De Chernobil a la caída del muro, del tsunami de 2004 a la crisis financiera del 2008, la historia reciente está llena de momentos vinculados con un baile, del reggaeton a la conga. En algunas ocasiones, canciones y bailes han provocado catástrofes, mientras que en los mejores casos las han evitado.
Esta es la delirante hipótesis de Festa de ball per salvar el món, una «comedia musical de ciencia ficción» de La generación feliz (unión interdisciplinar de actores, bailarines, vídeo artistas y músicos), que se alinea en el bando de los estimulantes espectáculos participativos y juguetones, tremendamente divertidos y de poso sarcástico.
Escrito y dirigido por Miguel Angel Blanca, más conocido como frontman de Manos de topo, cuenta esta fiesta entre sus filas con personajes tan conocidos como el músico Joan Colomo, Edu Pou, la mitad del retropunk dueto Za! y Sara Fontán, de Manos de topo, en la parte musical. Jordi Vilches, aquel joven que protagonizó la seminal Krampack, y una estupenda María García Vera convertida en una aburrida y casquivana postmoderna con urgencia de pasarlo bien, completan la lista de intérpretes. Aunque unos sean actores y otros músicos, todos actúan, cantan y bailan conformando un magma energético en escena.
Un Vilches tan expresivo como eficaz en su papel de locuelo de las teorías conspiratorias, expone sus tesis: la primera es que determinados bailes han provocado catástrofes. Véase cómo el momento cumbre de Destiny’s Child coincide con el crack financiero del 2008; o cómo las torres gemelas fueron derribadas mientras en el mundo triunfaba el baile de la “mayonesa”. El fin del apartheid, la muerte de Bin Laden,… toda la verdad del universo reside en las coreografías.
Se dan además casos certificados de que el baile ha matado, como demuestra el hecho de que Elvis Presley finara cuando los imitadores de los bailes de Grease inundaban el mundo, o que Andy Warhol despareciera mientras medio planeta bailaba los pasos del «Thriller» de Michael Jackson.
El público, de pie, es invitado a imitar los diferentes pasos que hilan la historia, convirtiendo la pieza en una experiencia colectiva; mientras, una proyección con un montaje de video entre kitsch y feroz sitúa a los actores en los diferentes momentos históricos de los que se habla, sumando histrionismo a la narración.
Foto de Ester Roig
La segunda teoría defiende que determinados bailes han salvado el mundo. En España, el golpe de estado de Tejero fracasaba gracias al triunfo imparable de “Los pajaritos” de Maria Jesús y su acordeón. En Alemania, el muro era derruido por los berlineses gracias al éxito global de la lambada.
En último lugar, llega la tesis que nos afecta ahora, en el presente. El mundo está a punto de ser destruido por un meteorito (léase destrucción provocada por el mismo humano que lo habita) y solo bailando podemos evitar la cuenta atrás que nos lleva al vacío. Una invitación a la acción, metáfora ligera pero acertada de que en nuestras manos está arreglar este entuerto.