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En 1937, Salvador Dalí firmó contrato con el entonces director de los Ballets Rusos de Montecarlo, el prestigioso coreógrafo Léonide Massine, para hacer el libreto y la escenografía de un ballet que se estrenaría en París. Nombrado primero Tristán fou; Venusberg, después, y finalmente estrenado como Bacanal, Dalí se propuso ofrecer el primer ballet paranoico de la historia.

Contó con Coco Chanel para idear y confeccionar el vestuario; la diseñadora ya era entonces una mujer reconocida e influyente. Junto a ella, el escultor Apel·les Fenosa se encargaría de la realización de los elementos de un atrezzo ideado por Dalí desde su universo surrealista. Es la fundación que custodia y vela por el numeroso legado del escultor catalán la que acoge hasta el próximo 30 de septiembre una exposición que recupera algunas de las historias y vicisitudes que sucedieron en torno a este rompedor proyecto artístico.

Uno de los telones de Dali para Bacanal

El ballet para 16 bailarines sería coreografiado por el propio Massine y, tras su previsto estreno en septiembre de 1939 en Londres, iniciaría una gira por Europa que pasaría, entre otras ciudades, por París. El ballet trataba sobre los episodios de alucinaciones del rey Luis II de Baviera y el mito de Leda y el cisne. La bailarina Lola Montes, amante del rey, también aparecía en un atrevido ballet lleno de elementos surrealistas propios de un Dalí que se llegó a definir como un pintor eminentemente teatral. La música  de Wagner también definía la puesta en escena.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial trastocó todos los planes previstos y convirtió su posterior estreno en un símbolo de resistencia frente a la destrucción de la guerra.

Apel·les Fenosa-Coco Chanel 1939-1940 nos habla, además, de la relación íntima o affaire que en septiembre de 1939 mantuvieron el escultor y la diseñadora en París, tras incorporarse ambos al proyecto de Bacanal. Llegado a la capital francesa tras huir de España por su afiliación republicana, Fenosa contó con el apoyo logístico y económico de PicassoCocteau y otros intelectuales de la época. En ese ambiente creativo era previsible conocer a Chanel que, rodeada de artistas, gozaba ya de un merecido prestigio. Fue ella quien le alojó en el hotel Ritz durante unas semanas; era opulencia hasta el punto que me volví loco, reconocía en una entrevista años después. De hecho, intercambió con Cocteau su apartamento para salir de allí.

Fenosa esculpiendo el busto de Chanel

De Chanel se conoce su generosidad, pero también su adicción a los opiáceos, algo que afectó a la relación con Fenosa, como él mismo describió: Si amas a una persona que se droga, o tú te drogas o la otra para ¿no es así? Yo planteé la cuestión: o yo me drogo o tú no lo haces más”. Parece que la respuesta de Chanel fue continuar como hasta ese momento porque, de hecho, la relación concluyó.

En paralelo a esta historia, en la muestra de El Vendrell podemos ver como ambos trabajan en la elaboración de cascos, cabezas y otros elementos escenográficos de Bacanal, como las piernas medio humanas medio de ave del personaje llamado Caballero de la Muerte, o la cabeza de Leda.

De aquellos objetos, apenas queda algún boceto original del diseño, pero para la muestra se han creado de nuevo según las fotos y el libreto. Se pueden ver además algunas fotografías peculiares como la de Chanel y Fenosa probando los gorros-casquete de cisne o de ninfas; o el momento en el que la primera posa para un busto que modela el segundo. En la inauguración de la exposición, el pasado 18 de junio, una performance de música y movimiento recreó la experiencia, haciendo uso de los objetos recreados.

Tras el estallido de la guerra, Massine y parte del equipo se trasladan a Nueva York, donde buscan un lugar para estrenarlo. Dalí efectúa en paralelo el casting para los bailarines, un grupo de seis hombres y seis mujeres. Nini Theilade, quien con 24 años obtuvo el papel de Venus, es hoy con 102 años la única persona de aquel elenco que sigue viva.

Como Chanel -que cerró su taller de la calle Cambon con el estallido armado- se negó a enviar el vestuario a Nueva York si este no viajaba con ella misma o con Dalí, la modista Barbara Karinska confeccionó una réplica para el estreno en el Metropolitan Opera House. El 9 de noviembre de 1939 se levantaba el telón para una obra excepcional en la que participaron artistas de vanguardia azotados por los tiempos convulsos de la guerra. El éxito fue total.