Fotos de portada e interior de Beigot/Noemí Elias
MOVE, la nueva serie de Netflix, ha vuelto a poner de actualidad al influyente coreógrafo israelí Ohad Naharin. De los cinco capítulos que esta producción francesa dedica a figuras actuales de la danza, uno se centra en el que fuera director artístico durante casi cuatro décadas de la Batsheva Dance Company, una de las más destacadas formaciones de danza contemporánea del mundo. En la película, además de mostrar como el creador, ahora coreógrafo asociado de la compañía, marca y dirige los ensayos de una nueva pieza, la cámara pone su objetivo en la práctica de Gaga, el lenguaje de movimiento ideado por Naharin que ha devenido popular y universal.
Practicar Gaga se ha convertido para muchas personas, desde bailarines a gente sin entrenamiento físico, en una manera de activar su cuerpo para dejarlo fluir, que la energía circule y se convierta en una amplia paleta de movimientos y texturas, sin ningún tipo de intencionalidad artística. Bailar por placer pero sin riesgo para los no iniciados. En el mencionado capítulo, el mismo coreógrafo imparte una sesión a su madre, de 90 años y a un grupo de amigas.
Lo que comenzó como una herramienta personal ideada por Naharin tras una lesión de espalda, se convirtió en un entrenamiento para la Batsheva para, con el tiempo, ir expandiéndose a todo tipo de personas de edades y características dispares. Desde un ya lejano 2001 en que por fin salió de las salas de ensayos, Gaga es ahora mismo un lenguaje de movimiento global que, liderado por Ohad Naharin, es practicado por miles de personas a través de los profesores que hay diseminados por el mundo.
Ariadna Montfort (Vilassar de Mar, 1983) ha sido durante varios años la única conductora de Gaga en España. Primero como invitada en talleres puntuales y después de manera constante desde que regresó a Barcelona en 2013. Su vuelta se produjo tras pasar cinco años de su carrera profesional bailando en compañías israelíes, dos en la Batsheva Ensemble (la formación junior de la compañía), y otros tres en la vecina compañía Inbal Pinto. Según nos cuenta, los entrenamientos con Gaga en la Batsheva se hacían también guiados por aquellos bailarines de la compañía a los que les interesaba el lenguaje. Tras ese acercamiento, en 2008 comenzó a impartir clases informales fuera del ámbito de la Batsheva ya que “existe un compromiso y un permiso, verbal, para poder impartir las clases; mi manera de empezar fue como bailarina de la compañía que entrenaba con Gaga. Con el tiempo se han generado otras maneras de impartir Gaga, no hay que ser integrante de la Batsheva ya que se organizan formaciones anuales en Tel Aviv que conceden la autorización para poder impartir el entrenamiento; esto no es sino el inicio de un camino de formación continua”, nos cuenta.
Quien ha practicado Gaga ha sentido la libertad de poder ejecutar las instrucciones de la persona que conduce la sesión animando a su cuerpo a despertar. Son las palabras las que activan el movimiento en los presentes, bien puede ser suelta el peso de tu cuerpo como si fueras una pluma o tus brazos son ahora eses buscando el sol. Como nos explica Montfort, “a los que comienzan les explicamos dos cosas muy básicas: que el movimiento no debe parar, aunque sea mínimo, y que el único dolor bienvenido es el de la musculatura trabajando, ninguno más”.
Formada en la Escuela Madó de su localidad natal y en la École Atelier Rudra-Béjart en Laussane, Ariadna Montfort pasó 11 años fuera de España. Cuando regresó estaba “agotada de ensayar, bailar y girar”, quería desarrollar otros intereses artísticos distintos de la interpretación, “ hacer otras cosas, más teatrales, independientes, probar por mí misma”.
Inició clases regulares de Gaga en el Institut del Teatre de Barcelona y esporádicas en talleres profesionales. Tras colaborar con Vero Cendoya, empezó en 2013 su relación con Marcos Morau y La Veronal, compañía con la que está vinculada desde Siena, como bailarina y asistente de dirección de Morau. También durante estos años ha tenido ocasión de coreografiar. Su pieza Moaré ganó en 2016 uno de los Premios de Danza que concede anualmente el Institut del Teatre de Barcelona, consistente en la coproducción de la obra junto al festival Grec y otras entidades locales que garanticen una mínima exhibición.
La pandemia ha dado un giro radical a todo, incluído al movimiento Gaga, que ha encontrado en la impartición on line una manera de multiplicarse. Según nos cuenta Montfort “durante estos años, antes de la Covid, ha habido dos formas de seguir unido a Gaga: una vez al año asistía a tu clase un profesor senior del que recibías un feedback y cada dos años como máximo debías acudir a Tel Aviv a practicar con Ohad, existía ese compromiso. Ahora, los profesores nos vemos una vez a la semana on line en sesiones que conduce Ohad orientadas a cómo impartir las clases. Somos casi un centenar de profesores de todo el mundo. En paralelo, se ha creado una plataforma que incluye clases diarias desde Tel Aviv y Nueva York. A los profesores oficiales que no estamos en esta plataforma nos van viendo, entran en nuestras clases virtuales. El entrenamiento está creciendo mucho y hay un boom en internet”.
Desde su ya extensa experiencia, Montfort nos habla de una evolución del lenguaje: “Va cambiando, por ejemplo en cómo hablamos a las personas para ayudarles durante la clase para que consigan conectar con lo que queremos; vemos qué palabras funcionan mejor o cuales es mejor no usar. Se ha creado la norma del 50/50, la mitad del tiempo de la sesión tiene que haber palabras, indicaciones, y la otra mitad silencio”.
La profesora de Gaga en nuestro país ofrece actualmente dos clases semanales on line abiertas a todo el mundo, “creo que puedo aportar mucho, seguiré con ello”. A la vez, continúa sus estudios de psicología y su colaboración con La Veronal. Su reciente maternidad le ha llevado a sentirse “mucho mejor en el escenario”.
Sobre la personalidad de un artista tan icónico como Ohad Naharin nos dice: “Es alguien que no deja indiferente, despierta pasiones, malas y buenas. Para mí es un genio que sabe hacer muy bien lo que hace. Es, además, una persona que con muy pocas palabras puede decir lo que quiere. Tiene sangre fría pero a la vez el corazón caliente. Si tomas sus clases de Gaga lo percibes. A sus 68 años está muy activo e involucrado. Es inspirador”, concluye.