Foto de Alessia Bombaci                                                                                      

29 de mayo 2020

No son hadas, ni cisnes sino enérgicas creadoras e intérpretes capaces de combinar escenas radicales de pogo y rock & roll con otras más íntimas o sarcásticas. La triada que forma Iniciativa Sexual Femenina trabaja la danza desde lugares poco explorados. La sexualidad, el feminismo o la praxis libertaria son algunos de sus puntos de partida. Elisa Keisanen (Finlandia, 1988), Cristina Morales (Granada, 1985) y Élise Moreau (Francia, 1992) crearon en Catalina uno de los momentos en vivo más recordados de la temporada pasada: la de una mujer masturbándose con la pata de una mesa. Morbo aparte, esta pieza, germinada en el centro social autogestionado Can Vies de Barcelona, ha ubicado en primera línea de interés a un colectivo que funciona como revulsivo frente la danza más estereotipada, la de líneas bellas y armónicas. Durante el proceso de creación de Catalina a Cristina Morales le concedieron el Premio Herralde (2018), y durante la gira el Premio Nacional de Narrativa (2019), ambos en reconocimiento a su último libro, Lectura fácil. Dos extractos de este libro, en el que una de sus protagonistas es una bailarina, sirvieron para sendas escenas de Catalina, obra con la que cuestionan la noción del placer sexual y del femenino y el vínculo de ambos con la represión y el dolor. Hablé con ellas por video llamada (todavía estábamos en Fase 0’5) para conocer algo más sobre su ideario y sus próximos pasos.

Desde la libertad que proclamáis sobre vuestra manera de usar la danza, ¿qué papel le dais en vuestra propuesta artística?

Élise Moreau Para mí está en el centro. A veces hay confusión entre el lenguaje virtuoso y el lenguaje en si. El virtuosismo no está en el centro de nuestras piezas, pero el propósito también es decir que eso es danza, que poner decoración en una mesa puede ser danza, al igual que retomar la idea de hacer movimientos más radicales y menos estéticos.

Cristina Morales Cuando me acerco a Elisa y Élise y a la propuesta escénica lo hago en oposición al lenguaje escrito, a un lugar de fijación como es la escritura (lo que no quiere decir que no tengamos las escenas escritas, fijadas y coreografiadas), un lenguaje que excede de la fijación del lenguaje literario. La danza, llamada modernamente movimiento, igual que el ser humano llamado modernamente cuerpo, para mí es también central.  

Esta manera de entender la danza ¿podría haber germinado fuera de un centro como Can Vies?

CM Creo que no. Yo no tenia los medios materiales para hacer una propuesta dancística no convencional en un sitio que no fuera una casa okupa, no podía pagar un local, no tenía las condiciones materiales. Can Vies fue el único sitio patrocinador, un lugar donde cualquier propuesta que respeta la consigna feminista y antifascista se puede hacer, un sitio que te arropaba para hacer algo no canónico, un sitio en el que sentía que no iba a ser observada con un ojo deformado sobre lo que es danza y lo que no es danza.

¿Cuál es vuestra formación en danza?

Elisa Keisanen Mi familia es de artistas, mi hermana es bailarina y yo, de forma natural, la seguí a ella. He sido bailarina toda mi vida.

CM De muy pequeña hice flamenco, clásico español. Mis recuerdos son el aburrimiento y el taconeo, fueron dos años de mi infancia en clases particulares. Retomé la danza de forma autodidacta a los 18 años, en la universidad, donde hice cursos de contemporáneo. Al flamenco no he vuelto.

EM Estudié ballet y luego en Amberes, en la universidad de danza contemporánea. A nivel de formación superior me dediqué a la danza.

Vuestra propuesta incluye el movimiento del cuerpo, pero también el de la mente, movimiento y pensamiento, desde el momento en que aclaráis vuestra perspectiva libertaria, feminista y anti academicista. ¿Es así?

CM Aunque para nosotras no hay separación entre movimiento y pensamiento -movimiento entendido como el que se hace voluntariamente, danza-, parece que sí hay que hacer explícito que a esta pieza se llega a través de ciertos convencimientos que llegan con la reflexión. Esa reflexión puede ser en movimiento, es una reflexión, no necesariamente teórica, expresada en palabras o a través de lecturas, que también, pero que pasa por una reflexión sin necesidad de aportar referentes académicos o teóricos (tu referente puede ser tu vecina).

¿Nombráis vuestro estilo de alguna forma? 

EM Lo dijimos medio en broma, pero hemos visto que tiene sentido: danza expresionista punk. Pensando en las expresionistas alemanas que eran muy feministas, trabajaban con la sexualidad, los cabarets, las imágenes de las prostitutas…, algo hay, en otro momento y contexto pero algo hay. Y algo de punk también.

