Fotos de Raúl León
13 de abril 2021
Así empiezan muchas historias, pero esta es diferente. Comenzando por el nombre del espectáculo que, deudor del libro El cuento de la criada, de Margaret Atwood, y del cómic Persépolis, de Marjane Satrapi, se convierte en referencia de ambas influencias; siguiendo por su dimensión, una unión de texturas de danza, iluminación, elementos escenográficos, sonido y proyecciones; terminando por el resultado, un conjunto de pericias escénicas al servicio de una historia de fantasía con ecos de rabiosa actualidad. Es El cuento de Persépolis, de La Coja Dansa.
Me cuenta Tatiana Clavel, su directora junto a Raul León, el largo camino de creación recorrido por esta obra dirigida a público familiar. Es un día soleado de una recién estrenada primavera y me convoca en Benimaclet, barrio donde se asienta la compañía desde 2004. Aquí han pergeñado cada una de sus casi 30 creaciones para sala o calle, para público infantil o adulto. Santi de la Fuente es la otra punta de este tridente creativo que con el tiempo se ha convertido en equipo multidisciplinar con numerosos tentáculos y colaboradores.
Pero, volvamos a poner el foco en la pieza que ahora nos ocupa porque forma parte de Danseta València, la programación familiar del festival que del 10 al 18 de abril se extiende por teatros, museos y salas de la capital del Turia. Arres y Anarres, los planetas ficticios en los que transcurre esta obra de danza y cómic, nos esperan.
Cuando las historias toman vida propia
Estrenada en octubre del 2020, El cuento de Persépolis es una pieza escénica que pone la danza al servicio de una historia que aunque rezuma fantasía de tintes futuristas y literarios, alberga un mensaje social y feminista. Los movimientos políticos ultras y la ideología fascista que con naturalidad se extiende por la sociedad actual actuaron de disparadores. Junto a Tatiana Clavel y Raul León como creadores, Santi de la Fuente firma la dirección de movimiento, las tres intérpretes -Julia Zac, Paula Romero e Inka Romaní- la coreografía, Diego Sánchez la iluminación, Damián Sánchez la música, Maribel Bayona el texto y Eixa Isa la ilustración.
Las motivaciones fueron serias y las peripecias del camino recorrido hasta el estreno coinciden con las que muchas compañías han vivido durante el confinamiento y la pandemia. El tiempo de encierro doméstico hizo que la investigación previa, que debía ser breve, se alargara como un chicle y desembocara en una multiplicación de lecturas, vías de trabajo y fuentes de inspiración que conformaron el espíritu que sobrevuela la obra, definiendo el resultado final. Tal vez de no haber sido así hubiera tenido más parecido con la Persépolis original, pero especular sobre eso ahora también sería ciencia ficción.
Tres escritoras inspiradoras
La novela gráfica de Marjene Satrapi marcó el camino junto a Los Desposeídos de la estadounidense Ursula K. Le Guin y El cuento de la criada de Margaret Atwood. ¿Que tienen en común? “Durante una revolución o una guerra las mujeres pierden sus derechos, las crisis afectan mucho más a las mujeres en ese sentido”, nos confirma su directora. La distopía de Atwood les alumbró. Cogieron de Le Guin la ciencia ficción para trasladarla al mundo infantil. “Sus mundos alternativos se mostraban más necesarios que nunca en el contexto de pandemia que ha rodeado esta obra, queríamos crear desde un lado lúdico, con fantasía”, añade.
Pero los procesos de la creación tiene tantos vericuetos como sorpresas y adoptan vida propia. Surgieron dudas sobre cómo reflejar una realidad como la iraní, recogida en Persépolis, y el papel en ella de las mujeres (la historia cuenta la experiencia de la autora desde la revolución en el Teherán del 79 hasta su llegada a Europa). Cierto «síndrome del impostor» planeaba sobre el equipo, de ahí que su investigación girara el foco hacia las mujeres republicanas españolas, aquellas que alcanzaron cierto estatus, arrebatado después por el franquismo. Las utopias anarquistas y pacifistas de Le Guin, fueron cobrando mayor protagonismo. “Su visión es muy femenina y plantea mundos antagónicos en sus ideales. Por eso al final juntamos toda una serie de ideas y necesidades y en el título hacemos referencia a dos de las lecturas que nos inspiraron” confirma Clavel. En la narración que han inventado hay una cápsula del tiempo en la que estas niñas del futuro (estamos en el año 2078) encuentran unas novelas feministas que una tatarabuela escondió. Su descubrimiento y lectura marcará su visión del mundo.
Danza y cómic con futuro
“Raul y yo , como autores, creamos la estructura general y la dramaturgia del espectáculo. Cuando ya estaba montando el andamiaje pedimos las colaboraciones, como la de Maribel Bayona, quien creó una narración que ayudara a los niños a entender la historia”, me cuenta.
