Ver artículo original

Foto ©Colita

Los artistas libres nacen, y aunque alguien intente domarlos, ni el poder ni el tiempo pueden con ellos. La bailaora Antonia Santiago Amador, La Chana, posee uno de esos espíritus feroces, intensos e indomables que ahora podemos conocer gracias al documental que Lucija Stojevich presenta en el festival DOCS Barcelona.

La Chana retrata en 90 minutos las dos vidas de esta catalana de L’Hospitalet que en los años 70 del pasado siglo irrumpió en la escena flamenca con la fuerza de un vendaval de libertad expresiva. Gozó de fama y reconocimiento desde muy joven.

Un baile salvaje, expresivo, enérgico e inspirador que recibió el aplauso de todos, neófitos y expertos. Pura vida. La de una chica gitana de casa humilde que ya de niña bailaba a escondidas siguiendo el ritmo que su cabeza recreaba, taca taca tá, tacatá, y así hasta que su tío, un guitarrista llamado El Chano, la llevó de bolos con él y se produjo la magia.

Primero en Cataluña, después Madrid, Japón, EEUU, Francia,… luego la televisión,… la joven bailaora, propulsada por su genio y un zapateado nunca visto alcanzó unas cotas de popularidad que despertaban pasiones.

Con 19 años, Peter Sellers la fichó para su película The Bobo (1967); el mismo Dalí acudía con frecuencia a sus funciones acompañado por sus dos guepardos, que rugían inquietos durante los apoteósicos zapateados de La Chana.

Pero, en pleno éxito, La Chana desapareció. El documental de Stojevich sigue la pista de los hechos, recoge el testimonio de la artista, quien cuenta una historia de malos tratos por parte de su primer marido durante 18 años, hasta que le obligó a retirarse para cortarle las alas y tenerla atada.

«La conocí a través de Beatriz del Pozo, una amiga cercana de La Chana. Me emocioné viendo sus bailes y me sorprendió que nadie hubiera hecho un documental sobre esta gran artista. Así que, un día fuimos a su casa, donde nos preparó una de sus famosas paellas.  Durante la comida, me contó su historia personal, lo que estaba sucediendo detrás de las escenas. Justo entonces todo comenzó, un proyecto que retrata a la artista y a la mujer luchadora que hay tras el baile», comenta la directora.

Yo nací para bailar dice La Chana en una de las escenas. Por eso nunca ha dejado de hacerlo, como cuando con 38 años tuvo que volver a los escenarios tras ser abandonada y desplumada por su violento marido. La cumbre flamenca fue el nombre de la nueva agrupación con la que volvió a vibrar el público de todo el mundo. Antonio Canales, discípulo de La Chana lo dice en la película: después de Carmen Amaya, la más grande La Chana.

Cuando conoció a su segundo marido, el amor y el desgaste físico de sus rodillas la devolvieron de nuevo a una vida tranquila en Dosrius durante más de 20 años. Hasta que en 2010 recibe la invitación del entonces comisario del ciclo Flamenco Empírico de Barcelona, Juan Carlos Lérida, para formar parte del programa. La velada con Peret y otros flamencos fue especial; La Chana que bailaba sentada para no dañar sus rodillas, acabó de pie zapateando en una increíble demostración de poderío y arte.

Hago lo que quiero, soy valiente, sé que me va a salir bien porque mis facultades obedecen a mi alma, dice en la cinta la artista. Como afirma su directora, el documental es una historia inspiradora sobre sueños y pasiones, envejecimiento y pérdida, aceptación y reinvención, amor y abuso con los espléndidos ritmos de La Chana como hilo conductor.

Invitada a bailar en ocasiones especiales como en los actos de celebración del centenario de Carmen Amaya, La Chana abandonó definitivamente los escenarios en 2013.

Producida por Noon Films con apoyo nacional e internacional, La Chana acaba de recibir el premio «Chopin’s Nose» al mejor documental sobre arte y música en el festival Docs Against Gravity en Polonia, el premio del público en Le Voci dell’Inchiesta en Italia y el premio del público en el IDFA VPRO en Amsterdam. Con este vídeo lo agradecían.