Foto de David Bernstein

24 septiembre 2020

La agenda cultural de nuestro país nos ofrece esta temporada dos oportunidades excepcionales para adentrarnos en la obra de sendas artistas estadounidenses que aportaron pensamiento y materia a la vanguardia creativa de la segunda mitad del siglo XX. Pauline Oliveros desde la práctica experimental musical y Deborah Hay desde la escénica, abrieron y consolidaron los nuevos márgenes del arte contemporáneo. El C3A de Córdoba dedica una retrospectiva única a la compositora Pauline Oliveros, mientras que el Mercat de les Flors de Barcelona se abre a una generosa representación del trabajo de la coreógrafa Debora Hay. Unidas en lo personal y en lo profesional durante un tiempo, la propia Hay explica en este artículo en qué consistió su colaboración.

La hora de la nueva escucha

La música y la danza contemporáneas contaron con un buen número de artistas cómplices a partir de la segunda mitad del siglo XX. En Estados Unidos, productivas (y conocidas) intersecciones se produjeron tal y como como atestiguan las celebradas colaboraciones entre Merce Cunnighan y John Cage, entre Steve Reich y Laura Dean o tantas otras que fueron determinantes para el futuro del arte moderno. El Centro de Creación Contemporáneo de Andalucía CA3, en Córdoba, nos permite profundizar ahora en el legado de Pauline Oliveros, una de las más destacadas pioneras de la música electrónica e investigadora del sonido y la escucha, quien también tuvo fructíferas relaciones con coreógrafas durante su carrera. Pese a su influyente legado, ha sido escasa su visibilidad más allá de círculos de expertos. Por más avanzado que sea en cuanto a desarrollos conceptuales, las tradicionales trabas de género afectan igualmente al mundo del arte y sus revisiones.

Para Álvaro Rodríguez Fominaya director del C3A y comisario de la primera retrospectiva museística que se le dedica a la artista, el papel de Oliveros en la evolución musical contemporánea es determinante: “Su música de casete y electrónica de los años 60 quedan como su principal contribución musical, junto al desarrollo de la Escucha Profunda (Deep Listening). Las nociones de resonancia e improvisación fueron constantes en su trayectoria. La exposición la sitúa como una artista multidisciplinar, con numerosas conexiones con movimientos como Fluxus, a través de Alison Knowles y Dick Higgins, y parte integral también del San Francisco Tape Center. Ella fue su primera directora cuando pasó a ser el Mills College, hasta constituirse en uno de los principales centros de producción de música experimental. Hay que recordar que este centro compartió espacio con el taller de danza de Anna Halprin. Hoy día no podemos hablar de Pauline Oliveros sin analizarla dentro del contexto más amplio del arte contemporáneo”, comenta. 

Oliveros (Houston, 1932- Kingston, 2016) tuvo una formación musical académica en la Universidad de Houston y en el San Francisco State College. Excelente acordeonista, fue también pionera de las actuaciones telemáticas, la primera en 1996. Siempre trabajó con programación informática, nuevos instrumentos y aplicaciones.

Pero, ¿qué es la Escucha Profunda? Rodriguez Fominaya nos explica: “La definición más inmediata de la Escucha Profunda es la escucha atenta. Oliveros también nos dijo que era la diferencia entre oir y escuchar. En 2005 publica una guía de 100 páginas, donde desarrolla el concepto desde un punto de vista teórico y práctico. Se da como origen la grabación que realiza en 1988 en la cisterna en Fort Worden, junto a Panaiotis y Stuart Dempster [En la Caja Negra del C3A se puede escuchar una instalación con esta primera grabación en la cisterna de Fort Worden, depósito de agua construido en 1907 que tenía una reverberación que podía alcanzar los 45 segundos]. En 1989 se publicará como disco está grabación, pero es un concepto que llevaba desarrollando durante dos décadas. En 1971 trabaja las Meditaciones Sónicas con el Ensemble de mujeres en San Diego, California. Esta serie de ejercicios sostenidos en el tiempo, y sobre los que publica su ensayo Meditaciones Sónicas en 1973, son el antecedente de la Escucha Profunda”.