Es la voz de Bayona la que nos explica al principio de la obra cómo del mundo se escindió una parte de la población que hizo la revolución y emigró a otro planeta. La diferencias entre ambos mundos, llamados Arres y Anarres, radican en su organización e ideología, sin que ninguno de los dos sea perfecto. Un punto clave de la pieza es la introducción del cómic para situar la historia. La ilustradora Isa Ruiz Benavent (aka Eixa Isa) ha creado unas viñetas que, como en cualquier cómic, contienen una historia. Los dibujos y siluetas en blanco y negro se proyectan sobre un fina gasa que ocupa todo el fondo de la escena. Así, cada viñeta acota un espacio real donde las bailarinas interpretan parte de la historia. Los dibujos están hechos a mano, fotograma a fotograma se han ido superponiendo las capas que conceden animación a la viñeta, un trabajo artesanal de calado con impactante resultado.
El anterior espectáculo de La Coja para público familiar es Desgel, de 2016. En el mismo, todavía en gira, hablan sobre el cambio climático con un blanco y negro característico que aporta más contenido si cabe a la pieza. En este caso han querido mantener en las viñetas la misma sobriedad cromática, remitiendo de paso al cómic de Trapani. Una serie de proyecciones en momentos puntuales completan la parte audiovisual de la obra, uno de los fuertes de una compañía que desde sus inicios apostó por introducir la tecnología en la escena. De hecho, Tatiana Clavel combina la creación con la docencia de las asignaturas de Técnica, Improvisación, Coreografía y Tecnología Aplicada en el Conservatorio Profesional de Danza de Valencia.
Como manejarse en el proceloso mundo de la danza
Las compañías de danza son como las parejas, en este caso los tríos, así que después de estos años de vida creativa común el engranaje funciona bien engrasado y las tareas están asimiladas por cada miembro. “Hemos ido separando los trabajos, ahora ya no producimos todo entre los tres, sino que cada uno se implica en función del tiempo del que dispone, nos turnamos proyectos. La Coja tiene una continuidad, pero la autoría o el peso de cada proyecto recae cada vez sobre uno de nosotros”, afirma la creadora.
La compañía tiene dos líneas de trabajo, en una investiga y exprime las posibilidades del cuerpo en la escena (Medul·la, Prólogo del temblor, Accidia,…), en la otra pone la danza al servicio de una historia con mayor o menor abstracción. Mientras que en el primer caso se dirigen a público adulto, en el segundo los destinatarios son niños y niñas (Amagatall, Retrats habitats, Desgel). Desde un mayor acento en la poética hasta el mensaje más comprometido, en todos los casos el video y otros elementos digitales han ayudado a conformar su narrativa. Tatiana Clavel ve en esta pieza la oportunidad de hablar de un tema, la igualdad, que debe estar presente en la conversación pública. Después de haber actuado en Valencia, Silla y Murcia, esperan que las campañas escolares de los colegios regresen a los calendarios para poder actuar y trabajar los contenidos pedagógicos que acompañan a la pieza. En este cuento, las diferentes escenas permiten tratar varias temáticas. Las tres niñas protagonistas, pertenecientes a dos mundos distintos intercambian vivencias y experiencias para, juntas, ayudarse mutuamente. Un poco como debería ser el mundo de la danza. Como apunta Le Guin en su libro, no hay nada que sea bueno o malo en sí mismo, hay que encontrar un equilibrio entre diferentes opciones para seguir adelante, alcanzar la hermandad. De Anarres, el planeta donde ser creativo es un capricho, La Coja, sin duda, sería expulsada.
Danseta se fusiona con el Escalante
Marylèn Albentosa es desde enero la nueva directora artística del Centre Teatral Escalante, entidad que asume económicamente y organiza las representaciones de este ciclo infantil. “Danseta es Dansa València en Escalante, es el apoyo del centro al festival. Estamos en la familia de la danza y queremos ofrecer a nuestro público un acercamiento a este mundo”, me cuenta su directora.
Junto a La Coja (viernes 16 en Carme Teatre), el ciclo acoge los talleres para jóvenes de la compañía Mucha Muchacha (15 y 16 en La Granja) y una actuación del joven colectivo femenino en el claustro de la Nau (día 17). También bajo su abrigo se enmarca el estreno de Rebelión (días 16 y 18) de Marea Danza. Esta creación de danza española basada en el libro de George Orwell Rebelión en la granja, seguirá en la sala Martí i Soler del Palau de les Arts hasta el 2 de mayo ya que es una de las producciones que cuenta con el apoyo de Escalante para esta temporada. Programadora y gestora cultural desde 1989, Albentosa confirma algunas de las apuestas que marcará desde su nuevo puesto: “De la danza queda aun mucho por descubrir en la Comunidad Valencia. Dansa València ha ayudado todos estos años a los programadores, el festival es bueno para el público y para los profesionales. Hay que vincularse más con la danza”, confirma.
Escalante trabaja con diferentes grupos de la infancia, pero también con grupos de 12 a 14 años, “es una continuidad que nos interesa, no queremos que el público infantil nos abandone sino que sigan vinculados al mundo de la escena”, de ahí el taller de Mucha Muchacha, ideado para este segmento.
Sin sede de exhibición fija desde que en su histórico teatro se detectaran problemas estructurales en la grada, el Centre Teatral alterna todos los lenguajes escénicos de manera natural en la programación que insertan en diferentes salas de la ciudad. “No queremos que por no tener espacio se pierda la aportación de Escalante al festival, Danseta es Escalante en Dansa València”, concluye.