28 de enero 2021
Desde hace tres años se citan en un laboratorio que expande el carácter abierto y experimentador que a menudo ha acompañado al flamenco. Actuaron un día en un espacio vecinal del barrio de Poble Sec, el Solar de la Puri. Dieron después el salto a las calles con un recorrido bailado por la avenida del Paral·lel para recordar la vertiente flamenca de su historia. Llegan ahora a un templo sagrado de la cultura, el edificio de la Filmoteca de Cataluña, donde este próximo viernes 29 van a bailar, tocar y cantar sobre proyecciones de escenas y antiguas rarezas de su archivo fílmico. Acompañan la danza serpentina de Loïe Fuller o el poderoso taconeo de una joven Carmen Amaya en María de la O. Se recrean en las siluetas que dibujan fandangos, danzas exóticas o folclore; bailan de cabeza el fragmento de un film grabado del revés. La treintena de artistas que componen el Laboratorio de investigación desde el flamenco del Institut del Teatre de Barcelona, derriba una barrera más para llevar su trabajo de investigación tan lejos como pueda. La esperada sesión activará al unísono cuerpo y pantalla para establecer un diálogo en vivo entre ambos lenguajes. Del vasto archivo se rescatan joyas para fusionar cine y danza en una performance única.
Los hallazgos que Juan de los Heros, operador de cabina de la Filmoteca y apasionado del flamenco, ha puesto a disposición del grupo es variado. Entre los fragmentos seleccionados hay imágenes hasta ahora inéditas de bailes en Granada a principios del siglo XX, dos películas abstractas francesas de nombres seductores (como Ballet sobre H2O), danzas de la escuela bolera, la fire-dance de una striper pin-up en blanco y negro o retazos de cine documental y experimental catalán de los 60 como El sol y sus lentejuelas, de Arcadi Gili Garcia.
Filmoteca en danza se plantea como una sesión performativa, una investigación compartida de los artistas con el público que da continuidad a una línea abierta hace dos años por de los Heros con El ojo partido. En aquella ocasión se diseñó un ciclo que, comisariado por el teórico y especialista Pedro G. Romero, acogió una selección de films que indagaban en la contribución del cine a la construcción visual e iconográfica del flamenco.
Hemos hablado con el bailaor, coreógrafo y pedagogo Juan Carlos Lérida, impulsor y director del Laboratorio flamenco para conocer cómo han abordado esta sesión que «llega en un contexto complicado de pandemia en el que acudir a una sala supone muchas cosas». El heterogéneo grupo de bailarinas y bailaores, músicos y teóricos que se reúnen cada mes para ensanchar el flamenco desde parámetros contemporáneos, no ha hecho sino aplicar su interés habitual en la búsqueda, pero poniendo el foco en un material nuevo sobre el que indagar como son las películas. «Nunca habíamos estado tanto tiempo sumergidos en el mismo tema, en este caso cine y flamenco, lo que nos ha permitido trabajar de una forma más concreta, con más solidez y afinando la metodología. A mí, personalmente, esta acción me permite imaginar nuevas posibilidades para el Laboratorio». El adalid de esta especie de Bulli flamenco imagina nuevos horizontes en los que enfocar la tarea, la suya personal, entregada desde hace años en la puesta en práctica de métodos y herramientas para un flamenco libre (en el sentido más amplio de la palabra), y la del grupo que comparte su mismo interés y vocación. Si las vanguardias y el flamenco se alimentaron mutuamente a principios del siglo XX ahora, bien entrado el XXI, espacios como este permiten seguir a este arte en la avanzadilla de la renovación y la hibridación constantes.
Un momento de las pruebas para la sesión
El grupo ha trabajado sobre los fotogramas que de los Heros ha puesto a su disposición. Con estos han creado apartados temáticos sobre los que abrir vetas exploratorias. «Hemos dividido la representación en bloques. Empezamos y acabamos con Loïe Fuller, con un fragmento de su «danza serpentina» coloreado por Segundo de Chomón. En medio hay danzas relacionadas con la naturaleza, sección a la que hemos llamado «célula del universo». Otros son bailes de carácter social. Hay un bloque que incluye la escuela bolera, el folclore y el flamenco, o un grupo de danzas étnicas que nos ha servido para preguntarnos sobre lo sinuoso. En la película documental Lejos de los árboles (Jacinto Esteva) aparece la Barcelona de los años 60 y un local llamado Copabacana. En una de las escenas hay un performer en una fiesta flamenca, va vestido con diferentes periódicos y en su actuación prende fuego a uno de los ejemplares mientras hace contorsionismo, lo que nos hizo pensar en cómo el flamenco se retuerce», añade Lérida.
Durante las sesiones de trabajo (tres en el aula y dos en la misma sala de cine), el grupo ha estado exprimiendo conceptos, materiales y técnicas para conseguir que durante la hora y cuarto que dura la sesión la parte improvisada acompañe de manera natural a la pautada. Junto a Lérida, compositores y músicos (Mario G. Cortizo, Mélodie Gimard o Carlos Cuenca), bailarines de danzas urbanas como Adrián Vega, pedagogos formados en danza clásica como Bruno Ramírez, bailaoras como Carmen Muñoz o Marina Paje o cantaores como Raul Levia han ido dando forma a una performance flamenca que promete grandes dosis de sorpresa y talento.
Loïe Fuller coloreada
Otros puntos calientes flamencos
Pese a la situación sanitaria, enero es el arranque de un año muy flamenco en Barcelona. Se esperan destacados estrenos de los que daremos cuenta en las próximas semanas. Este mismo mes ha comenzado el ciclo de flamenco contemporáneo en el Centro Cívico Barceloneta (CCB), vecino de la famosa fuente dedicada a Carmen Amaya que ella misma inauguró en 1959 (rompiendo, según se dice, con compromisos artísticos de nivel para acudir al acto). Vinculado por tradición con la comunidad gitana y flamenca del popular barrio, el centro acoge las actuaciones, proyecciones y conciertos de Andrea Jiménez, Marta Nogal, Carmen Muñoz, José Manuel Álvarez, María Blanco y Vanesa Gálvez, La Lirio. Como destaca Maite Luque, responsable de la programación, «desde el CCB podemos hablar del flamenco desde la intuición de la riqueza de muchos artistas que investigan, buscan, prueban otras técnicas, disciplinas, pedagogías… enriqueciendo la escena del flamenco y de la danza. Creemos que estos creadores y creadoras deben tener más presencia en el circuito de exhibición de la creación contemporánea por el interés artístico, por el discurso que aportan y para poder seguir creciendo».
Una de estas artistas, Vanesa Gálvez, protagoniza otro de los estrenos de la semana, La Casa del Flamenco. El que ha sido su proyecto de fin de carrera en el grado de Pedagogía de la Danza servirá a esta experta bailaora, que ha acompañado a numerosos artistas en la dirección, para una propuesta escénica que equipara el flamenco con una casa, permitiendo seguir a través de sus estancias los diferentes estilos que lo componen. Si la entrada son las sevillanas y el salón es la soleá, bulerías, seguiriyas y tangos van conformado el mapa de un recorrido que quiere ser explicativo y acogedor. El estreno de la primera parte de su proyecto, El dormitorio, será el sábado 30 en Pla Roig, espacio de creación muy vinculado con el flamenco. A ello contribuye la aportación de Pol Jiménez, otro de los jóvenes talentos locales, que con el ciclo Se Avecina, programa completas sesiones de exhibición y encuentro entre artistas y público. Ver, pero también hablar, preguntar, cuestionar y pensar para azuzar a la tradicional mirada pasiva del espectador.