Sixto Paz, en La Villarroel, completan el programa escénico de SimbiòticWe Act es la organización que hay detrás de este festival. Desde que comenzó en 2016 ha conseguido generar proyectos accesibles en diferentes teatros de Barcelona. A la sala Beckett, la Nau Ivanov, el TNC, que ya participó anterioremente, y el el Lliure se suman los dos nuevos de este año.

Explica Candela que “existe una Ley Europea para garantizar la accesibilidad a las manifestaciones culturales de todos los ciudadanos”, pero como señala, las normativas que la articulan en los diferentes territorios existen, aunque todavía se aplican con laxitud. “Debemos exigir, al menos a las instituciones, que apliquen la normativa que marca la ley [en Cataluña, la Ley de Accesibilidad es de 2014]. En 2019 organizamos un gran foro de entidades para tratar el tema y poco a poco se va extendiendo la voluntad de actuar en este sentido”, añade. Es precisamente el diálogo y el debate otro de los frentes abiertos por esta activa organización, que incluye en cada edición del festival un espacio desde el que generar conversaciones sobre la accesibilidad. En la charla del próximo día 12, Reflexiones desde una mirada anticapacitista, Elena Prous y Laura Sanmiquel hablarán sobre lo que se entiende como cuerpo “discapacitado”. El día 19 Elia Sala dará claves para la comunicación accesible en los teatros. La mesa del día 26 reunirá a algunos de los referentes de la creación inclusiva, como el actor Telmo Irueta, la actriz y guionista Ángela Ibáñez o el bailarín y coreógrafo de Danza Mobile, Arturo Parrilla.

Alrededor del 30% de aforo de las representaciones que organiza Simbiòtic lo ocupan personas con discapacidad. “No puede ser de otra forma, si abres las puertas, entran”, confirma Candela. “Trabajamos para que venga público con y sin discapacidad y seguimos llenando las salas. Los espacios y la cultura son para todos, no puede ser de otra forma”, añade, antes de concluir “estamos mal acostumbrados ya que deberíamos etiquetar lo que no es inclusivo y no lo que si es”.

Órdago a lo grande, de Vero Cendoya y Arantxa López, que formó parte del Simbiótic de 2019. Foto: We Act

Otras citas destacadas

La Red Española de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de Titularidad Pública – Redescena, es una asociación sin ánimo de lucro que, con el apoyo del Instituto Nacional de les Artes Escénicas y de la Música, desde el año 2000 vela porque las obras escénicas y la música circulen en condiciones óptimas por los teatros nacionales adheridos a su causa (más de 800). Junto a las comisiones de circo, danza, música y teatro, existe desde 2017 la de inclusión social. Esta se encarga de la oferta y la calidad de los proyectos accesibles, inclusivos y comunitarios. Como dinamizadores del circuito nacional, los miembros de este grupo de trabajo tienen cada vez más tareas. En su último boletín informativo dan buena cuenta de jornadas, festivales, encuentros y publicaciones sobre el tema. Esto nos da la medida de la vibración que ahora mismo desprende la creación inclusiva.

Hasta el 29 de mayo el festival Caleidoscopio de Murcia presenta en los teatros Circo y Romea hasta cinco espectáculos con este perfil. El festival 10 Sentidos de Valencia (hsta el 23 de mayo) nació hace una década con la mirada puesta en todos aquellos proyectos que abrazan la diversidad, del tipo que sea. Sus diferentes ediciones han puesto el foco en las diferentes capacidades de la gente.

En Barcelona, L’Altre Festival d´arts escéniques i salut mental celebrará del 25 al 27 de junio su séptima edición. La desenfada imagen gráfica que han utilizado estos años (una regadera de color rojo, figuras formadas por tuercas y tornillos, una cabra) no resta un ápice de seriedad a su apuesta, que es la de dar visibilidad al colectivo de personas con enfermedades mentales, bien sea mediante su participación en las creaciones o a través de la temática de las obras. Vinculado a la compañía La Trifulga dels Fútils, el equipo quiere dar a conocer la realidad de la salud mental, promover la accesibilidad de estas personas al mundo cultural y artístico, así como su relación con todo tipo de colectivos. En su ADN multidisclipinar caben las artes escénicas, la música o formatos singulares como el radiofónico o las conferencias performativas. La inauguración de este año será de nivel. Contará con Cabosanroque, Escarlata Circus, Sonia Gómez, David Climent y un buen grupo de participantes de perfiles variados. Una treintena de artistas dan forma a un festival que se puede ver en la antigua fábrica Fabra i Coats.