 

 

Sobre la destacada aportación de Oliveros a la música ahonda Rosa Pérez, periodista experta en música y arte contemporáneos, directora y presentadora del programa Fluido Rosa de Radio3: «Ella es una pieza clave en la creación musical contemporánea. No sólo por sus composiciones con las que consiguió abrir nuevos caminos y profundizar y ampliar algunos ya existentes, sino por esa parte teórica que investigó en la forma de escucha (la diferencia entre oir y escuchar). Ella habló del Deep Listening, esa Escucha Profunda en la que reflexionó sobre la conciencia sonora. Una mujer valiente que precisamente por su condición quizás no logró trascender como sus coetáneos. Oliveros pasó gran parte de su vida como una cruzada atípica. Fue una mujer pionera en la música electrónica, una improvisadora pionera, una acordeonista pionera, una feminista pionera, una mujer gay pionera que salió del armario cuando se atrevió. Afortunadamente, durante los años previos a su fallecimiento, Oliveros tomó medidas para construir una comunidad vibrante y un sistema educativo para continuar con su legado, música y práctica de Deep Listening en eventos alrededor del mundo».

Pauline Oliveros colaboró con otros grandes músicos, coreógrafos y artistas, entre los que encontramos a Steve Reich, John Cage, David Tudor, Merce Cunningham, Elaine Summers, Alison Knowles, Allan Kaprow, Paula Josa-Jones, Deborah Hay, Sonic Youth o Susan Marshall. Sobre su trabajo con algunas de las coreógrafas más destacadas de su época, en la exposición puede verse una vitrina dedicada a estas colaboraciones de danza. Le preguntamos al comisario por ello y nos explica: «Inició sus colaboraciones de danza con Elizabeth Harris en San Francisco en 1963, y después con Anna Halprin. En 1969 compuso la música para Canfield de Merce Cunningham, que contó con escenografía de Robert Morris y vestuario de Jasper Johns. En la exposición tenemos documentación de The Well, con coreografía de Deborah Hay y música de Pauline Oliveros. Entre los músicos está Stuart Dempster, miembro de la Deep Listening Band. También mostramos una serie de fotografías de Oliveros con Deborah Hay, tuvieron una relación durante un tiempo. Las colaboraciones “con la danza” como le gustaba decir a ella, fueron innumerables, e incluyeron a Susan Marshall, Manuel Alum, y sobre todo a Paula Josa-Jones, de quien hemos conseguido el video de la obra Skin. La interpretación en directo de la música era parte del programa, habida cuenta lo importante que era la improvisación para ella”.

Amplía detalles sobre esta abundante colaboración Rosa Pérez: “Decía John Cage, sobre Pauline Oliveros: “Finalmente sé qué es la armonía … Se trata del placer de hacer música». Ese placer, en el caso de Oliveros trascendió a la práctica de su estudio y trasladó esa teoría al trabajo con coreógrafos, que como ella, estaban en un proceso de transformación de las técnicas y prácticas convencionales. Todo ello con el fin de explorar mundos tradicionalmente distantes pero unidos por la fisicidad o la interacción entre cantantes y bailarines, lo que ella desarrolló junto a diferentes compañías como la Leah Stein Dance Company o junto a cantantes del Mendelssohn Club. También es destacable la banda sonora de la colaboración de música y danza Ghostdance entre Oliveros y Paula Josa-Jones. El Sistema de Instrumentos Expandido (EIS) utilizado en esta grabación es un entorno de procesamiento de sonido electrónico en evolución dedicado a proporcionar a los músicos improvisadores el control de varios parámetros interesantes de transformación electrónica de sus instrumentos acústicos». 

Rosa Pérez nos aporta también un acertado resumen de lo que Oliveros provocó con su obra: «Una revelación de las grandes resonancias de Oliveros es que todo el cuerpo escucha. Escribió piezas en las que le pidió al intérprete que escuchara sus pies mientras avanzaban por el suelo. En las cisternas que tanto amaba, el sonido tiene tal presencia física que se siente como si viniera hacia ti por los poros de tu piel; no llega al cerebro hasta que ha subido por el torrente sanguíneo. Escuchas a través de tus pulmones. Escuchas a través de tu estómago. Escuchas a través de tu corazón. Para ella, la forma en que escuchas estaba íntimamente ligada a dónde escuchas, cuándo escuchas, con quién escuchas, por qué escuchas y qué puedes hacer con lo que escuchas».

