Lo anunciaba hace apenas unos días el diario Granma, las peripecias vitales y artísticas de Carlos Acosta, el famoso bailarín cubano se convertirán en una película que dirigirá Iciar Bollaín y cuyo guión firmará Paul Laverty, guionista de algunos de los más conocidos filmes de Ken Loach.
Carlos Acosta es uno de los grandes nombres de la danza desde hace dos décadas. Nacido en Los Pinos en 1973, el llamado Príncipe negro ha llegado a ser uno de los mejores bailarines del mundo, engrosando esa mítica lista en la que figuran nombres como Nijinsky o Nureyev. Ha recibido algunos de los más destacados premios (como el Laussane o el de París) y distinciones como la de Comandante del Imperio Británico, concedida en reconocimiento a su carrera como Primer bailarín en el Royal Ballet inglés.
En la centenaria institución ha desarrollado gran parte de su carrera, interpretando los principales roles clásicos, como pareja habitual de baile de Tamara Rojo, antes de que esta asumiera la dirección del English National Ballet. Ha sabido combinar este compromiso con citas en teatros de todo el mundo como artista invitado y hace apenas dos años creaba su propia compañía Acosta Danza que, radicada en La Habana, supone la preparación de su camino de regreso a Cuba.
En 2007, la estrella publicó su autobiografía, No way home, un jugoso volumen de 320 páginas, en las que daba cuenta de sus difíciles inicios en el mundo del ballet y toda una serie de vivencias y peripecias dignas del mejor folletín. La película se basará en ese libro, que ha sido recientemente traducido al castellano por la editorial cubana Arte y Literatura con el título Sin mirar atrás, y se rodará durante los meses de noviembre y diciembre de 2017 en La Habana y otras localizaciones.
Fue su padre, camionero de profesión, quién martilleó al pequeño Carlos para que estudiara ballet. Desganado primero con la idea, una vez sintió la vocación se dedicó en cuerpo y alma a prepararse, hacer audiciones para entrar en escuelas y a trabajar intensamente para ser el mejor y poder destacar sobre la numerosa competencia, en un país donde existe una gran afición por el ballet, máxime cuando este se puede convertir en una forma de ganarse la vida en mejores condiciones laborales.
Tras terminar su formación en la Escuela Nacional de Ballet, Carlos Acosta dio el salto a los escenarios internacionales como invitado en diversas formaciones, pero también formó parte del Ballet Nacional de Cuba, dirigido desde hace más de 50 años por Alicia Alonso, entre 1992 y 1993. Hasta 1998 bailó en el Houston Ballet, año en que se incorporó al Royal Ballet, al que sigue vinculado como bailarín Principal invitado, figura que le permite una autonomía artística considerable.
A Carlos Acosta se han referido como el cubano volador, o el arma letal, para intentar aproximarse a la impresión que causa verlo bailar (y volar). Portentoso, de un físico rotundo, el bailarín es un brillante en escena y hechiza por la capacidad de hacer que parezcan fáciles las más complicadas ejecuciones balletísticas.
Con Acosta Danza combina el repertorio clásico con piezas contemporáneas, algunas coreografiadas por él mismo. Su desembarco en Cuba ha supuesto cierta sombra para la sempiterna Alicia Alonso, con quien parece que las relaciones no han pasado más que de la corrección durante todos estos años. Esto seguramente sea debido a un episodio que cuenta en su biografía y en el que de manera velada nos dice que la diva pudo tratarlo condescendientemente debido a su color de piel.
El pasado 11 de junio se suspendió la presentación del libro de Carlos Acosta en La Habana. Muchas voces del entorno artístico se preguntan cómo puede ser que se hayan tardado nueve años en traducir el libro y publicarlo en Cuba, y sobre todo, como puede ser suspendida la esperada presentación. De momento, no hay respuesta (oficial). En todo caso, seguro que la película de Bollaín no entra a trapo en los chismorreos de capilla sino que se centrará en contarnos una vida tan intensa como excepcional.