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Asociado al sacrificio y al dolor, pero también a la belleza, el ballet sigue dando materia dramática para ficciones que alimentan a los canales de televisión. Flesh & Bone de la cadena estadounidense Starz, disponible en España por el Canal + series Xtra, es la última de las recreaciones en pantalla que toma el mundo de la danza como referencia para tratar las pasiones humanas, de las más instintivas hasta las más elevadas y gloriosas.

La idea fue de una de las mujeres más conocidas del universo televisivo, Moira Walley-Beckett, guionista y productora de Breaking Bad, quien de joven tuvo formación en danza y llegó a bailar en una compañía semi profesional. Tres de los cuatro productores ejecutivos de la serie tienen vínculos con el ballet.

La trama se centra en una protagonista femenina, Claire, interpretada por Sarah Hay, a quien conocemos del reparto de Cisne negro, la película de 2010 de Darren Aronofsky con la que Natalie Portman se llevó el Oscar a la mejor actriz por su papel de la bailarina Nina Sayers.

Claire Robbins llega a Nueva York desde Pittsburgh ocultando un pasado realmente turbio. Audiciona para la American Ballet Company y entra en el cuerpo de baile de esta gran compañía formada por gente joven que atesora tantas disfunciones como sueños, tantas miserias como aptitudes.

Sarah Hay ha sido bailarina, al igual que muchos de los personajes de la serie; desde la estirada prima ballerina ucraniana, Kiira, interpretada por Irina Dvorovenko, hasta la bulímica y ninfómana competidora de Claire, Mia, interpretada por Emily Tira. Esa experiencia se nota en las coreografías que se entremezclan con la trama, todas ellas creadas por Ethan Stiefel, bailarín y coreógrafo que entre 2011 y 2014 dirigió el New Zealand Royal Ballet.

El director de la compañía, interpretado por Ben Daniels, y una serie de acentuados personajes, completan el coro de Flesh & Bone. Una maestra de baile excéntrica, un bailarín simpático y con pluma, un vagabundo con visiones y un ambicioso manager son parte de esta sopa hecha con tan buenos ingredientes que, aunque algo sosa, no deja insatisfecho al seriófilo.

No sabemos realmente si el entorno profesional de los bailarines es más odioso que por ejemplo, el de los dependientes de grandes almacenes, pero tiene mucho más glamur y muestra un grado de entrega y sacrifico mayor, lo que en sí mismo ya es un filón para todo tipo de ficciones. El sudor, la constancia y las uñas rotas cotizan en el planeta catódico.

En esta serie, a las clásicas rivalidades y putadas entre, sobre todo, bailarinas, se suma una sordidez que apuntala el drama (latente), un misterio, que no impide que la serie sea ligera y rebosante de clichés, que al fin y al cabo son caricaturas basadas en la realidad que entusiasman a los televidentes.

Talentosa, atormentada y también ambiciosa, Claire, es tan fuerte en sus propósitos artísticos como frágil en aquellas ocasiones en que sus traumas salen a la luz. Pero no está sola. Los problemas de anorexia, los acercamientos a la droga o al sexo como forma de escalar posiciones, el oportunismo y los codazos son moneda común entre los personajes de unos capítulos en los que las escenas de baile están generosamente grabadas (con algún truco para mayor efectismo) y aportan una luz especial al conjunto.

Starz, que es la segunda televisión por cable con más suscriptores del mundo, casi 24 millones (la primera es HBO), estrenó el noviembre pasado esta serie de ocho capítulos de la cual ya sabemos que no habrá segunda temporada, pese a haber obtenido dos nominaciones en la reciente edición de los Globos de Oro: mejor miniserie de televisión, premio que se llevó Wolf Hall, y mejor actriz de serie para Sarah Hay, su actriz protagonista, reconocimiento que finalmente se llevó Lady Gaga por American Horror Story: Home.