Fotos de Jose Jordán. Daniel Abreu en la portada
20 de abril 2021
Mi misión en el festival me ha permitido ver diez espectáculos en vivo, disfrutar de una videodanza en pantalla grande, presenciar ensayos con compañías y dos talleres con creadoras, asistir a la presentación de un libro y moderar dos charlas con artistas. Cinco intensas jornadas para tomarle el pulso a una parte de la danza nacional.
Como infiltrada, mi tarea ha sido relatar el proceso de creación de Soledad, de Titoyaya Dansa -algo que queda reflejado en este artículo y en este podcast-; acercarme al joven colectivo Mucha Muchacha – cosa que intenté en un articulo-entrevista y en una crónica -; y conocer al máximo los detalles de El cuento de Persépolis, de La Coja Dansa -contado en este texto-.
Para ello, he estado cinco de las siete jornadas del festival (celebrado entre el 10 y el 18 de abril) circulando de aquí para allá, observando, escuchando, preguntando, tomando nota y, finalmente, intentando plasmar el latido de la creación: ¿qué impulsos la mueven?¿cómo se articulan los procesos? ¿qué objetivos la rondan? ¿de qué se nutren sus protagonistas? A los artículos mencionados se suma la crónica del taller que Israel Galván ofreció durante dos jornadas, texto que incluía una entrevista con el bailaor. También publiqué una entrevista a Nacho Carrascosa y Gema Iglesias sobre (Paradís), videodanza que se proyectó en tres pases en pantalla de cine para goce de los presentes.
El festival que organiza el Institut Valencià de Cultura (IVC) alcanzaba su 34ª edición programando a 25 compañías, en 11 espacios diferentes (salas independientes de la ciudad, teatros públicos, museos y otros espacios singulares). Con un necesario acento en la producción valenciana, tres de las propuestas escénicas han sido estrenos: Soledad de Titoyaya, Rebelión de Marea Danza (en cartel hasta el 2 de mayo en el Palau de les Arts) y Fake Life de Mou Dansa. Significativa ha sido su “programación expandida”, en la que ha colaborado el Espai LaGranja. Esta ha permitido presentar tres libros, acoger hasta tres sesiones profesionales sectoriales con diferentes objetivos, establecer encuentros entre el público y los creadores, desplegar una variada oferta de talleres y clases magistrales (todos ellos gratuitos) para bailarines profesionales, y la mencionada proyección del mediometraje que puso a bailar juntos a casi un centenar de intérpretes de la Comunidad Valenciana.
Israel Galván bailando en el Teatre El Musical TEM
Un repaso por las obras
Entre todo ese ajetreo de ir y venir, charlar con unas y otros, me ha dado tiempo de ver una decena de espectáculos. Para no hacer este resumen demasiado largo, mencionaré solo la mitad. La primera fue El hijo, de Daniel Abreu, una pieza de la que había leído excelentes críticas tras su estreno en Madrid hace unos meses. Coincido con todas ellas. El hijo demuestra la inagotable capacidad de Abreu para crear belleza y exprimir al máximo los recursos coreográficos y escénicos que su experiencia le han aportado. Riqueza expresiva, sensibilidad y equilibrio que llevan al espectador a un especial viaje estético. Su sello creativo lo hace único en la danza de este país. También es único en su irreverente discurso Israel Galván, que presentó El Amor Brujo. Gitanería en un acto y dos cuadros. Con una primera parte transformado en mujer, el sevillano sorprendió e hizo reír a partes iguales (también se escucharon carcajadas). Su acercamiento a este clásico del baile y la música española es ingenioso, divertidísimo, osado por desmitificador y distorsionador. De osadía sabe mucho Galván, por eso qué menos que bailar sentado el primer acto, zapatear sobre garbanzos secos o dar grititos histéricos en momentos de supuesta tensión argumental. El público se dislocó las muñecas de tanto aplaudir.
A otra escala, Mucha Muchacha cuentan entre los valencianos con una buena legión de fans tras su paso por el festival. La representación de la pieza corta Volumen I era una de las más esperadas, llenó la sala y dejó a gente fuera. Al día siguiente muchos seguidores se lamentaban de no haber podido conseguir entradas.
Mucha Muchacha en la sala 7 del teatro Rialto
Filia et Fobia de la La Taimada (Olga Álvarez y Jordi Cabestany) cautivó e inquietó al público de los dos pases ofrecidos. Esta pieza corta, ganadora del primer premio del último Certamen Coreográfico de Madrid, es una continuación de la línea de trabajo de la compañía, pero su lectura ahora alcanza otra dimensión. En escena hay dos bailarinas, una, desnuda, ejerce de cuerpo manipulado y la otra de ente manipulador, pero esta segunda viste el característico «equipo de protección individual» (EPI), que tan relevante se ha hecho durante la pandemia. En esa sucesión de movimientos del cuerpo inerte, la muerte se presenta en toda su crudeza, creando un desasosiego triste. Ha sido una de las fotos de esta obra la imagen del cartel del festival, situando a través de su blanca belleza el dramático contexto en el que se ha llevado adelante esta edición.
Soledad en el teatro Rialto
Destaco por último Soledad, con coreografía de Gustavo Ramírez Sansano y Viviana Escalé, obra en la que han participado cuatro bailarines de Titoyaya, tres personas mayores y tres jóvenes extranjeros tutelados o en proceso de emancipación. Los detalles de esta creación están en los artículos mencionados en el primer párrafo de este post. Del intenso trabajo de todos estos meses no solo se han beneficiado los participantes, es también un regalo para el público. La pieza es dinámica, luminosa, está armada de forma ágil, el equilibrio de textos y danza es impecable pero, sobre todo, es emocionante. Una descarga de empatía recorre a los que miran lo que allí se cuenta. Con las dosis justas de dramatismo, que lo hay, y sensibilidad, que no sensiblería, se articula una obra que trasciende la escena, que es danza documental, es bálsamo, transmite alegría y fraternidad. Un vestuario colorido, una iluminación acertada y una escenografía sencilla, muy resultona, completan la puesta en escena. El público sale conmovido y feliz. Está en cartel desde el próximo jueves 22 hasta el domingo 25 en el teatro Rialto. Id a verla.