Una escena de Catalina, foto de Laura Rubiot

Creéis que la danza está muy normativizada. ¿También en Barcelona, uno de los lugares más diversos que hay?

EK Si, es más fácil todo en Barcelona que en una ciudad más pequeña. En España hay un movimiento feminista muy grande (en Finlandia no es tanto), lo que nos ha ayudado a que aquí haya más oportunidad para todo.

CM Yo no llamaría libertad a lo que hay en Barcelona. Que haya sitios donde desarrollar el trabajo no quiere decir que haya libertad. Comparado con Granada hay mucha oferta, pero no equipararía mucha oferta y posibilidades de tener una residencia con libertad. Libertad es mucho más que poder elegir, eso una concepción muy liberal de la libertad. La libertad es poder ser crítico con lo que ya hay, y para eso queda mucho trabajo.

¿Desde Iniciativa Sexual Femenina ejercéis la crítica?

CM Somos críticas con nosotras mismas, lo primero.

EM En nuestras propuestas hay cierta crítica, o un planteamiento de otras posibilidades ciertas, que es otra manera de hacer crítica. En Barcelona hay una escena conservadora que está presente; y luego hay otros lugares donde hay espacio para experimentar, los sitios más politizados, lo que nos permite hacerlo a nivel logístico porque nos proporcionan espacio, dinero, luces, un techo.

¿Catalina esta acabada o cambiará?

CM Yo creo que está acabada.

EM Si, pero no creemos que sea perfecta. Una vez acabada podemos ver los fallos y aciertos, pero dejarlo como reflejo del momento en el que estábamos. Hay escenas que pueden resultar convencionales en Catalina, pero es una necesidad de legitimarse porque si entran en la escena de la danza de aquí una francesa, una finlandesa y una que viene de la escritura la gente puede preguntar ¿quien coño sois? Por eso tiene sus propias trampas.

¿Cómo os explicáis que habiendo nacido en 2017 a partir de un taller en Can Vies y siendo esta vuestra primera propuesta haya tenido tan buena acogida?

CM Habrán sido muchas, muchas cosas. La oportunidad, pero también el público, no diré femenino, pero no el público clásico burgués que es el que ha llenado los teatros tradicionalmente, sino cómplice nuestros. Habrá otros motivos pero también algo muy fundamental: que somos muy trabajadoras. Detrás de lo que ve el público, que son 50 minutos en escena, hay incontables horas de ensayo, de investigación, de producción, ordenador, de escritura, de cargar bártulos,… de negociación, de burocracia, desde las tareas ínfimas a las más creativas. 

EM Algunas que son las que más tiempo te llevan, como abrir la cuenta en el banco, o crear la asociación, porque no aceptaban el nombre, decían que estaba poco explicado; tuvimos que ponerle una definición más explicativa. 

¿Queríais hacer algo políticamente incorrecto?

CM Lo de políticamente incorrecto llega en el momento de la recepción de la pieza, haríamos muy mal en proponernos algo correcto o incorrecto como lugar de llegada, simplemente, se quedaría en algo profundamente superficial, de cartón piedra. Si alguien lo quiere etiquetar en el lugar de la recepción (la crítica, el público) como políticamente incorrecto hay que preguntarle al crítico por qué, qué fibra concreta se rompió en su percepción del espectáculo, porque nosotras creamos a veces desde lugares muy tiernos, sensibles, desde experiencias muy íntimas, sin voluntad de super proyeccion hacia fuera, pero que son vistas y percibidas por los espectadores como lugares muy revulsivos. 

EM En lugar de pensar en escena en lo que es correcto o incorrecto nos preocupa intentar luchar contra nuestra propia autocensura, nazca lo que nazca.

¿Qué palabra os gusta más para referiros a vuestro trabajo, danza o artes vivas?

EM Una cosa incluye a la otra, aunque no todas las artes en vivo son danza. Seria hablar de cosas distintas, grupo y subgrupo.

CM No es muy importante para mí, pero me gusta llamarlo danza por lo que tiene de sentido muy clásico. Me gusta jugar al despiste, me gusta llamar danza al hecho de que nos restreguemos con una mesa. Sirve para dos cosas: para colocarlo a la misma altura moral que El Lago de los Cisnes, que quien lo hizo se lo curró, pero la que se restriega el chirri con la mesa también, eh? No es cuestión de virtuosismo sino de cómo se llega ahí y si eso es verosímil para el público; y también me gusta danza en un sentido sindical. Recuerdo que una vez me presentaron como escritora y bailarina y me preguntaron “¿pero tú eres bailarina?”, y yo dije que por supuesto, que me pagan por bailar. Es llevarlo todo muy a tierra y no dar a entender que a la que se le llama bailarina es una ninfa que va por los bosques corriendo delante de un fauno.