La exposición del C3A se organiza a través de más de 100 documentos inéditos, entre los que hay composiciones, cartas, ensayos, fotografías, audios y vídeos que relatan toda su trayectoria y se ha contado con la colaboración de The Pauline Oliveros Trust. Cuatro años después de su muerte, continúa la labor del Center for Deep Listening según nos informa Rodriguez Fominaya: «En la universidad Rensselaer, en el estado de Nueva York, se mantiene el legado de la Escucha Profunda y se dedican a la organización de cursos y talleres, así como la expedición de la titulación oficial necesaria para poder impartir estos cursos. En ellos participan Heloise Gold e IONE, que también fueron profesoras del primer taller que se celebró en Nuevo Méjico en 1991».

Foto de la retrospectiva de Pauline Oliveros en el C3A de Córdoba

Debora Hay en Barcelona, una oportunidad única

Repartida en octubre y marzo, el Mercat de les Flors de Barcelona ofrece un ciclo dedicado a la destacada coreógrafa estadounidense Deborah Hay (Nueva York, 1941), quien colaboró estrechamente con Oliveros. Su campo de trabajo y experimentación arrancó en los 60, y ha sido protagonista de algunos de los cambios artísticos más revolucionarios del siglo XX. Formó parte del colectivo de la Judson Church Theatre junto a Steve Paxton, Lucinda Childs, Trisha Brown, Simone For, Anna Halprin y otras creadoras, artistas de diversas disciplinas que rompieron la frontera del movimiento bailado con gestos cotidianos y colaboraciones multidisciplinares, algo que le sirvió para “liberarse de una danza prefijada y emprender la búsqueda de un arte que su cuestionaba a sí mismo, donde cada pregunta era la clave que abría un nuevo campo de búsqueda”, como señala la experta en danza Bàrbara Raubert. 

Deborah Hay en una foto reciente

La casa de la danza de Barcelona ofrece hasta nueve actividades en torno a Hay (cinco espectáculos, dos proyecciones, una instalación y una conferencia). Significativa será la representación de Figure a Sea en octubre, pieza de 2015 en la que la artista cuenta con la composición musical de Laurie Anderson, “una meditación sobre el hecho de ver. Ver la música, incidencias y sincronías, ver la innombrable”. Ya en marzo, destaca 3 Circle Dances una de las aportaciones más radicales de la danza postmoderna americana, la incursión de la cotidianidad en escena que permitió la ruptura de la frontera entre participante y observador, un híbrido entre meditación, danza popular y tai-chi que reforzaba la idea de comunidad. Así, en Barcelona, 25 personas de entre 15 y 65 años participarán en la creación de las tres Circle Dances.

La prestigiosa creadora responde vía correo electrónico a las preguntas sobre su colaboración con Oliveros: «Pauline y yo colaboramos en varios trabajos durante unos cuatro años, desde principios hasta mediados de los 80. Nuestro mayor proyecto fue una presentación en 1986 de Tasting the Blaze, una producción de tres horas que incluía la obra de la artista Tina Girouard. Involucró a más de 100 performers de danza, música y arte. Fue en la Austin Opry House, hogar de Willie Nelson, en Austin, Texas. Antes de esto, las dos habíamos actuado y salido de gira juntas por pequeños escenarios de Estados Unidos. Nuestra colaboración The Well tomó muchas formas, pero la definitiva fue con Deborah Hay Dance Company, que en ese momento estaba compuesta por cuatro bailarinas. Pauline trabajó con un grupo selecto de músicos locales de Austin. Robert Rauschenberg diseñó el cartel de estas actuaciones, presentadas solo aquella ciudad».

Pauline Oliveros. Retrospectiva, hasta el 17 de enero en C3A Córdoba

Constelación Deborah Hay, diferentes fechas, Mercat de les Flors, Barcelona