2 noviembre 2020
Hace 62 años que cogió la cámara por primera vez y desde entonces no ha dejado de filmar y fotografiar el mundo que le rodea. Cecilia Mangini ha sido, es, una cineasta comprometida que hoy, con 93 años, sigue en activo. El Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF en sus siglas en inglés, del 6 al 14 de noviembre) ofrece una amplia retrospectiva de una documentalista tan destacada como desconocida fuera de Italia.
Marcada por la realidad social de su país durante la posguerra, se autodefinió como anarquista y sus trabajos como libertarios en los inicios de su carrera. Llegó al cine a partir del encargo que le hizo Pier Paolo Pasolini de unos textos que posteriormente ella convertiría en Ignoti alla città (1958), su primer corto documental en el que ponía imágenes a la preocupación del artista italiano por los jóvenes de la periferia y su mundo marginal. Mangini (Mola di Bari, 1927) dedicó gran parte de su trabajo a mostrar la compleja transformación político-social de su país, aportando una mirada preocupada por los más desfavorecidos, por los obreros y por las tradiciones campesinas.
La panorámica que le dedica el festival que dirige José Luis Cienfuegos incluye la proyección de una selección de doce de sus películas, con títulos de los años 50 y 60 –Maria e i giorni (1959), La pasione del grano (1963), Essere done (1965), Tommaso (1965) o Sardegna (1965)-, junto a la última de sus cintas Due scatole dimenticate, estrenada este mismo año. La exposición fotográfica 36 disparos, en formato on line, es la primera que se le dedica en España y completa el programa que el SEFF ofrece de Mangini.
Antes de que la epidemia complicara de nuevo la movilidad, la directora tenía previsto acudir a las proyecciones y encontrarse con el público, pero finalmente no podrá estar en Sevilla. Hemos hablado con Javier H. Estrada, director de programación del SEFF para que nos de algunas claves sobre este singular homenaje.
Cecilia Mangini en una foto reciente de Paolo Pisanelli
¿Cómo nació la idea de este ciclo?
A principios de año vimos su nueva película Due scatole dimenticat, nos pareció fascinante y nos servía para mirar hacia atrás y recorrer la trayectoria de una cineasta capital por varias razones: por un lado porque hablamos de una pionera del documental en Italia, alguien que debutó en el año 58 con una película basada en un texto de Pasolini; son 62 años de carrera, sigue en activo y a lo largo de estas décadas ha aportado una mirada única a lo real, a la Italia interior, la verdadera y tantas veces ignorada. Pero también resultaba interesante su trayectoria fotográfica, como las fotos de aquel Vietnam que intentaba superar el dolor del colonialismo.
¿Cómo definiría el trabajo de esta cineasta?
Sin duda es única, valiente, muy honesta a la hora de retratar realidades olvidadas, ignoradas. Bajó a las entrañas de la sociedad italiana a encarar rostros y vivencias que están fuera de la órbita habitual de las cámaras. Por algo directores como Fellini o Passolini entablaron amistad con ella, vieron en ella una mirada única, algo que ha perdurado a la largo de su carrera. Es alguien de una honestidad inquebrantable y con el paso de los años sigue aportando su mirada sobre la realidad.
Dada la manera en que Cecilia Mangini entiende el compromiso no es extraña su relación con Passolini, con quien colaboró en tres ocasiones.
Ambos comparten la honestidad a la hora de mirar a las clases más desfavorecidas italianas, es lo que interesa a ambos. Pero, además, aplican una poética propia. No hablamos de cinema verité, ni de documentales puramente observacionales, sino que vemos un particular lenguaje cinematográfico con unas dosis de lirismo muy emocionantes.
¿Cómo se han seleccionado las películas que se verán en Sevilla?
Ha sido un proceso complejo porque su obra es extensa y la mayoría de los trabajos que mostramos son cortos, a excepción del último, que es un largometraje. Era importante respetar las diferentes fases de creación de Cecilia Mangini, capturar cuáles eran sus motivaciones a lo largo de las décadas. Ha quedado un ciclo muy coherente y los espectadores podrán apreciar su mirada sobre lo real. Igualmente importante es poner en el mapa en España su obra fotográfica a través de la exposición 36 disparos que está al alcance de todos en la web.
Una de las imágenes de la exposición virtual de Cecilia Mangini
¿Es su primera exposición en España?
Si, es la primera vez que se presenta una exposición de la obra fotográfica de Cecilia Mangini en nuestro país. Hemos ido con mucho cuidado porque su obra fotográfica es muy vasta. El proceso de selección se ha dividido en cuatro partes: las imágenes del sur del país, más atrasado; las del norte, en expansión económica; la serie de retratos de artistas célebres (Fellini, Chaplin,…); el cuarto eje es el trabajo fotográfico en Vietnam retratando los rostros de un pueblo que luchaba por curar heridas, por recuperar su libertad e identidad. Su mirada es frontal, claramente posicionada, para rescatar esas vidas, no rotas pero heridas, que intentan subsistir.
Ella dice que el documental es la forma más libre de hacer cine, lo que conecta con la elevada participación que este año hay en el festival. ¿Hay más que otros años?
No hay más que otros años pero si la selección no oficial este año es poderosa. Son, además, películas pre Covid y será estimulante reencontramos con la realidad tal y como era antes de la epidemia respecto a las inquietudes del ser humano, nuestros problemas existenciales, esa mirada hacia lo real que hemos tenido siempre. Dado el momento tan dramático que vivimos, va a ser un buen punto de atención rememorar algo que podía estar pasando hace tan solo 12 meses, enfrentarnos a la vida tal como era.
¿Se reflejará este ciclo en alguna publicación o existe ya alguna reciente sobre Cecilia Mangini?
Por desgracia hay muy poco escrito sobre ella. Lo que nosotros estamos promoviendo es un pistoletazo mediático en España de su obra. Esta retrospectiva es bastante original e inédita por exhaustiva y por la parte fotográfica. Esto conecta con otra cuestión clave de nuestro tiempo: la dificultad que han encontrado cineastas mujeres al ser ignoradas absurdamente por la crítica cinematográfica, por los distribuidores y festivales. Por ello, aunque tardío, es un ajuste de cuentas en el que estamos felices de participar.
El Festival alcanza su XVII edición, pero esta es sin duda muy especial.
Es la más extraña que recordamos, pero esperemos que sea una de las más bonitas por la reconquista de las salas de cine. El cine enamoró a las masas, ha educado a muchísima gente, ha formado sensibilidades artísticas y eso tiene que seguir así, tenemos que luchar para que se vea donde se tiene que ver. Como dijo el gran crítico Olaf Möller, la batalla se da en la gran pantalla.