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Foto Alba Muriel, Carmen de la CND
En la lectura que de la famosa historia Johan Inger hace para la Compañía Nacional de Danza el foco está en Don José y en la violencia. Una tragedia sureña interpretada por la mirada de un sueco.
El estreno del 9 de abril en el Teatro de la Zarzuela de Madrid promete varios alicientes y uno de los principales es ver de qué manera Inger, uno de los coreógrafos actuales más solicitados, traslada la visión de la historia a los ojos de un niño, una especie de testigo inocente de lo catastróficas que pueden llegar a ser las pasiones humanas.
El sueco, quien primero sería bailarín en destacadas formaciones europeas hasta llegar al Nederlands Dans Theater, donde comenzó a coreografiar y dejó claro que lo suyo era la creación, fue también director del Cullberg Ballet (de 2003 a 2008), la principal compañía de danza contemporánea de su país, sede en la que precisamente otro talento nacional, Mats Ek, por entonces director de la misma, montó una rompedora Carmen en 1992 protagonizada por una Ana Laguna brillante. De manera que no es la primera vez que un espíritu del norte se atreve con un mito tan marcadamente latino, aunque las principales versiones danzadas de la ópera de Bizet inspirada en el libro de Prosper Mérimée tengan firma española, desde la de Sara Baras a la de la compañía de Antonio Gades, la de Aida Gómez, Ramón Oller o la del Ballet Flamenco de Madrid.
Para el vestuario Inger ha contado con un diseñador que se está convirtiendo en habitual de los montajes de danza y teatro del momento, David Delfín. Para la CND ya había creado los figurines de las piezas Chapter 10 de Gustavo Ramírez, Nippon Koku de Marcos Morau y ahora esta pieza. Su trabajo en danza se extiende a otros montajes como Carmen.maquia para el Luna Negra Dance Theater de Chicago (montaje de 2012 firmado por Gustavo Ramírez cuando era director de esta formación) o el que en enero hizo para Edvard, creación para la compañía noruega Carte Blanche en la que Morau indaga en la vida del pintor Edvard Munch.
El artista malagueño ha seguido las pautas marcadas por el coreógrafo para el vestuario, que fuera sobrio, atemporal y cercano a la estética de las 60. Los militares se asemejan a los ejecutivos, el torero a una estrella de rock y los trajes de los gitanos contienen cierta animalidad.
Podremos conocer con detalle esta obra en la gira que inicia tras su estreno en Madrid y que próximamente recalará en Valencia (8 y 9 de mayo, Teatro Principal).