Fotos de Albert Vidal
1 de julio de 2020
El embate de lo desastroso ha sido especialmente duro en las tierras del Ebro, las comarcas tarragoninas donde desemboca el gran río. Hace ahora un año sufrió un incendio que afectó a 5500 hectáreas de zonas de bosque y cultivo; a ello se añadieron en enero las consecuencias devastadoras del temporal Gloria. La pandemia que llegó después es por todos conocida y uno de sus principales afectados ha sido Deltebre Dansa, el festival que se celebra en este riquísimo entorno del Parque Natural del Delta, rodeado de arrozales, abrazado por el caudaloso Ebro y acotado por el litoral marítimo. Desde hace 15 años convoca en Deltebre a miles de personas que durante dos semanas de julio participan del programa formativo y de espectáculos diseñado por Roberto Olivan (Tortosa, 1973) y su equipo. Oliván apostó por este proyecto, global y local a un tiempo, tras una brillante carrera internacional como intérprete y docente (que ha seguido desarrollando en paralelo). En estos años, ha convertido esta cita anual en una de las más esperadas por los jóvenes (en torno a 200) que se inscriben en los talleres impartidos por profesionales venidos de todo el mundo. Pero, sobre todo, ha llevado decenas de espectáculos de circo, danza y otras hibridaciones a una zona falta de actividad escénica y ha creado una comunidad en torno a las artes del movimiento. El festival recibía hace unos días una mención especial por parte del jurado de los Premis de la Crítica de Barcelona por su destacada trayectoria. Roberto Oliván responde a algunas preguntas sobre Deltebre Dansa, cancelado en su edición de 2020. En su web se puede leer !Volveremos a bailar juntos, seguro!
¿Dónde te encuentras ahora? ¿Sigues viendo el río desde tu ventana? Estoy en Deltebre. Llegué de Goa, India, justo antes de que empezara el confinamiento. Menos mal que me cogió aquí porque no me imagino haber pasado fuera los tres meses. La casa anterior a esta estaba delante del río, pero no tenia las condiciones necesarias para convivir con la humedad y cambiamos. Pero voy muy a menudo a pasear por el Delta, estoy constantemente en contacto con la naturaleza.
¿Cuál ha sido tu rutina durante este tiempo con respecto al entorno?¿Has podido disfrutar de la naturaleza? No, fui muy estricto en lo que nos dictaban, el tema era quedarse en casa, así que estuve en casa, salía un poco al jardín, pero nada más. La rutina no la llevé muy bien, aunque luego aprendas a ver lo positivo. Ha sido duro que se anulara tanto el festival como todos los viajes internacionales que tenía entre abril y agosto. Soy una persona que viaja mucho y necesita el contacto con la gente. Pero luego empecé a ver la parte positiva y aprendí a ralentizar las actividades y a disfrutar de ello.
¿Qué ha supuesto cancelar el festival? Desmontar el festival ha supuesto la misma cantidad de trabajo que si se hubiera hecho. Ha habido muchas, muchas conversaciones a nivel institucional, también a nivel interno, ¿cómo lo vamos a hacer y comunicar? ¿qué opciones hay? Llegamos a hacer hasta tres versiones diferentes del festival bien trabajadas y se hubiera podido llevar a cabo cualquiera de las tres. La tercera consistía en hacer casi todas las actividades en exterior. Pero llegamos a la conclusión de que el problema volvería a estar presente en el momento en el que personas de hasta 30 nacionalidades vinieran hasta aquí, hasta el pueblo. Todavía estamos digiriendo la manera de salir de esto, así que, junto al ayuntamiento de Deltebre, vimos que lo más sabio era tener paciencia, hacer una pausa y no crear ningún miedo respecto al coronavirus.
Socarrel, de Roberto Oliván, en la orilla del río en Deltebre 2019
¿Qué muestras de apoyo recibiste cuando anunciasteis la cancelación? Han salido cosas muy bonitas de la gente, mucha comprensión, empatía, apoyo. Es duro ver que no vamos a hacer una celebración que amamos tanto y de la cual teníamos tantas ganas, pero si todo esto saca chispas de de la gente, estupendo.
¿Y por parte de las instituciones? Nos ha sorprendido positivamente el Departament de Cultura de la Generalitat, porque en un momento así el riesgo es muy alto. No tenemos la cifra, pero sí hay plan de rescate que nos incluye y estamos a la espera. Al igual que estamos a la espera de ver qué ocurre con el INAEM del Ministerio de Cultura, del que no sabemos nada.
El año pasado hubo un gran incendio en los montes vecinos de la Ribera d’Ebre y grabaste un video solidario en la tierra quemada. Este año la zona del Delta ha sido especialmente castigada por el temporal Gloria y la crisis de la Covid-19 ¿Tienes prevista alguna acción solidaria para los afectados por estas crisis? El universo nos esta dando unas señales clarísimas, no vamos por buen camino. Al final quizás hasta vamos a tener lo que nos merecemos. Este año voy a hacer un solo INFERNO V.I.P que va a tratar de todas estas sensaciones que tengo a nivel existencial sobre lo que veo, reflexiones privadas en relación a lo sociopolítico y cultural que nos rodea. Tengo ganas de decir cuatro verdades, pero el solo va a tardar un poquito.
