Una orquesta sinfónica en la playa (la OBC en la Barceloneta), una sesión de música electrónica en un andén del metro (Sonar calentando motores) o danza entre montones de frutas (Fill d’Arena en el Mercado del Cabanyal de València); apostando por la singularidad, las artes siguen buscando nuevos espacios que ocupar para estar más cerca de la gente y ofrecer al público experiencias más completas.
Hace ya seis años que música, teatro y danza se subieron a las azoteas de Barcelona gracias a Terrats en cultura, un ciclo que, de mayo a septiembre de este año, ofrece el pop folk de Daniel Lumbreras, un concierto de Sidonie dentro de la gira de su 20 aniversario, la versión sin aditivos electrónicos de los temas de Delafé NU o a Cesk Freixas, todo ello en la parte musical de la programación. Además, piezas teatrales site specific como el Si tinguèssim més coca de Alberto Diez y danza de la mano de dos interesantes nombres del momento, Pol Jiménez y Moveo.
Lola Armadàs forma parte del equipo fundacional de Coincidències, la asociación cultural que gestó Terrats en cultura con la convicción de que mantener la creación cerrada en grandes espacios era enjaularla y limitar su consumo a una pequeña parte de los ciudadanos. Cuando arrancamos, en 2013, la crisis estaba provocando que muchas propuestas interesantes se perdieran y quisimos crear un circuito alternativo para vivir la cultura de otra forma, nos cuenta, además, en las azoteas, que habían sido tradicionalmente lugares de convivencia, se había prohibido el uso comunitario, así que unimos ambas necesidades, la de reivindicar un espacio y otra forma de hacer cultura.
Esta singular iniciativa encuentra en la cercanía entre artistas y público (unas 60 personas por actuación) uno de sus puntos fuertes. No hay escenario, así que todos compartimos espacio y después de las actuaciones se puede charlar entre todos, y ese acento participativo hace que la gente se implique, nos comenta Armadàs. Plenamente consolidado en Barcelona y con extensiones en otras ciudades del área metropolitana como L’Hospitalet y Viladecans, el ciclo quiere seguir ampliando su campo de acción a más municipios.
Idilio con la danza
Una voluntad expresa de difundir la danza planea sobre el proyecto, aunque necesita más esfuerzo en su difusión, la danza es espectacular en las terrazas, coge otra dimensión con los cuerpos en movimiento recortados sobre el fondo del cielo…, nos comenta Lola entusiasmada. Por sus variopintas terrazas han circulado todos los estilos del baile, desde el flamenco heterodoxo de Juan Carlos Lérida, el performativo de Quim Bigas o el teatral de Roberto G. Alonso. Exhibiciones de piezas breves a cargo de Anna Rodríguez, Helena Canas o Ana Borrás conforman un catálogo de momentos vividos bajo los suaves atardeceres mediterráneos rodeados de espectadores curiosos. El público es testigo de cómo cambia la luz, como el aire se hace más fresco y, aunque hay mayor dispersión que en un escenario cerrado, los artistas acaban incorporando los estímulos exteriores a sus propuestas, lo cual es muy interesante para todos, añade.
Esta temporada
El dinamismo de Moveo pega fuerte en la escena actual. Con su danza teatro enérgica y arriesgada, sutil y estimulante, han conseguido reconocimientos como el de la Fira Tàrrega de 2017 para Conseqüències, su última creación. Ellos abrieron el ciclo el pasado 11 de mayo dejando al público, tan cercano como sus montajes exigen, asombrado y feliz.
Pol Jimenez está sacudiendo el lenguaje del baile español y flamenco desde su juventud desprejuiciada. Con 23 años ya ha conseguido, entre otros, el Premio de Danza Española (en 2014), ha coreografiado para La Fura dels Baus, participa en diversos proyectos de investigación y ha creado varias obras que se han visto en encuentros como el Ciutat Flamenco de Barcelona. Jiménez bailará Agénero, pieza que plantea la ausencia de género en el cuerpo que se mueve, un tema que conecta con las inquietudes de un hornada de creadores de varias disciplinas que, en torno al flamenco, cuestionan los roles clásicos de hombre y mujer. Así lo planteaba, por ejemplo, Lérida en su última pieza escénica, Al baile (2016), o lo hace Fernando López en el libro De puertas para dentro. Disidencia sexual y disconformidad de género en la tradición flamenca.
Existen iniciativas similares en lo musical como 43 Live the roof que discurre por diez ciudades españolas, pero, en pocas, las artes escénicas, bien sea a través del texto o del movimiento, tiene una presencia tan destacada. Además, propuestas diseminadas por todos los barrios de la ciudad y no solo en aquellos que están más de moda: otro de los puntos diferenciales de los Terrats en Cultura.
Ya iniciada esta nueva temporada en las alturas, solo queda elegir el día y, llegado el momento, encaminarse hacia el punto más alto del edificio donde nos hayan convocado para dejarse sorprender tanto por las vistas como por las propuestas. Con todos los sentidos abiertos, la conexión está garantizada.