¿Al público se le ha de enseñar algo? ¿A mirar? Se está haciendo mucha labor de acompañamiento con charlas ayudando a descifrar el código, por ejemplo.

EK Con nuestro trabajo, con los talleres y con nuestra corporalidad acompañamos, pero aún no hemos tenido ocasión de hacerlo mucho.

EM Al público no hay que explicarle nada. Ojalá lo único que se enseñara en las charlas es que no hay que entender literalmente, sino buscar tu versión. Existe la figura del “espectactor”: para cada uno será la obra distinta. Militar por un sentido fijo censura lo que pasa en las cabezas y en los cuerpos de los demás. Hay gente que ha salido de Catalina con ganas de follar, o de tocar, o de bailar, eso ¿cómo lo vas a enseñar en una charla?

CM Catalina ha tenido público de todos los tipos, los que se ha ido sin que acabara, público que ha salido lubricado y feliz, público que ha salido llorando,… Dar una dirección al público acabaría con esto, me parece una idea pésima.

¿Cómo son los talleres de pogo para niños que estáis haciendo con El Graner?

EM No son solo de pogo. Nos hemos inspirado en nuestro camino con Catalina y otras experiencias como talleristas de laboratorios etc. Nos gusta más definirlo como un taller libertario de expresión artística. Explosivo no ha sido; la autorización a la violencia es rara, una cosa es pelearte sin autorización, pero que un adulto te diga que puedes da vértigo, es como abrir la caja de Pandora, “si entro en esto, ¿cómo voy a salir?” Y los roles de género están muy claros, a las niñas les cuesta dar un golpe, se saben de memoria su rol.

EK El fin es cómo usar las emociones que hay en un lugar como la escuela. Es una montaña rusa, es pogo y mucho más. Luego está el tema de cómo es la realidad del cuerpo en la escuela, es lo que queremos agitar.

La sesión de fotos Bailar con el coño es lo último que hicisteis antes del confinamiento. ¿Qué tipo de actividad era?

Cristina Morales Bailar con el coño tiene algo que ver con Catalina por lo que tiene de utilización del cuerpo sexualizado de determinada manera, no estetizada, por momentos vapuleada, pero a través del consentimiento y del placer. Pero no nace solo de Iniciativa Sexual Femenina sino de otra compañera más, Sara Pierallini, filósofa italiana, investigadora de género aplicado a temas de arte y arquitectura. Ella tenía la idea de empapelar Barcelona con  imágenes de coños, y nosotras buscábamos referentes para acciones paralelas de la Quinzena y nos pareció que podíamos salir del elemento escénico, deslocalizarlo, lo que acabó siendo una acción colectiva. Fue fotografiar y luego hacer la tarea manual de imprimir, montar, colgar, con la ayuda técnica de La Caldera.

¿Cuántas fotos se hicieron en la sesión? 

EM Se hicieron más de 200 fotos, y no hemos querido hacer una selección de que cuerpo si y cual no, hemos cogido una foto de cada persona. Está hecho el montaje pero nadie lo ha llegado a ver.

La mártir Felicitas es el título de la nueva creación en la que en breve empezaréis a trabajar. ¿Qué pódeis contar de ella?

CM Ha sido seleccionada para hacer una residencia en julio en La Caldera. También nos han seleccionado de Artistas en Residencia, un programa conjunto de La Casa Encendida, CA2M y el MACBA. Seguimos buscando espacios para trabajar, pero la fecha del estreno aún no la tenemos, sería a partir de julio de 2021.

¿Cuál es el tema?

EK Los mártires. Tenemos diferentes puntos de partida para el tema, hay que empezar por ahí. 

Un par de fragmentos del libro Lectura fácil sirvieron para trabajar algunas escenas de Catalina. ¿Habrá en la próxima obra algún punto de partida literario?

EM Tras empezar con varias ideas y ver cual era el hueso de la obra, nos hemos dado cuenta que sí hay un extracto en un libro de Cristina que se correspondería con ello, hay una fuente literaria que tal vez podamos usar, pero aún no sabemos si estará, ni cómo.

Próximas funciones de Catalina

Teatro del Barrio, Madrid, del 4 al 8 de noviembre

La Caldera, Barcelona, 10, 11 y 12 de diciembre Quincena de la Danza. La exposición Bailar con el coño se retomará en diciembre coincidiendo con las representaciones de Catalina. 

www.iniciativasexualfemenina.es

Catalina, foto de Alessia Bombaci