¿Has estado en contacto con la comunidad artística catalana, nacional e internacional estos meses? Muchísimo, nunca había hecho tanto trabajo virtual, me encanta estar en contacto con la gente del sector. El palo ha sido extremadamente duro: compañías de circo muy buenas que han tenido que dividirse para buscarse la vida; gente que ha ido directamente a trabajar al campo para sobrevivir o que ha cambiado de profesión por presión familiar,… Estoy viendo que los de la cultura seguimos siendo, de nuevo, los últimos de la fila. Es curioso porque, por un lado, en la pandemia todo el mundo ha tirado de vídeos, libros, música, ha habido acciones muy lindas de la gente, pero seguimos sin recibir el apoyo y el respeto que merecemos. Pasa lo mismo en sanidad, muchos aplausos pero los profesionales siguen sufriendo, hemos salido adelante gracias a la gente. En cultura hemos estirado de la bondad y la potencia que tienen las personas por la vida. Hay que apretar más a los políticos y hacer un cambio, pero de verdad.
¿Cómo combinas ser gestor con ser creador? Para mi es prácticamente lo mismo. Llevo casi 20 años haciendo creaciones, adaptándome a otras disciplinas artísticas porque me gusta explorar, conocer. Cuando afronto el festival es el mismo proceso que en una creación de danza: lo primero que haces es desear, imaginar qué podrías hacer, y lo segundo, hacerlo posible. Las herramientas son bastante diferentes, pero el proceso creativo es el mismo, hacer posible una cosa que va aportar algo positivo a la gente.
Después de haber recibido en los últimos años diferentes reconocimientos tanto a tu trabajo artístico como a la labor del festival, hace unos días Deltebre Dansa recibía una mención especial de la crítica de Barcelona por su trayectoria estos 15 años ¿Qué suma este premio a los ya recibidos? Cada premio es un subidón para todo el equipo porque te das cuenta que el trabajo que haces es reconocido. Con este premio de la critica nos hemos dado cuenta de que, además de la gente que adora las artes escénicas y viene ver los espectáculos aquí, en Deltebre, es también el sector profesional el que nos comprende, el que tiene un ojo crítico, parece que ya hemos llegado a todos los campos a los que se podía llegar con esta idea de festival. No obstante, para mi el premio mayor siempre es cuando la gente de a pie te dice que tiene muchísimas ganas de que llegue el festival.
Taller de Rakesh Sukesh en Deltebre Dansa 2019
Tú, que siempre defiendes la naturaleza ¿cómo sugieres que aumentemos nuestro respeto por ella? Mi apuesta vital de hacer danza, espectáculos, el festival, no es solo un trabajo sino una misión, la de hacer cosas que pueden hacer feliz a la gente. Este es el motor, el por qué hago las cosas. Llevamos tres años recuperando una nave que estaba abandonada aquí, en el campo, decantando energías para hacer un programa parecido en esencia al festival pero todo el año; es decir, que yo acciones hago constantemente, como pasear por mi propio pueblo, ver que hay una carencia cultural, encontrar una nave preciosa que puede convertirse en algo,… y manos a la obra [se refiere al espacio L’Obrador]. Mejoremos nuestra calidad de vida y que cada uno haga lo que pueda en su entorno, si todos sumamos vamos a conseguir esa vida que todos queremos vivir.
¿Como nos ayudará la danza en estos tiempos de pandemia? Cada mañana me hago esta pregunta. Soy realista y soñador, las dos cosas. Mi profesión no es abogado o médico, me he dedicado a un tipo de trabajo bastante extraño, pero he visto el resultado en la gente. Todo esto hace sacar lo mejor de la gente, hace pensar, hace mejorar la calidad de la sociedad y todas estas cosas son más importante ahora que nunca. Ahora que hay cambios existenciales leamos más, veamos más danza, más cine, démosle a la filosofía para entender dónde estamos, qué queremos ser. Por que si seguimos dejándonos llevar por la vorágine no vamos bien.
¿Qué tienes previsto en los próximos meses como creador? La semana pasada empezaron a retomarse las actividades. He estado colaborando en la creación con Ana Morales, una artista flamenca de Jerez; dentro de poco daré unas clases en el festival DansAmposta,… estamos arrancando.
¿Y el solo que mencionabas? Esto va lento y por etapas. Si tengo todo el plan y un apoyo institucional sólido tardo unos tres meses en hacerlo, me encierro y lo trabajo, pero esta vez es algo más personal y modesto, iré por etapas, como hicimos con Socarrel. En el festival Dansàneu (23 de agosto) mostraré lo que hay hasta ese día, pero se que va a haber una segunda, una tercera y cuarta parte del proyecto. Tengo ganas de estar en el escenario, tengo 47 años, las energías no son las mismas pero tengo ganas y esta vez va a ser muy personal.