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El fotógrafo danés Morten Nilsson ha sabido retratar con mirada única el peculiar mundo de las competiciones de bailes de salón, su conocida serie Dancers impacta por la rigidez de las poses y por la expresividad de unos rostros casi artificiales, retratados en el backstage minutos antes o después de salir a la pista de baile para competir. Niños, jóvenes y mayores posan ante la cámara con el porte del bailarín preparado, pero el efecto conseguido es tan curioso como inquietante, en parte, por lo ficticias que resultan semblantes y posturas.

La colección es de principios de esta década pero continúa en su web de fotógrafo freelance, aunque ahora está inmerso en otros proyectos de concienciación social y cultural poniendo la vista en países bien alejados de Dinamarca como Afganistán o Mali.

La mirada de Nilsson ha sabido captar con acierto el efecto que en los no aficionados provoca la estética y la ejecución misma de los bailes de salón, una mezcla entre fascinación y extrañeza.

Con un elevado número de seguidores en todas las categorias y edades en muchos países del este y del oeste del mapamundi, los bailes de salón arrasan cuando se enmarcan en el mundo de la competición.

Lamés, lentejuelas, lycra y brillo, mucho brillo. Así son los trajes de los bailarines que practican de forma profesional el baile de salón. Velocidad, acrobacia, técnica, precisión y ritmo, mucho ritmo, de esto están hechas las coreografías que acuden a los numerosos campeonatos, trofeos, premios y exhibiciones que por todo el mapa tienen repartidos las asociaciones y federaciones de bailarines de esta modalidad artística y deportiva. Un universo amplio y variado del que se podrá ver una muestra el 18 y 19 de junio, en el pabellón deportivo de Paterna (Valencia), que acoge parte de los campeonatos nacionales y autonómicos. Estas competiciones serán válidas para el ranking de la Federación Española de Bailes de Salón.

Nacido como una forma de baile en el siglo XIX en los países anglosajones, pronto se convirtió en especialidad deportiva de exhibición y competición, y si bien sus primeros estilos fueron el vals, el inglés y el vienés, el tango o el slow fox, se fueron sumando ritmos como el swing o el quick step. Aunque fue la incorporación de los bailes latinos, más sueltos y marchosos, lo que dio una nueva dimensión al mundo del salón bien entrado el siglo XX, sobre todo en España, donde son los más practicados.

Existen desde entonces dos grandes categorías en la competición: Estándar y Bailes latinos. La primera incluye los cinco estilos ya mencionados, mientras que los bailes latinos incluyen el chachachá, la rumba, la samba, el pasodoble y el jive como principales ritmos. Las competiciones de ten exigen a cada pareja la exhibición de los diez estilos, los cinco estándares y los cinco latinos, en una única sesión.

Conforme pasan los años se han ido produciendo nuevas incorporaciones como la line dance (sí, danza en línea, a lo Coyote Dax), rock & roll o wheelchair dance (para personas que usan sillas de ruedas), Twirling, y más recientemente el hip hop o la danza coreográfica, que consiste en hacer una coreografía de grupo que incluya figuras reglamentarias estándar; también se han incorporado bailes caribeños. Fuera de las dos grandes categorías de estándar o latinos tienen sus propias secciones de concurso y exhibición específicas.

En septiembre se celebrará en Chengdu (China) el Mundial de latinos, mientras que el de Estárdar tendrá lugar el 12 de noviembre en Aarhus, Dinamarca.

En España hay mucha afición y un buen nivel, de hecho hay dos parejas que son campeonas del mundo en sus respectivos grupos de edad: Rubén Viciana y Eva Moya, campeones del mundo senior 1 Latinos 2015 (parejas de más de 35 años); y Jordi Mayral y Eva Aguilera, campeones del mundo senior 2 de 10 Bailes 2015 (parejas de más de 45 años). Además, tres parejas en la categoría absoluta están entre las 21 primeras parejas de Latinos del ranking mundial. Toda una cantera de campeones.