POR LA TANGENTE
Leolo ocupa desde hace 10 años un lugar exclusivo en la vida cultural de Valencia como única librería especializada en literatura infantil y juvenil de la ciudad. Al frente de este comercio singular, que ondea orgulloso la bandera de la proximidad y la comunidad creada, se encuentra Bárbara Michaud (Quebec, Cánada), librera vocacional y exigente que aspira a seguir ofreciendo calidad y variedad a los pequeños lectores. El grueso de la celebración de una década de vida de Leolo fue el pasado diciembre; bajo el lema “10 años alimentado lectores feroces” se concentraron actividades en un fin de semana en el que hubo exposición de fotos, música, lecturas y un concurso de relatos y dibujos. Diez de esos relatos ilustrados tenían que haber visto la luz en formato impreso para la celebración del Día del Libro pero, como tantas otras cosas, se ha tenido que posponer hasta nueva fecha. Tampoco habrá Feria del Libro esta primavera, cita a la que Leolo ha acudido puntual cada año. Pese a todo Michaud, mujer de energía y carácter positivo, ha seguido suministrando libros gracias a la venta online y mantiene, con las debidas precauciones, sus proyectos de futuro.
¿Cual es tu visión del papel que la lectura tiene en la educación de los niños? Es fundamental. Desde la escuela y desde casa. Durante los primeros años leer cuentos es toda una experiencia: sentarte con los niños, abrir un libro, descubrir un mundo. Te relacionas mucho con tus niños a través de un libro, te interrumpen, intervienen en la historia, comentan las imágenes; es una vivencia interactiva enriquecedora y el gusto por los libros se crea en los primeros años. Luego está la etapa de empezar a leer por sí mismo, momento en que la escuela es muy importante. Deben tener libros a mano para poder experimentar.
¿Y en el ámbito juvenil? Aquí el lector es más selecto, los que quedan son menos, pero los que se enganchan a la lectura son voraces. Es muy fácil abastecer a un adolescente aficionado porque tiene recomendaciones y llega a la tienda sabiendo qué quiere leer. Es un grupo más reducido, pero más consumidor y convencido.
Habéis creado una comunidad de lectores en torno a Leolo, acompañáis aconsejáis, incluso habéis visto crecer a algunos niños. ¿Cómo es esa comunidad? Es lo más bonito que puedas imaginar. Somos un comercio de proximidad, de barrio y la gente que viene, que está atenta y despierta, aprecia lo que ofrecemos. Somos la única librería infantil y juvenil de Valencia, así que hay gente que viene también de otros barrios, porque por ejemplo, la selección de libros ilustrados es muy amplia. El mundo de los libros se basa mucho en las novedades, como en la moda, y pocas veces encuentras en una tienda libros que se han publicado hace algunos años. Nosotros, además de las novedades tenemos una selección de fondo editorial, y ahora muy pocas librerías tienen fondo porque lo debes financiar tú. Si un libro tiene cuatro años y está en Leolo es porque decidimos con otros criterios (por la ilustración, por los autores,…) y creemos que tiene que estar.
Uno de los rincones de Leolo
¿Habéis cambiado vuestro modelo desde que empezasteis? Hay tres ejes: actividades de animación a la lectura, juguete educativo y literatura infantil y juvenil de calidad, esto se mantiene. Si ha cambiado el tipo de juguetes, el tipo de literatura y de actividades porque el mercado es el mercado y recibes libros según modas. Pero para nosotros el criterio principal es el de adaptarnos a la demanda de la gente. Si hay nuevas modas y nos interesan nos sumamos, como el feminismo, que en los últimos años ha visto aumentar mucho la oferta, así que bienvenida sea esta ola porque nos gusta. Como fanática del cómic estoy encantada porque ahora también está de moda.
¿Alguna tendencia que se aproxime? Con la pandemia llegarán los temas más humanos, sobre la solidaridad y la interconexión mundial; o, por ejemplo, la ecología que estuvo de moda hace 15 años para luego desaparecer y volver hace poco.
En estos 10 años ¿habéis acogido actividades en relación con la danza? Pocas cosas, pero si. Hace dos años Guillem Cabrera vino a presentar su libro Cuando tus pies son tus alas en el que cuenta su vocación y formación como bailarín en la Royal Ballet School de Londres. Hemos tenido un par actividades de expresión musical y corporal en las que la danza estaba presente.
¿Que libros con temáticas de danza tenéis? Son sobre todo libros para pequeños, de ballet, manipulativos, pop-up. Hay uno, Quiero bailar flamenco, de Azucena Huidobro, que es espectacular; también tenemos sobre El lago de los cisnes con una bailarina que da vueltas. Pero en general hay mucho rosa, están muy enfocados a la bailarina de ballet clásico. En el mundo de la literatura infantil y juvenil tenemos una lucha contra los estereotipos, más fuertes que en el mundo adulto. Una librería como Leolo tiene que pelear para encontrar cosas que no existen, huimos de los estereotipos de género.
¿Está la danza infrarrepresentada en la literatura infantil si la comparamos con otras artes? Totalmente. La danza es, efectivamente, la hija pobre de la cultura. No tiene el lugar que merece. De teatro también hay muy poco, aunque son las dos disciplinas que los niños hacen con más facilidad como actividades extraescolares. De música hay mucho, o de pintura, sobre el arte en general.
Y como público ¿cual es tu relación con la danza? Tengo curiosidad, me atrae sobre todo lo atrevido porque soy más de lenguaje, necesito las palabras, el cuerpo solo no me satisface. Pero si hay atrevimiento por parte del coreógrafo si me interesa. ¡Y eso que bailar forma parte de mi vida!
Como gestora de una librería ¿qué echas en falta a nivel de apoyo institucional? En España falta de todo, en cultura en general y en el sector del libro en particular. Sin embargo, hay cosas muy sencillas que se podrían hacer para ayudar a las librerías. En Alemania, cuando una escuela va a hacer una compra de libros tiene la obligación de, con ese dinero público, comprar a librerías de proximidad. Aquí los colegios pueden comprar donde quieran y lo único que deberían exigir las administraciones es que compraran en tiendas que están a menos de 500 metros del centro educativo. Así permites que librerías o papelerías de barrio puedan subsistir y, además, los profesores y los padres se enteran de que existen y contribuyen al tejido cultural de una ciudad. Eso no costaría más dinero a la administración pública, sino que establecería unos parámetros que serían de ayuda al tejido comercial de proximidad. Tampoco conozco ninguna medida específica de apoyo al comercio electrónico cuando, además, ahora va a ser esencial para la supervivencia de muchas tiendas.
www.leoloshop.com