Foto, El jardín de las delicias de Marie Chouinard
Si en verano la escena abandona los teatros y sale a la fresca, los puntos calientes para la danza se concentran sobre todo a orillas del Mediterráneo. Mientras que el interior de la península celebra su efervescencia anual de citas con el teatro clásico en Almagro, Olmedo, Olite, Mérida o Alcalá, danza y artes del movimiento (entiéndase circo, performance, ballet y otros híbridos) se arremolinan, aunque no solo, en pueblos y ciudades costeras. Como una metáfora de que solo desde según que orillas se mira con atención a todo aquello que se mueve en según que márgenes.
Repasemos algunas de las propuestas más interesantes de julio y agosto. Empezamos por una de las citas destacadas del calendario, el que, más que un festival, es una celebración del encuentro entre los seguidores, profesionales o no, de las disciplinas del cuerpo. Del 14 al 29 de julio a orillas del Ebro, gentes de más de 50 países acuden puntuales desde 2004 a las propuestas formativas y de exhibición elaboradas por Roberto Oliván y su equipo. Talleres (este año Wim Vandekeybus es uno de los invitados de excepción), actuaciones de danza y circo, convivencia y rituales de fango y baile entre arrozales en uno de los festivales que ha conseguido diversos reconocimientos europeos a la innovación y calidad.
A 25 kilómetros al norte de Valencia, Sagunt a Escena arranca a finales de julio con un programa en el que destaca la visión de El jardín de las delicias de la coreógrafa y directora de escena canadiense Marie Chouinard. La afamada artista, quien dirige la sección de danza de la Bienal de Venecia desde 2017, estrenó en 2016 esta obra inspirada en la famosa tabla de El Bosco. Plasticidad, rigor y riesgo caracterizan los trabajos de Chouinard, quien ha trabajado en su ya dilatada carrera con referencias tan amplias como La siesta del fauno de Nijinsky o los ancestros indios de su país de origen.
El flamenco electro-impuro de Angel Muñoz en Claroscuro, también en el escenario del Teatro romano, y la pieza Aigua de Nuc, en los aledaños del recinto histórico, completan la cuota de danza en Sagunt.
Si llegamos hasta Barcelona, el Grec ofrece un año más el cartel más generoso y contaminado de todos. Es un tipo de festival con otros objetivos, crear marca de ciudad, satisfacer demanda, aglutinar producciones catalanas, atraer turismo cultural, aumentar público local…, pero el resultado es un librillo de programación donde elegir resulta difícil.
Este mes de julio pasarán por la ciudad figuras como Akran Khan, Jérôme Bel, Eva Yerbabuena y compañías como la Cloud Gate Dance Theatre de Taiwan o la italiana TPO. La recién estrenada Pasionaria de La Veronal, Grito Pelao, unión artística de Rocío Molina y Silvia Pérez Cruz, la propuesta de Eun-Me Ahn (a la que se conoce como la Pina Bausch de Seúl), Dancing Grandmothers, y un buen puñado de propuestas de circo contemporáneo y otros maridajes se combinan con teatro de texto, site-specifics, música y laboratorios creativos de diverso pelaje.
Más danza en Cataluña
Perelada es una de las plazas exquisitas para amantes de las formas más clásicas, desde la ópera a las orquestas sinfónicas. Pero junto a los demandados ballets siempre se cuela una estrella flamenca (este año le toca a Maria Pagés) y alguna propuesta especial, como es el caso de Folia, creación dirigida por el francés Mourad Merzouki que aúna hip hop y músicas barrocas.
Lejos de los focos de las grandes citas, los picapedreros de la danza ofrecen en verano algunos de los frutos de su extenuante trabajo en pro de la visibilización de los creadores del gremio. Así, en Figueres, la gente de Agitart propone un año más su programa formativo y de exhibición en las calles -y gratis- con La Intrusa, Chey Jurado, Quim Bigas y un puñado de artistas de estilos variados.
También el Ripollés Dansa no por pequeño es menos fiero en sus propósitos: acercar la danza a una comarca de interior alejada de la mayoria de manifestaciones contemporáneas. Este verano, 13 piezas de calle que se ofrecen con el rico patrimonio arquitectónico como testigo.
Hay más danza repartida por el mapa, claro; no podemos olvidarnos del festival Trayectos de Zaragoza, del abrazo que hace a la disciplina el Festival Internacional de Granada (este año con programación expandida muy interesante por la provincia), el más moderno de Los Veranos de la Villa en Madrid o el recién celebrado Cádiz en Danza; pero sigue habiendo espacio para introducir a muchos más de los numerosos y excelentes creadores que existen. Más que una cuota en la mayoría de festivales de verano, la danza podría ocupar en estas citas el lugar que le corresponde como arte vivo, versátil, emocionante.