Foto, Voronia de La Veronal
La cueva más profunda del mundo, Voronia, ha inspirado a La Veronal en su nueva creación, encargada de inaugurar el próximo 1 de julio el Grec Festival de Barcelona. Su director, Ramón Simó, nos habla de hibridación y otras claves de su 39ª edición.
“El trabajo de La Veronal es excelente, porque además de cuidar la forma, la coreografía, trabajan muy bien los aspectos dramatúrgicos, y llegan a un público amplio sin perder exigencia, plástica ni artística. Tienen además un planteamiento muy moderno de lo que significa crear un espectáculo de danza hoy en día”, nos cuenta quien es desde hace cuatro años el director de uno de los festivales escénicos más importantes de Europa.
Aunque no todo está en la forma, añade Simó, “es una compañía que hace danza desde el presente, intentando involucrarse sin perder el hilo de las circunstancias actuales”. Por eso mismo se han zambullido en un tema tan universal como cercano, el mal y sus múltiples representaciones. Ideas sobre la libertad, la religión, el bien y su ausencia, lo moral, el mal como acto exclusivamente humano, que planean por esta nueva pieza para ocho intérpretes en la que Marcos Morau firma la dirección y la coreografía (esta última junto a los bailarines) y Roberto Fratini y Pablo Gisbert – El Conde de Torrefiel – la dramaturgia. Voronia, la inmensa gruta del Cáucaso, elegida como alegoría del infierno, lugar donde el mal se esconde para manifestarse con total libertad.
Voronia, foto de Yaniv Cohen
Aunque no todo está en la forma, añade Simó, “es una compañía que hace danza desde el presente, intentando involucrarse sin perder el hilo de las circunstancias actuales”. Por eso mismo se han zambullido en un tema tan universal como cercano, el mal y sus múltiples representaciones. Ideas sobre la libertad, la religión, el bien y su ausencia, lo moral, el mal como acto exclusivamente humano, que planean por esta nueva pieza para ocho intérpretes en la que Marcos Morau firma la dirección y la coreografía (esta última junto a los bailarines) y Roberto Fratini y Pablo Gisbert – El Conde de Torrefiel – la dramaturgia. Voronia, la inmensa gruta del Cáucaso, elegida como alegoría del infierno, lugar donde el mal se esconde para manifestarse con total libertad.
Más madera
Tocando lo real, o algunos de los asuntos complejos de la vida, aparecen las piezas de Jordi Cortés con Associació Kaikahart y la de Sol Picó. En Fuck-in-Progres, Cortés trata las relaciones afectivas y sexuales de diferentes colectivos que brillan por su diversidad, bien sea física o psíquica. Sol Picó se ha aliado con tres coreógrafas de orígenes tan dispares como Shantala Shivaligappa (India), Juli Dossavi (Benín) y Minako Seki (Japón) para hablar de la condición femenina hoy en día. En W.W (We Women), uno de los muchos estrenos del festival, las cuatro artistas nos hablan sobre el papel de la mujer en la sociedad actual, o más bien, en las diferentes sociedades actuales, ya que parte del proceso de creación ha pasado por las ciudades de residencia de cada una de ellas para empaparse de su entorno habitual.
La noruega Ina Christel Johannessen ha escogido un relato de Albert Camus para hablar a través de su compañía, Zero Visibility Corp., de la delgada línea que separa la hospitalidad de la hostilidad en The Guest.
Otro de los ejes que atraviesa la mayoría de propuestas de danza de este año es la hibridación; espectáculos como À louer de los belgas Peeping Tom (es el tercer año consecutivo que actúan en el festival) lo ejemplifican. “Esta mezcla entre el teatro y la danza, la plástica de la escenografía, lo cinematográfico, le dan una luz particular a la vez que tienen un punto de implicación con lo real que me parece muy sólido. Son capaces de sumergir al espectador en un mundo imaginario muy bien trabado donde mezclan la realidad con la imaginación”, comenta Simó sobre esta delirante obra que retrata la decadencia de una familia burguesa.
También repite presencia la danza de Corea del Sur, una potencia artística de la que aquí conocemos bien poco, y se debe a la fascinación personal que el director tiene por algunas de las jóvenes compañías de allí: “Hay algo distinto en la danza coreana, una sensibilidad diferente. Son capaces de mezclar las técnicas tradicionales con la danza contemporánea y las danzas urbanas y están generando un movimiento muy joven que es muy bonito de conocer y seguir. Creo que es un fenómeno del que podemos aprender”. Noname Sosu, Sungsoo Ahn Pick Up Group y Company Siga son las tres propuestas que veremos este año.
Hakanaï y Cinématique de Compagnie Adrien M/Claire B, Incisions, un tríptico de Tomeo Vergés y Man Drake, la nueva creación de Mal Pelo, El cinqué hivern y La mesura del desordre, un trabajo colectivo entre el suizo afincado en Bélgica Thomas Hauert y siete bailarines y coreógrafos de diferentes procedencias afincados en Barcelona y agrupados bajo el nombre de Group La Bolsa, son el resto de propuestas bailadas del Grec, si bien la danza planea por otras muchas propuestas de un festival híbrido y muy heterodoxo, en el que se presentan un centenar de espectáculos.