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Hace 20 años que murió Gene Kelly, el rey de los musicales clásicos de Hollywood, el bailarín sonriente que llevó la danza a la cima de su popularidad.

Un ejemplo de cómo el cine conquistó el mundo se encuentra en algunas de las escenas de El Pirata, película de Vincente Minnelli del año 1948. Un Gene Kelly en plenitud de facultades físicas ejecuta una exhuberante y jocosa escena en la plaza de un puerto caribeño. Mientras saca a bailar a unos y otros, va saltando de ubicación, trepando a los escenarios, moviendo cada parte de su cuerpo y desgranando una coreografía original e hipnótica. Todo un derroche de imaginación y además ¡en color! Imposible detener la popularización del cine a la que Kelly tanto contribuyó. Él revolucionó el género musical.

Una escena de El Pirata

Tal y como reconocía en una entrevista, en los años gloriosos de ambos en el celuloide, mientras que Fred Astaire con su elegancia y naturalidad simbolizaba la nobleza, él, con su sonrisa y sencillez representaba al proletariado. A ese componente cercano y accesible, se unía una pericia única en la creación y ejecución de escenas y coreografías, un carácter afable poco dado a divismos y un inalterable tesón a la hora de abordar los personajes más dispares, bien fuera un marino de permiso o un bailarín junto al ratón Jerry.

Ese era Eugene Curran Kelly (Pittsburgh, 1912), un artista apasionado que tocaba tierra en sus momentos de mayor éxito, mientras parecía que volaba en la mayoria de sus interpretaciones. En 1952, con solo 40 años, la Academia le concedió un Oscar honorifico, dato que muestra la talla de su figura y su importancia (traducida a dólares) en la industria cinematográfica made in Hollywood.

Su madre, una apasionada del baile, fue la que inoculó el virus del movimiento tanto a Gene como a sus cuatro hermanos, con quienes montó The Five Kellys, conjunto de baile infantil que hizo sus pinitos en el Pittsburgh de la época. Cuando el grupo se deshizo, él y su hermano Alfred siguieron bailando como The Kelly Brothers unos cuantos años más. En una de las escenas de Siempre hace buen tiempo (1954), ambos bailaron juntos de nuevo.

Al acabar sus estudios de económicas, aunque estuvo tentado de dedicarse al béisbol, montó una academia de baile en su ciudad hasta que llegado el momento se marchó a Nueva York a probar suerte como artista. La apuesta le salío bien. Nada más llegar consiguió un papel protagonista en el musical de Broadway Pal Joey (1940), donde además conoció a otro bailarín: Stanley Donen, compañero desde entonces en numerosas aventuras artísticas. Mientras que en un primer momento el director de la Metro Goldwin Mayer, Louis B. Mayer, no estaba interesado en los musicales y confiaba en el futuro dramático del artista, finalmente la misma Metro le ofreció protagonizar la que sería su primera película Por mi chica y por mí, junto a Judy Garland (1942).

Desde ese momento, su carrera fue creciendo con películas como Las modelos, de Charles Vidor, junto a Rita Hayworth, Ziegfield follies de Vincente Minnelli con Judy Garland y Fred Astaire, Los tres mosqueteros, de George Sidney o El Pirata, también de Minnelli. A partir de Un día en Nueva York (1949), que él mismo dirige junto a Stanley Donen, los exteriores reales toman protagonismo otorgando una nueva dimensión a los números musicales, hasta entonces constreñidos en el cartón piedra de los estudios.  Un americano en París (1951, ganadora de varios Oscar) y sobre todo Cantando bajo la lluvia (1952) dirigida, coreografiada y protagonizada por Kelly, fueron las películas que lo lanzaron al estrellato global.

Pese a su fama, nunca dejó de estar implicado en proyectos interesantes, como Invitación a la danza, un film de 1956 rodado sin diálogos, montado solo con números musicales que él dirigió y protagonizó, película que recibió el Oso de Oro del festival de Berlín en 1956.

En los 70 dirigió varias películas como Hello Dolly! (1969) y Hollywood, Hollywood, la segunda cinta de la trilogía centrada en los años de esplendor del cine musical, en cuya primera entrega baila junto a un Fred Astaire que ya tenia 77 años. En 1980 aparece en un último musical, Xanadú, junto a Olivia Newton John. Aunque la cinta no tuvo el éxito esperado, el tema Whenever you’re away from you interpretado por ambos si consiguió ser un superventas.

Gene Kelly entró en el panteón de los dioses del cine musical el 2 de febrero de 1996. Nos quedan sus vitalistas interpretaciones en películas que forman parte de la historia del cine.